Más que proponer un punto de vista crítico sobre el concierto de inauguración del Sótano Stallworth, loco estaría si lo pretendiera, quiero manifestar mi regocijo por la apertura de un nuevo espacio para la difusión de la otra música, esa que necesita y carece de foros de expresión, y felicitar al Instituto Cultural de Aguascalientes porque a pesar de las situaciones difíciles que la cultura vive, o quizás deberíamos decir que sufre y padece por los groseros recortes al presupuesto destinado a este rubor, a pesar de eso, la cultura en Aguascalientes sigue siendo protagonista y eso, de verdad, hay que celebrarlo.
La noche del pasado jueves 11 de julio se inauguró el Sótano Stallworth, muy certero poner este nombre a un espacio que adivino alternativo, en cuanto a qué música podremos escuchar en este lugar. Seguramente sabes quién es el maestro Raúl Stallworth, un gran pianista, sus tendencias eran marcadamente de jazz, pero su talento le permitía abordar cualquier repertorio, recuerdo un amigo pianista me decía que el que toca jazz puede tocar prácticamente cualquier cosa y esto se confirma con el trabajo del maestro Stallworth. Además de haber sido un inmenso pianista de jazz era, sin duda, uno de los mejores arreglistas de este país.
No tengo la menor duda de que el jazz en Aguascalientes tiene una deuda impagable con el maestro Stallworth, siempre trabajó incansablemente por difundir esta deliciosa música tan poco favorecida por los medios de comunicación y por abrir y mantener espacios en donde se pudiera escuchar buen jazz.
Dentro de sus actividades tuvo participación tocando en vivo en el Ferial de Aguascalientes, aunque la verdad no me parece que su propuesta musical sea la más acorde con el perfil del Ferial. También lo vi tocando en vivo en la puesta en escena Un tranvía llamado deseo, de Tennessee Williams, en el Teatro Morelos, una muy grata experiencia ver teatro con música en vivo, y sobre todo, de esa calidad. En este caso su propuesta musical mucho más apegada al espíritu de la puesta en escena.
Pero es en el concepto de trío de jazz en donde el maestro Stallworth pudo expresar mejor su discurso musical y ofrecer todo el peso del valor de su música. Con ese formato se presentó en varias ocasiones en diferentes foros de la ciudad con ese espíritu purista que le caracterizó, me refiero a que el maestro prefería siempre el piano acústico a cualquier otra variante de teclado, recuerdo que en una ocasión, cuando se presentaba los fines de semana en un lugar en la Avenida Madero a donde fui con mi esposa a escucharlo, me acerqué a saludarlo en uno de los descansos y justamente me comentaba que se sentía muy incómodo con el piano eléctrico con el que estaba tocando, ese es el problema de los pianistas, tiene que tocar con lo que hay.
Uno de los recuerdos que tengo más gratos del maestro Raúl Stallworth fue que tocó en mi boda, cuando le pedí que si podía tocar me vio con un gesto de interrogación y recuerdo que me dijo: “mi música es jazz, ¿quieres que toque en tu boda?”, “claro que sí, maestro”, le dije y después de verme con cierta incredulidad, levantó los hombros y dijo: “está bien, pero se van a aburrir tus invitados”. La fiesta de mi boda terminó por ser una fascinante audición de jazz y, créeme, amigo melómano, nadie se aburrió.
Pues bien, a manera de homenaje por su vigésimo aniversario luctuoso y para premiar su carrera siendo, sin la menor duda uno de los artistas más influyentes en la historia contemporánea de nuestra ciudad, el Instituto Cultural de Aguascalientes y por iniciativa de la arquitecta Claudia Santa-Ana, directora general del máximo rector de la cultura en el estado, se decidió que el sótano del Patio Posada en donde además está la librería del Fondo de Cultura Económica Dolores Castro Varela llevara, con toda justicia y merecimiento, el nombre de Raúl Stallworth, Sótano Stallworth, de esta manera, como sucede con el Museo Aguascalientes, aquí también convergen tres de las más sólidas personalidades de las artes de nuestro estado, en el caso del museo se reúnen tres luminarias como lo son Refugio Reyes, arquitecto del edificio, Jesús Contreras con sus fascinantes altorrelieves y Saturnino Herrán con su pintura y el imponente vitral del Hijo pródigo. En el caso de este nuevo lugar para la cultura y el arte, el espacio lleva el nombre del grabador José Guadalupe Posada, la librería de la poeta Dolores Castro y el sótano se llama Stallworth, sumamente significativo.
Para la inauguración se contó con la presencia de grandes músicos que identificamos con el mundo del jazz, Emmanuel el Chopis Cisneros, joven de Aguascalientes cuya formación académica le permite coquetear con cualquier repertorio, un pianista de primer nivel y estoy seguro que todavía no llega a su techo y Horacio Franco, flautista que se desempeña con la misma solvencia en el jazz como en la música de concierto, y dentro de este contexto, igualmente se desarrolla desde el repertorio barroco hasta el contemporáneo, y no es difícil entender lo difícil que es esto. Pero la gratísima sorpresa fue cuando el Chopis presentó a sus músicos, desde donde estaba yo no tenía exactamente la mejor visibilidad y no me era posible ver al contrabajista, se trataba de Aarón Cruz, para quien esto escribe el mejor bajo mexicano, quizás al lado de Agustín Bernal, vamos, fue una noche completa.
Ahora, para quienes nos gusta “la otra música”, ya tenemos un lugar en donde refugiarnos del insultante sonidero de los antros, se llama Sótano Stallworth