Pasado mañana, primer domingo de junio, tendrá lugar la justa política del año 2019 en Aguascalientes y algunos otros estados de la República.
Como es bien sabido, la gran ausente durante la campaña de los candidatos fue la Universidad Autónoma de Aguascalientes, que durante 44 años de los 45 que tiene de haberse transformado en Universidad, se ha mantenido al margen de las campañas.
De los estudiantes. Éstos, que con natural inquietud juvenil pero sobre todo con toda razón como universitarios pensantes que son o que desean ser, han manifestado en múltiples ocasiones su propósito de organizar conferencias, mesas redondas o ejercicios que les ayude a comprender este fenómeno social -porque no son ajenos sino parte constitutiva muy importante de esta sociedad en que viven- con el propósito de participar activamente como ciudadanos en el caso de los que hubiesen cumplido 18 años de edad, o de prepararse para ello cuando lleguen a cumplirlos; pero no ha sido posible porque los rectores siempre se han opuesto a ello.
De los profesores. De la actitud de ellos se sabe poco al respecto fuera de la institución, porque aunque sé que muchos apoyan a los estudiantes, no he sabido de alguno que se manifieste públicamente en contra de la absurda actitud de la rectoría; parecieran mantenerse en segundo plano ante el temor de perder su trabajo.
De los rectores. Fuera del primero, quien solapadamente involucró a la Universidad en el inicio de la campaña política de 1975 a favor del PRI pero luego, al terminar en desastre el mitin que organizó en el patio principal de lo que llamábamos edificio central de la UAA y perder la posibilidad de ser designado como candidato a un cargo importante de elección popular, clausuró en los hechos, con una interpretación torcida de la Ley Orgánica, toda posibilidad de que la institución educara cívicamente a sus estudiantes en relación con los derechos que les otorga y las obligaciones que les impone nuestra ley suprema.
Hay infinidad de declaraciones extravagantes que podríamos citar al respecto, pero con un ejemplo es suficiente; veamos la de un rector tan respetuoso de la autonomía que pasaba más tiempo en el palacio de gobierno que en sus oficinas: “…el rector [nos dice el entrevistador Carlos Olvera] …dejó en claro que no se brindarán las facilidades para un futuro simulacro electoral, ni se repetirá una situación así pues los estatutos de la universidad prohíben prácticas de este tipo, ‘no he recibido otra solicitud y si la tengo será negativa’”.
Llama la atención que, por una parte, el rector mencione “los estatutos” y no la Ley Orgánica, que es la norma fundamental de la UAA; pero la otra y más lamentable, porque se ve que no conoce ni el estatuto ni la ley, al asegurar que “prohíben prácticas de este tipo”.
Para demostrar lo que afirmo van a continuación pruebas documentales contundentes extraídas de nuestra Constitución Política, de los programas de la SEP y de la propia Ley Orgánica de la UAA, marcando con negrillas la parte del texto que me parece relevante para el caso y tan fáciles de confrontar como escribir sus nombres en Google:
De la Constitución: En su artículo 3º nuestra Carta Magna dice:
“I. Garantizada por el artículo 24 la libertad de creencias, dicha educación será laica y, por tanto, se mantendrá por completo ajena a cualquier doctrina religiosa;
“II. [Sobre el criterio científico de la educación]
“a) Será democrático, considerando a la democracia no solamente como una estructura jurídica y un régimen político, sino como un sistema de vida fundado en el constante mejoramiento económico, social y cultural del pueblo;
“b) Será nacional, en cuanto -sin hostilidades ni exclusivismos- atenderá a la comprensión de nuestros problemas, al aprovechamiento de nuestros recursos, a la defensa de nuestra independencia política, al aseguramiento de nuestra independencia económica y a la continuidad y acrecentamiento de nuestra cultura;
“c) … III. … el Ejecutivo Federal determinará los planes y programas de estudio…”;
“VII. Las universidades y las demás instituciones de educación superior a las que la ley otorgue autonomía, tendrán la facultad y la responsabilidad de gobernarse a sí mismas… determinarán sus planes y programas;…”.
Del Título I Capítulo IV Este capítulo de la Constitución define lo que es un ciudadano, así como sus derechos y obligaciones.
Del Plan y Programa de Civismo. El establecido por la SEP para el nivel de Secundaria tiene, entre sus 232 páginas, todo un capítulo sobre Democracia y participación ciudadana con el siguiente contenido:
“La democracia como forma de organización social y política: principios, mecanismos, procedimientos e instituciones
“La democracia como base para la reflexión sobre asuntos que nos afectan, la toma de decisiones en función del bien común y la actuación conforme a ello
“Participación ciudadana en las dimensiones: política, civil y social, y sus implicaciones en la práctica.”
De la Ley Orgánica de la UAA. Al respecto, este ordenamiento nos dice:
“ARTÍCULO 3.- La Universidad Autónoma de Aguascalientes tiene por fines impartir la enseñanza media y superior en el Estado de Aguascalientes, realizar la investigación científica y humanística y extender los beneficios de la cultura a los diversos sectores de la población.”
“La educación que se imparta en la Universidad estará orientada al desarrollo integral de la personalidad y facultades del estudiante, fomentando en él, el amor a la patria y a la humanidad, y la conciencia de responsabilidad social.
