En la actualidad cientos de gobiernos locales en el mundo invierten gran capital político para recuperar espacios públicos que sus ciudades alguna vez perdieron al reemplazar, por ejemplo, parques o plazas por estacionamientos o grandes avenidas. Los alcaldes de estas ciudades han entendido que el espacio público es un medio efectivo para fortalecer el sentido de pertenencia e identidad en una ciudad, así como para mejorar la movilidad, estimular la actividad económica o preservar el patrimonio histórico y cultural. Además han reconocido que el espacio público constituye una de las principales herramientas para fomentar la inclusión social, pues en él convive la población independientemente de su origen, sus creencias o nivel socioeconómico. En contraste con espacios privados como un fraccionamiento o un centro comercial, el espacio público facilita la manifestación de algunos de los principales valores de la vida urbana como la diversidad.
Los alcaldes son, por tanto, actores clave en la preservación y recuperación del espacio público. En Nueva York, por ejemplo, el exalcalde Michael Bloomberg emprendió durante su mandato un ambicioso programa para transformar espacios viales residuales en pequeñas plazas equipadas con mobiliario urbano para invitar a las personas a utilizar espacios que anteriormente estaban destinados al tránsito vehicular. En París, la alcaldesa Anne Hidalgo ha sostenido una constante lucha para transformar más de tres kilómetros de la emblemática avenida Georges Pompidou al margen del Río Sena en un espacio libre de automóviles. En Seúl, el exalcalde Lee Myung-bak demolió una autopista urbana elevada de más de cinco kilómetros para liberar un nuevo espacio para crear un parque lineal a lo largo del arroyo Cheonggyecheon en el corazón de la ciudad. En Medellín, el exalcalde Sergio Fajardo construyó múltiples espacios públicos en los barrios más marginados de la ciudad, en donde también rediseñó numerosas vialidades para mejorar la movilidad peatonal. ¿Y en Aguascalientes?
En Aguascalientes nuestras autoridades continúan despreciando o ignorando el valor multidimensional del espacio público como herramienta no sólo para promover la cohesión social sino también para mejorar situaciones concretas como la seguridad y la movilidad. Por ello, con frecuencia es reemplazado por usos de menor valor como estacionamientos para automóviles que permanecen sin utilizarse la mayor parte del día. Así sucedió en algún momento reciente en que alguien tomó la decisión de convertir la explanada frente a la Policía Ministerial, en la glorieta de El Quijote, en un estacionamiento con reja perimetral, lo que claramente resultó en la pérdida de un espacio público de la ciudad.
Esto es una muestra de cómo nuestra ciudad se convierte gradualmente en lo que otras ahora pretenden revertir: un lugar con una oferta reducida de espacios para la convivencia e interacción y un sitio en el que se entregan a los automóviles los que alguna vez fueron espacios para las personas; como esa explanada en donde antes interactuaban transeúntes, trabajadores, boleros, ciclistas y otras personas, y que ahora es un espacio inerte.
Habrá quien diga que esa explanada era insignificante, pero quizás olvida que el atractivo de una ciudad no depende únicamente de contar con grandes espacios como el Complejo Tres Centurias, sino de garantizar una oferta amplia de pequeños y medianos espacios públicos de calidad distribuidos de tal manera que toda la población tenga acceso a ellos durante sus actividades cotidianas. Es innegable que las ciudades con mayor calidad de vida cuentan con una gran presencia de plazas, parques, jardines, explanadas, atrios, andadores, entre otros, que fomentan las actividades en el exterior, el encuentro, la interacción, la vigilancia pasiva, etcétera. ¿Apropiarse de la explanada era realmente la mejor solución? ¿No había otro lugar para estacionar automóviles? ¿Qué tal realizar un convenio con algún estacionamiento público? ¿En verdad no había alternativas?
La pérdida de esta explanada es una clara muestra, así sea simbólica, de cómo, en materia de espacio público, en Aguascalientes la prioridad está en destinar más espacio al automóvil. Es también un recordatorio de la necesidad de contar con una política más ambiciosa, estricta e integral de espacio público, así como de participar más activamente para monitorear e incidir en las decisiones que determinan el rumbo de la ciudad.
Quienes tienen al día de hoy el poder de decisión, tienen en esa explanada la gran oportunidad de recuperar un espacio público para mostrar, con hechos, que en Aguascalientes existe la voluntad de respetar el espacio público, y que el discurso de las autoridades de que en nuestra ciudad, en materia de urbanismo, las personas son primero, no es únicamente eso, un discurso.
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Estupendo editorial, toda la razon, saludos al autor…