Plaza Artz Pedregal, Ciudad de México. 26 de julio de 2019. En una mesa dos hombres de apariencia mediterránea y una mujer departen animadamente. De pronto, una mujer de cabellera rubia se aproxima y dispara su pistola calibre 9 mm. Los dos varones caen abatidos. Al mismo tiempo, dos individuos descienden de un automóvil azul y someten a un policía. Luego, ambos lanzan disparos al aire, lo cual provoca la confusión y el pánico en el centro comercial.
En los días siguientes, la embajada de Israel en México confirma que las dos personas asesinadas son ciudadanos israelíes: Alon Azulay y Benjamín Yeshurun Sutchi. Asimismo, la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana informa que los hebreos tienen vínculos con el bajo mundo de su país y con organizaciones delictivas mexicanas. Inmediatamente, las redes sociales estallan con teorías conspiratorias, y una palabra se repite, una y otra vez: el Mossad, el servicio secreto israelí.
Las escenas arriba descritas sirven como prólogo al presente artículo el cual pretende explicar qué es el Mossad, cuál es su modus operandi y cómo a lo largo de los años ha operado en América Latina.
Al término de la Primera Guerra Mundial, la Sociedad de las Naciones otorgó al Reino Unido el mandato sobre Palestina. Para los británicos, el control sobre Palestina era ineludible pues “debía servirle de puente entre las fabulosas reservas de petróleo de Irak y el Canal de Suez, arteria tan vital que había llegado a ser tan británica como el Támesis”1.
Los británicos, no obstante, tenían que lidiar con dos comunidades antagónicas: los árabes, la mayoría; y los judíos, la minoría. Las tensiones entre las dos colectividades provocaron disturbios en 1920 y 1921. Para proteger a su incipiente comunidad, el liderazgo sionista decidió crear la Haganah -“defensa” en hebreo-. Este ejército clandestino se reunía una vez por semana para aprender a: desmontar armas; trepar por la cuerda; penetrar por la fuerza en una morada; o saltar de un vehículo en movimiento.
En 1936, los árabes se rebelaron y comenzaron a atacar intereses británicos y objetivos judíos. Fue entonces que un oficial británico pro-sionista, Orde Wingate, convenció al Alto Mando británico y a la Haganah de crear unidades especializadas en la guerra de guerrillas y el combate nocturno para enfrentar a los sublevados. Pronto, las tácticas de Wingate obtuvieron resultados.
Al estallar la Segunda Guerra Mundial, los judíos apoyaron la causa británica. Sin embargo, fue hasta 1944 que la Brigada Judía entró en acción en Italia, en donde combatió con distinción. En 1945, al terminar el conflicto, los judíos tenían tres objetivos: perseguir y eliminar a los criminales de guerra nazis; apoyar la inmigración de los supervivientes del Holocausto a Palestina; y contrabandear armas, alemanas o británicas, para crear el Ejército israelí.
En 1948, tras la retirada de los británicos, cinco ejércitos árabes invadieron al naciente Estado de Israel. Merced a su capacidad de combate y organización, los judíos consumaron su independencia. Sin embargo, Israel estaba rodeado de enemigos. Por lo tanto, contar con un buen servicio de inteligencia era primordial. Para tal efecto, en 1949, se creó la Ha Mossad le Teum (“Instituto de Coordinación” en hebreo). Su lema era: “Harás la guerra con las armas del engaño”.
El liderazgo del Mossad decidió que su especialidad sería el humint (la inteligencia humana). Cada katsa (“agente” en hebreo) “pasaba tres años en entrenamiento intensivo, incluida la extrema violencia física durante un interrogatorio”. Asimismo, los katsas se caracterizaban por ser “eficientes y astutos más allá de lo imaginable”.
Dentro del Mossad destaca la pequeña unidad kidon (“bayoneta” en hebreo). Los kidon se encargan de los secuestros y ejecuciones de los enemigos de Israel. Existen tres equipos kidon, compuestos por 12 elementos cada uno. “Normalmente, dos se encuentran entrenando en Israel y uno en operaciones en el extranjero”2. Los miembros de este componente se especializan “en esconder bombas, administrar una inyección letal entre la multitud y hacer que una muerte parezca accidental”. Asimismo, “memorizan los cambiantes planos de las ciudades más importantes, así como las instalaciones de puertos y aeropuertos”3.
Merced a la preparación y a cierto grado de crueldad y temeridad, el Mossad ha logrado grandes éxitos: la captura del criminal de guerra nazi Adolf Eichmann; la infiltración del alto mando sirio por Eli Cohen; la disrupción del programa balístico egipcio por Wolfgang Lotz; y la campaña de guerra psicológica contra la fuerza aérea egipcia previa a la Guerra de los Seis Días.
Una de las horas más controversiales para el Mossad llegó tras el secuestro y ejecución de once atletas israelíes en la Olimpiada de Munich 1972. La entonces primera ministra Gold Meir dio la orden de rastrear y ejecutar a los autores intelectuales y materiales de la masacre. Este hecho fue llevado dos veces a la pantalla grande: La espada de Gedeón (1986) y Múnich (2005).
Luego de la conmoción lograda por el ataque sorpresa, egipcio y sirio, durante la Guerra del Yom Kippur (1973), el Mossad se anotó un éxito cuando desplegó a sus agentes para recopilar y actualizar información que respaldara la Operación Trueno (1976), el rescate de un centenar de judíos, secuestrados por terroristas palestinos, de la Uganda dominada por el “Hitler Negro”: Idi Amin4.
La atención del Mossad en América Latina ha variado: desde colaborar con la Dirección de Inteligencia Nacional de Chile, durante la dictadura de Augusto Pinochet, pasando por el rastreo de los cárteles de la droga colombianos, hasta la persecución de los autores del atentado contra la Asociación Mutual Israelí Argentina en Buenos Aires.
El escribano concluye: hasta el momento hay muchas interrogantes sobre quién o quiénes ordenaron y ejecutaron el asesinato de Azulay y Sutchi. Sin embargo, una cosa es clara: ambos tenían antecedentes criminales y, en el caso del último, sus vínculos con el Mossad han salido a relucir.
Aide-Mémoire.- Boris Johnson ha comenzado a tambor batiente: amenaza con un Brexit “duro” y se metió a la boca del secesionismo con su visita a Escocia.
1.- Lapierre, Dominique y Collins, Larry. Oh Jerusalén. Barcelona, Plaza & Janés, 1974, p. 13.
2.- Ostrovsky, Victor y Hoy, Claire. By way of deception. New York, St. Martin’s Press, 1991, p. 119.
3.- Thomas, Gordon. Mossad: la historia secreta. Madrid, Suma de Letras, 2001, p. 181-182.
4.- Lewinsky, Salomon, Barzel, Ionatan, Sorek, Eliahu y Kranz, Iona. Uganda: el Rescate del Siglo. México, D.F., Editorial Diana, 1976, p. 129.