Sin duda no se trata del mejor disco de Deep Purple, no se compara en absoluto con In rock o Machine head, verdaderas obras maestras de esta agrupación británica, sin embargo no podemos negar que representa uno de los pilares más sólidos en la definición del rock duro, áspero surgido en Inglaterra a finales de los años 60, de hecho su 50 aniversario es lo que me ha hecho voltear a ver este disco, desempolvarlo y volver a escucharlo, es una delicia es el Deep Purple III; tercer disco de la agrupación, todavía con una alineación que no podríamos considerar como definitiva, en el bajo estaba Nick Simper y Rod Evans era el cantante, todavía no llegan Roger Glover, para mí el mejor bajista que ha tenido el grupo y tampoco estaba con ellos Ian Gillan, el mejor vocalista, ellos dos completan la mejor alineación de Deep Purple con Ian Paice en la batería, Ritchie Blackmore en la guitarra y Jon Lord en los teclados.
El disco se publicó en Estados Unidos en junio de 1969, hace exactamente cincuenta años y para ese tiempo, estamos en 1969, todavía no estaba bien forjada la historia del Púrpura Profundo, pero ya las pinceladas estaban bien trazadas, ya se empezaba a dibujar el perfil de una de las mejores bandas de rock en la historia del género.
Este disco, tercero de su discografía, tiene temas musicales como Chasing shadows que es la que abre el disco, otros buenos temas son, por ejemplo, Blind, Why didn’t Rosemary y la increíble April. Posteriormente salió una reedición que contenía algunas buenas canciones que quedaron enlatadas de las sesiones de grabación del disco, entre ellas las dos tomas de Emmaretta o la versión alterna de The bird has flown.
El resultado final de tan extraordinario disco es una combinación de diferentes lenguajes musicales, es necesario que nos ubiquemos en el momento en que esto fue realizado, se grabó durante las primeras semanas de 1969 y se publicó el 21 de junio de ese mismo año en los Estados Unidos y en septiembre vio la luz en el Reino Unido. La música que nos propone Deep Purple es una combinación de diferentes tendencias, podemos encontrar rock psicodélico, ese característico acento pesado que no me atrevería a llamar metal, eso sería una solución muy fácil y hasta conformista, en todo caso sí un toque áspero pero también aderezado por una fuerte e incuestionable dosis de rock progresivo y quizás el fundamento más sólido en su propuesta musical, sobre todo en las formaciones de Mark I y II, es decir, las dos primeras alineaciones de las muchas que registra la historia de la banda, se respira un profundo aroma de música de concierto, principalmente de Johann Sebastian Bach y del ruso del grupo de los cinco, Nikolai Rimsky-Korsakov, esta influencia de la música académica es evidente sobre todo en las aportaciones que hace el tecladista John Douglas Lord, o simplemente Jon Lord, para mi gusto, uno de los más grandes intérpretes del órgano Hammond y responsable de la faceta académica en las diferentes expresiones de Deep Purple.
Estamos hablando del tercer disco de Deep Purple que es homónimo, pero para identificarlo se le ubica como Deep Purple III, antes de esta producción, en 1968 aparecieron los dos primeros discos, el primero se llama Shades of Deep Purple, pletórico de sugerencias psicodélicas y el segundo lleva el nombre de The book of Taliesyn, ambos con la primera formación del Púrpura Profundo con Ritchie Blackmore en la guitarra, Nick Simper en el bajo, Rod Evans en las voces, Ian Paice en la batería y Jon Lord en los teclados, para esta tercera producción se mantiene la misma formación, la que se identifica con el nombre de Mark I, pero ya estaba todo dispuesto para que la inmortalidad del grupo se empezara a escribir. De 1970 a 1973, Deep Purple publica tres los mejores discos de la séptima década del siglo XX: In rock de 1970, Fireball de 1971 y Machine Head de 1972, incluso todavía en 1973 aparece otro disco con la misma gran alineación del Púrpura Profundo, el Who do we think we are, la alineación solo sufre dos cambios para esta segunda etapa, sale Nick Simper y entra en su lugar Roger Glover, para mi gusto, uno de los mejores bajistas en toda la siempre inconclusa historia del rock, y en lugar del cantante Rod Evans llega todo un referente en la voz, se trata de Ian Gillan que sin la menor duda al lado de Roger Daltrey o Robert Plant conforman el Nirvana de las mejores voces en el rock.
La tercera producción de Deep Purple es un disco al que hay que entender como una transición, como un puente entre dos etapas muy bien definidas de la agrupación británica, es justamente el cambio de la formación Mark I a la formación Mark II; pero más que un simple cambio de integrantes, estamos hablando de un cambio en el lenguaje musical, a partir de 1970, Deep Purple empieza a definir el perfil con el que habría de hacerse inmortal, todavía en Burn de 1973 hay muy buenas hechuras con una tercera formación, los cambios son el ingreso del cantante David Coverdale y del bajista Glenn Hughes en sustitución de Gillan y Glover. Realmente no importa mucho qué sucedió después o qué sigue sucediendo actualmente, si se le hubiera puesto punto final a la historia del grupo, quizás después del disco Stormbringer de 1974 o siendo muy tolerante, después de Come taste the band de 1975, de todas maneras nada hubiera cambiado, la historia ya estaba escrita con letras de oro.