En Aguascalientes, la gran mayoría de los parques de la ciudad se encuentran cercados, pues se cree que vallas, mallas o cercas perimetrales, más una o dos puertas de acceso, mejoran considerablemente la seguridad de las personas que utilizan estos espacios. Las cercas crean límites tanto físicos como perceptivos, pues diferencian lo público de lo privado o lo accesible de lo inaccesible. Más allá de delimitar un espacio, las cercas usualmente crean barreras en el espacio público que no sólo afecta la forma en que navegamos una ciudad, sino también la manera en que nos entendemos como parte de una sociedad que habita un mismo entorno. En ese sentido, cercar los parques puede desalentar su uso e impedir la conectividad en su entorno al crear diversas barreras, además de limitar el potencial del espacio público como una de las principales herramientas para fomentar la cohesión e integración social.
La percepción de inseguridad en las ciudades es, en mayor o menor medida, un factor que desde luego debe considerarse en el diseño de los parques. Los métodos para contrarrestar esa condición, sin embargo, no necesariamente tienen que resultar en la creación de lugares estériles o alienantes, como actualmente sucede con muchos parques cercados que además no cuentan con actividades ni diseño adecuados para motivar a las personas a aprovecharlos. El resultado de ese tipo de espacios es la creación de lugares deshabitados o desolados que a su vez se vuelven más inseguros por la ausencia de mecanismos pasivos de vigilancia, como la simple presencia de más personas. En otras palabras, en ocasiones la creación de barreras para separar un espacio público con la idea de mejorar la seguridad puede resultar contraproducente al desalentar la presencia de las personas, lo cual suele ser un mecanismo efectivo para mejorar la seguridad, al igual que mejorar la visibilidad, el acceso y la conectividad en estos espacios.
¿Por qué no pensar entonces en abrir los parques de la ciudad, eliminando las cercas, para crear espacios públicos más accesibles, abiertos, que inviten a más personas a aprovecharlos e incentiven la cohesión e integración en el entorno urbano? ¿Por qué no experimentar esta estrategia para repensar la manera en que habitamos el espacio público de la ciudad, al mismo tiempo en que se promueven mecanismos pasivos de vigilancia para mejorar la seguridad? En algunos parques próximos a avenidas altamente transitadas una cerca perimetral puede eventualmente mejorar la seguridad de las personas al separar claramente a los automóviles. En muchos otros casos, como parques que se encuentran en colonias o barrios con poco tránsito vehicular, las cercas perimetrales pueden no ser necesarias, por lo cual pueden ser espacios idóneos para eliminar esas barreras, para, por lo menos, evaluar su receptividad por parte de la población, así como los resultados en términos de usos, actividades, acceso, conectividad, limpieza, imagen, comodidad, convivencia, y, desde luego, seguridad.
La alcaldía de Nueva York, por ejemplo, una ciudad con una constante percepción de inseguridad, implementa actualmente el programa Parques sin Fronteras, que busca abrir los parques a la ciudad mejorando las entradas para hacerlas más fáciles de encontrar, eliminando cercas perimetrales para invitar a las personas a entrar, o rediseñando los bordes para hacerlos más accesibles mediante elementos verdes y mobiliario urbano (ver imagen), con lo cual se pretende también mejorar la visibilidad al exterior e interior para hacer que los parques sean más seguros. Igualmente, con este programa la alcaldía busca redefinir la manera en que la población puede superar tanto el miedo como la desconfianza en el espacio público, así como fomentar la interacción entre los ciudadanos, es decir, conectar, no separar.
En Aguascalientes, la alcaldía de la capital podría implementar algunas acciones concretas, de poco presupuesto, para experimentar diversas maneras de mejorar los parques de la ciudad, como eliminar o disminuir la altura de las cercas perimetrales, crear bordes o límites más ligeros con elementos de vegetación como jardines, macetas o arbustos, o mobiliario urbano como bancas, mesas, bolardos, biciestacionamientos, entre otros. Igualmente, podría delimitar el espacio de los parques con diversas texturas o tipos de pavimentos y adoquines sin la necesidad de mantener el espacio cerrado mediante cercas. En fin, el tipo de acciones que pudieran llevarse a cabo para transformar parques cerrados en parques abiertos, conectados e integrados con su entorno inmediato son muchas. El proceso creativo para rediseñar estos parques no tiene por qué limitarse a un equipo técnico de la alcaldía, sino que podría ampliarse para incluir a los vecinos interesados que deseen participar en el diseño colaborativo de estos espacios, lo que además podría generar un mayor sentido de pertenencia y apropiación.
¿Por qué no pensar en un programa de este tipo en Aguascalientes?
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