“La Universidad examinará todas las corrientes del pensamiento humano, los hechos históricos y las doctrinas sociales, con la rigurosa objetividad que corresponde a sus fines.
“Los principios de libertad de cátedra y de libre investigación, normarán las actividades de la Universidad; la violación de estos principios en provecho de la propaganda política o religiosa, así como la comisión de actos contrarios al decoro de la Universidad y al respeto que entre sí se deben sus miembros, serán motivo de sanción de acuerdo con el Estatuto y reglamentos respectivos.”
Por lógica jurídica, el Estatuto debe facilitar la comprensión de la Ley y por tanto no la contradice, razón por la cual me parece irrelevante transcribir los textos relativos de éste.
Y quienquiera que lea y compare los textos transcritos podrá encontrar algunas omisiones en la Ley Orgánica de la UAA, pero nada que contradiga en lo esencial los preceptos constitucionales, sus leyes reglamentarias y su aplicación práctica por parte de la Secretaría de Educación Pública.
Yo los he leído, revisado y estudiado en repetidas ocasiones y siempre me encuentro con que el único párrafo de la Ley Orgánica que se parece al “fundamento” que alegan los rectores es el cuarto que transcribí de ella (omití el segundo) que según recuerdo es el que utilizan y que repito:
“Los principios de libertad de cátedra y de libre investigación, normarán las actividades de la Universidad; la violación de estos principios en provecho de la propaganda política o religiosa, así como la comisión de actos contrarios al decoro de la Universidad y al respeto que entre sí se deben sus miembros, serán motivo de sanción de acuerdo con el Estatuto y reglamentos respectivos.”
Los indeseables. Y tengo la certeza de ello, porque es el que se ha utilizado para reprimir a los indeseables que se atreven a ejercer la libertad de expresión garantizada no solo por la propia ley sino por nuestra Constitución Política, porque son un mal ejemplo para la “disciplina” de escuela privada y departamental que debe observarse en la UAA.
No es, pues, un error de interpretación. Es la utilización amañada de un texto para amenazar a quien se atreve a levantar la voz para que vuelva al redil, o bien expulsar o destituir a quien, rebelde, insiste en denunciar las tropelías autoritarias; aunque cabe reconocer que en la actual administración se están haciendo esfuerzos por superar esa etapa.
En todo caso, esta es la razón lógica y jurídica por la cual no se permiten ciertas prácticas en la UAA, institución que se precia de haber logrado establecer buenos laboratorios de carácter físico, químico, biológico, etc., pero cuando se trata de realizar ejercicios sociales y políticos, donde los objetos de estudio y hasta los materiales e instrumentos son en gran medida los propios seres humanos, se procuran evitar para que no los aleje del enfoque tecnocrático mercantil y porque son los que realmente hacen reflexionar y orientan “…al desarrollo integral de la personalidad y facultades del estudiante, fomentando en él, el amor a la patria y a la humanidad, y la conciencia de responsabilidad social” como lo señala la propia Ley Orgánica de la UAA que hemos transcrito, en consonancia con la Constitución.
Como usted habrá captado seguramente, lo que no acepta la Universidad es que su territorio se convierta en una arena de pleitos partidistas o de credos con la propaganda política o religiosa, porque de lo que se trata es de discutir sobre política, como también se puede discutir sobre religión o sobre cualquier otro tema, porque en la Universidad ninguno es intocable, pues la libertad de pensamiento y expresión es o no es; lo que no se debe hacer es recomendar o imponer nada, pues el único que debe decidir cuál enseñanza se adopta y cuál no, es el sentido crítico personal que es el que debe fortalecer la Universidad con la rigurosa objetividad que corresponde a sus fines.
Pero aceptar eso constituiría una seria amenaza para los intereses que controlan a la UAA burlándose de su autonomía, porque aunque parezca increíble lo que llamamos “comunidad universitaria” desconoce, en su inmensa mayoría, lo que debe ser la verdadera Universidad. Y así como está, está bien y así debe continuar, sumergida en la modorra de la gran mentira, misma que rector tras rector han repetido año tras año desde 1976.
Ojalá la rectoría supere también esta interpretación oscurantista heredada y no siga dando el lamentable espectáculo de oponerse a la participación de la Universidad en procesos cívicos como el actual, lo que sería altamente provechoso no solo para la comunidad universitaria sino para la sociedad toda, que vería en ella el faro orientador que necesita.
Además, debe haber entre los estudiantes y profesores de Derecho, de Sociología y sobre todo de Ciencia Política y Administración Pública, quienes estén conscientes de estos problemas y estén entre los que hayan realizado esfuerzos por realizar esos ejercicios, pero que finalmente hayan doblado las manos ante la apatía de sus compañeros y el temor de verse amenazados por la represión que, algunos dicen, ya no existe. ¿Pero qué clase de mundo esperamos tener si la juventud pierde el impulso ante la lucha por la justicia?
Nos quedó pendiente un tema que no se debe soslayar: el de la intromisión de los partidos políticos en la UAA. Esperamos tener la oportunidad de tratarlo en fecha no lejana.
AVISO: La semana próxima continuamos con La Decadencia del Imperio.
Por la unidad en la diversidad
Aguascalientes, México, América Latina