- Zaret Luevano Estrada, Alumna de la Carrera de Filosofía UAA
La semana pasada, al terminar de leer el artículo de esta columna en el que se relató una visita al antirrábico y cómo es la selección de los animales de compañía para aplicarles la eutanasia (https://bit.ly/2XdPw6G), vinieron a nuestra mente conceptos como crueldad, sensibilidad e injusticia, resultándome así una pregunta inquietante: ¿Cómo ha sido nuestro comportamiento con los animales a lo largo de la historia?
Tradicionalmente se ha tenido la creencia de que los seres humanos somos superiores por nuestra capacidad racional y moral, así como por cuestiones divinas, ya que en prácticamente todas las culturas se tiene la idea de que somos una creación especial de Dios o de los dioses, según el tipo de religión. Este tipo de suposiciones fueron aceptadas sin ningún cuestionamiento durante mucho tiempo debido a que, las creencias asentadas en las tradiciones culturales, suelen arraigarse y permanecer largos periodos sin ser evaluadas, pues se deposita una fe ciega en ellas, por lo mismo se enseñan y transmiten generación tras generación. No obstante, algunas creencias con el paso del tiempo pueden llegar a verse como incoherentes, vanas e inclusive inmorales. Este es el caso de la relación de nuestra especie con otras especies sintientes.
Desde las civilizaciones más antiguas, guiadas por una óptica religiosa, hasta las que surgieron en siglos pasados, guiadas por una óptica científica, se tuvo la idea de que la especie humana podía y debía dominar a otras especies sin compasión. Dominar es el poder usar y disponer de algo que se considera propio, es decir, una propiedad. En este caso los animales se han visto como una propiedad y esto fomentó la tiranía humana hacia ellos durante muchos siglos. Hasta hace poco se empezó a evaluar la relación moral de los humanos con los animales no humanos y comenzaron a tomarse medidas prácticas. Esto se lo debemos en gran medida a una reflexión que fue inaugurada por Peter Singer.
Singer es un filósofo de línea utilitarista y el mayor exponente de la filosofía práctica en la actualidad. En 1975 se publicó su libro Liberación animal (1975) y en éste nos presenta en los primeros capítulos los daños que los seres humanos perpetramos en contra de muchas especies sintientes, especialmente en las granjas factorías y en los laboratorios, industrias en las que se atormentan y sacrifican millones de animales diariamente con el único propósito de generar un “supuesto bien” a nuestra especie: alimento y salud. Singer señala que ésta es una visión especista, esto es que como especie ponemos nuestros intereses por encima de los de otras. Así es que el comer carne o hacer experimentos en los que se lleva a la muerte a seres sintientes, después de haberles provocado dolor y sufrimiento, nos convierte en especistas, pues anteponemos nuestros intereses sobre los de estos seres. Singer sugiere llevar una dieta vegetariana, lo que disminuiría o eliminaría el daño que se le hace a millones de animales no humanos. En el caso de la experimentación, indica que debe haber una buena reglamentación con la que se mejore el trato y manejo de los animales en los laboratorios, pero principalmente que los experimentos sean de verdad pertinentes.
Gracias al trabajo iniciado por Singer, gran parte de la sociedad contemporánea es plenamente consciente de que no puede haber justificación moral alguna para negarse a tener en cuenta el sufrimiento de seres sintientes y, debido a ello, existen hoy en día una cuantioso número de asociaciones civiles a nivel mundial que se preocupan por defender y proteger a estos seres que son nuestros compañeros en este planeta.
Por tal motivo, Movimiento Ambiental de Aguascalientes y otras asociaciones afines, propusieron a quienes compitieron por la alcaldía hace unas semanas una lista de asuntos urgentes por atender en cuestión de maltrato animal y otros asuntos relacionados con el medio ambiente en el municipio. El objetivo era, y es, que el representante elegido trabaje en conjunto con las asociaciones civiles para solucionar las problemáticas relacionadas con el daño que se infringe a los animales no humanos. Si bien no se puede pedir a los gobernantes que sean expertos en este tema, si se hace una invitación a que se acerque con la sociedad civil organizada, que cuenta con experticia necesaria en este ámbito, para elaborar sus políticas públicas, con esto ser más incluyente con todos los que aquí habitamos, aclarando que, habitantes de Aguascalientes no somos exclusivamente los seres humanos, sino una gran cantidad de seres sintientes, cuya cantidad seguramente es mayor que la de ciudadanos.
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