- Los pequeños presenciaron zafarranchos, enfrentamientos, gritos, empujones, gritos, lanzamiento de objetos, amenazas y la cercanía de escudos antimotines
- Sus propios padres los pusieron al frente de la manifestación
Seis años, sólo tiene seis años. Sus manos pequeñas temblaban sosteniendo una pancarta en la que se leía “Sr. Gobernador, no nos deje a nuestras familias sin comer”; no conocimos su nombre, sólo el miedo en su rostro de niño obligado a ver (y permanecer al frente) de un conflicto que no le correspondía y que sólo deberían de haber enfrentado los adultos en la plaza central de esta ciudad.
En medio de la trifulca que se registró durante la mañana del lunes sobre la calle Madero, obstruida por decenas de camiones urbanos, niños como el pequeño del suéter azul presenciaron los golpes, las macanas, las detenciones, los gritos, empujones, amenazas, lanzamiento de objetos y los escudos antimotines, más grandes e imponentes que ellos aún.
Lloraba, su rostro comenzó a mostrar cada vez más pánico mientras su mamá le ordenaba que les dijera “a los de las cámaras y micrófonos” que lo habían golpeado los policías, que su papá necesitaba trabajar para darle de comer, que los dejaran trabajar.
Repetía casi murmurando alguna que otra frase inteligible por el llanto que no podía parar. Ni una sola autoridad se acercó a él para protegerlo. El niño del suéter no era el único, había más niños, uno de ellos con camisa blanca, tampoco podía ocultar su miedo ante un conflicto que no era suyo, y cuya solución no les compete ni a ellos ni a ninguno otro pequeño.
Segundos antes de que las cámaras se dirigieran al niño del suéter azul, se había registrado otro enfrentamiento, la violencia, la represión por un bando y la provocación del otro, fueron constantes por más de una hora enfrente de la Catedral de Aguascalientes.
Nadie cedía; el niño desapareció después de que quienes le acompañaban lo llevaron a las puertas de Palacio de Gobierno para seguir utilizándole de escudo. Pero la escena de pequeños corriendo para seguir a sus padres no terminó, minutos después en medio de otro zafarrancho y la tercera detención de un civil “por agresiones a la autoridad”, los niños también se vieron ir de un lado a otro sin entender bien lo que pasaba en la plaza principal.
Precisamente ahí, mientras que el caos reinaba, adentro del Palacio central se advirtió a los de Atusa que no habrá marcha atrás en el plan de movilidad, un tema que ninguno de los niños obligados a estar ahí, en medio del violento episodio, entiende ni entenderá. En videos ha quedado consignado para la historia cómo los propios padres de los pequeños los aventaban al frente de la protesta, quedando indefensos entre los manifestantes y los policías antimotines que avanzaban para el repliegue correspondiente.