En los últimos días se ha mencionado reiteradamente que, según la organización Ni Una Muerte Vial, Aguascalientes es una de las ciudades más inseguras para caminar o desplazarse en bicicleta del país. Es innegable que la ciudad se torna un lugar cada vez más hostil para las personas que se desplazan en un modo de transporte diferente al automóvil, al mismo tiempo en que se construye más infraestructura de alta capacidad para facilitar el tránsito vehicular, como el circuito de flujo continuo en Segundo Anillo. Es entonces indispensable exigir que la construcción de la infraestructura vehicular no limite la movilidad de quienes caminan o utilizan la bicicleta, es decir, que por lo menos el diseño de esa infraestructura considere también sus necesidades.
En ese sentido, la construcción de “cruces seguros a nivel de calle” es una medida efectiva para garantizar condiciones adecuadas de movilidad para peatones y ciclistas en entornos que usualmente domina el automóvil. Estos cruces se diseñan de manera especial para facilitar la circulación segura, rápida y eficiente tanto de automóviles como de peatones, ciclistas y el transporte público, y suelen construirse en intersecciones que presentan conflictos viales que usualmente generan accidentes o limitan la movilidad de algunas personas, como cuando un peatón debe correr aceleradamente para atravesar una avenida.
Los cruces seguros a nivel de calle (ver imagen) incluyen el rediseño geométrico de la intersección en cuestión, con el propósito de hacer más eficiente la circulación vehicular y reducir la velocidad de los automóviles, acortar las distancias para atravesar una avenida e introducir elementos que permitan evitar posibles accidentes, como islas o camellones, además de la ampliación de las aceras. Un cruce seguro también considera estrategias efectivas de señalización, así como la adecuación de tiempos semafóricos para evitar conflictos viales. A diferencia de un puente peatonal, un cruce seguro a nivel de calle es una solución equitativa, pues un puente afecta en gran medida la movilidad de los peatones al extender, mediante rampas, escaleras o elevadores, el tiempo y la distancia para atravesar, eso sin considerar la inseguridad a la que una persona se expone en un puente peatonal. ¿Por qué no construir cruces seguros al mismo tiempo en que se construye más infraestructura vehicular en la ciudad? ¿Cómo se podría implementar una estrategia de cruces seguros? Veamos.
Primero, se debería realizar un análisis de tránsito e ingeniería vial que permita identificar las intersecciones que actualmente presentan conflictos viales recurrentes, los cuales usualmente se traducen en accidentes. Este análisis permitiría ubicar con precisión aquellos sitios que por alguna razón están induciendo estos conflictos, y, por tanto, deberían ser estudiados con mayor detalle e intervenidos de manera más urgente. Es probable que la autoridad municipal cuente actualmente con esta información.
Segundo, en función del análisis anterior se podría seleccionar un cierto número de intersecciones prioritarias para crear un programa piloto de cruces seguros, en el cual se intervengan cinco, diez o más intersecciones que permitan probar y afinar el programa para que después pueda implementarse en una escala mayor. La implementación de un programa piloto permitiría identificar los aspectos que deban mejorarse, además de comunicar a la población los beneficios de estas intervenciones.
Tercero, se debería realizar un análisis exhaustivo de cada intersección seleccionada para identificar todas las condiciones actuales que generan algún tipo de conflicto vial, como distancias muy largas para atravesar una avenida, altas velocidades vehiculares, radios de giro inapropiados, entre otras. Además, se debería analizar cómo las personas utilizan la intersección y cuáles son sus necesidades reales en términos de movilidad y seguridad vial para posteriormente diseñar el cruce seguro a partir de esa información.
Cuarto, se podrían diseñar cruces seguros a nivel de calle en función de los principales problemas que se pretenden resolver en cada intersección; por ejemplo, intersecciones muy amplias quizás deban reducirse a una serie de intersecciones más pequeñas que disminuyan la exposición de los peatones, lo cual puede lograrse rediseñando la geometría de la intersección e incluyendo islas de seguridad o camellones. Igualmente, en otras intersecciones quizás deban modificarse los radios de giro de los automóviles para disminuir su velocidad o probablemente deban ajustarse los tiempos semafóricos para evitar accidentes. Estas modificaciones pueden incluso realizarse de manera temporal utilizando elementos o materiales económicos como pintura o conos para evaluar la efectividad de cada intervención, y permitir a los automovilistas entender que el cambio no necesariamente afectaría su circulación.
En conclusión, los cruces seguros a nivel de calle no son sólo una medida efectiva para mejorar la movilidad y la seguridad de todos los usuarios de la vía pública, sino que además suelen no requerir presupuestos elevados ni procedimiento técnicos inviables. ¿Y si por cada paso a desnivel se construyen cinco o diez intersecciones seguras en la ciudad?
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