Obedeciendo a ese exquisito ejercicio de equilibrio que suele hacer el maestro Areán en cada uno de los programas que diseña para las temporadas de conciertos de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, en esta tercera fecha nos encontramos con dos compositores franceses y un mexicano. El concierto inició con una obra de repertorio, Carnaval romano, Op.9 de Hector Berlioz, un pequeño poema sinfónico que surge como consecuencia de uno de los más grandes fracasos en la historia de la música que es la ópera Benvenuto Cellini, a partir del material utilizado en esta desafortunada partitura, Berlioz diseña esta delicia que conocemos con el nombre de Carnaval Romano. Después continuamos con una obra contemporánea compuesta por el mexicano Javier Álvarez que estuvo presente en la sala del Teatro Aguascalientes, el Concierto para clarinete y orquesta llamado Vendedor de ilusiones, cuya esencia lúdica es incuestionable y fácilmente perceptible a lo largo de toda la partitura. Después del intermedio disfrutamos de la Sinfonía No.2 de Camille Saint-Saëns. El solista en el concierto fue el maestro Fernando Domínguez y la dirección estuvo a cargo de nuestro titular, el maestro José Areán.
Desde que vi el programa de conciertos para la tercera temporada de la OSA, este fue uno de los más poderosamente llamaron mi atención por varios factores, uno de ellos encontrarme con una obra que me es desconocida y eso, invariablemente resulta sumamente atractivo, y otra razón fue el solista, el maestro Fernando Domínguez, integrante del Onix Ensamble una de las entidades mexicanas más sólidas encargadas o especializadas en un repertorio estrictamente contemporáneo, y yo, siempre interesado en conocer y estar al día en las nuevas tendencias musicales, pues este concierto me resultó sumamente atractivo.
Fernando Domínguez es, sin duda, la máxima autoridad en México en música contemporánea para clarinete, siendo especialista en el clarinete bajo pero sin desdeñar otras tesituras, su trabajo como intérprete es de primer nivel, tanto en la música orquestal como en la de cámara, de hecho me atrevo a señalarlo como uno de los más grandes cameristas en la música de concierto mexicana, de hecho, la primera vez que lo vi en un escenario fue en el Teatro Morelos tocando con las huestes de Alejandro Escuer, es decir, el Onix Ensamble del que por cierto, el maestro Areán ha fungido como director musical, tal es el caso, por ejemplo, de la grabación realizada con música del compositor Leonardo Coral, excelente sin la menor duda.
Pues bien, para este concierto compuesto por el maestro Javier Álvarez, Fernando Domínguez hizo un trabajo excelso, un tratamiento dignísimo -valga el superlativo- de la partitura que plantea una serie de retos nada fáciles y mucho menos convencionales, una obra festiva, invita a la celebración e incluso, ¿por qué no?, divertida, sumamente divertida, pero en esa aparente ligereza de las formas, el solista tiene que estar atento, claro, sin dejar de divertirse, de los retos que plantea tan ingeniosa escritura musical.
No deja de llamar la atención la incuestionable habilidad de los maestro de la orquesta y del director de cambiar de chip con una aparente facilidad.