Todo arte joven es impopular, y no por caso y accidente,
si no en virtud de un destino esencial.
Ortega y Gasset, La deshumanización del arte
Cuando fui invitado para dirigir el Taller Nacional de Gráfica (TNG) pensé en las consecuencias de este hecho y sus posibilidades. Consecuencias, en cuanto a cómo mi presencia y mi gestión podría abonar al desarrollo de las nuevas generaciones de artistas y posibilidades de que el trabajo hecho con el proyecto del taller, abrieran las puertas a una nueva generación de artistas gráficos en el país.
Parte de esta reflexión tuvo su epicentro en estudiar de manera profunda, los apoyos existentes en México y en Aguascalientes para el apoyo a la producción, su calidad y los espacios expositivos que se disponen para el desarrollo integral de los profesionistas en las artes visuales.
El sistema de becas, o el mecenazgo de estado, es a primera vista una de las herramientas más útiles para apoyar y dinamitar la producción artística local. Habría que cuestionar y revisar la calidad, el seguimiento y el aprovechamiento de los fondos que se destinan. En segundo término, y no por eso menos importante, la cantidad de presupuesto asignado y los montos que esas becas representan. ¿Es suficiente el apoyo para asegurar una producción de calidad?
Esta reflexión puede y tiene ambivalencias que no pueden quedar relegadas a reflexión, quisiera pensar entonces desde dos términos que la teoría cultural ha puesto sobre la mesa: la democracia y la democratización. La primera como un constructo que tiene su origen en la participación ciudadana, es decir, en la integración de la comunidad a la creación de cultura. Por el otro lado, la democratización es un ejercicio que garantiza el acceso de todas y todos a la llamada “alta cultura” o como podemos conocerle: la cultura que todos entendemos al reconocer a alguien como “culto”.
Ambas formas de promover cultura (cabe destacar que no se eliminan entre sí, y que la mayoría del tiempo conviven) son un ejercicio que, si no se observa con detenimiento, pueden derivar en una imposición ideológica. Así, pues, el Fondo Nacional de Creadores fue reconocido en los 90 como un proyecto de imposición ideológica en la producción artística, una ideología neoliberal que promovió, en su mayoría, el arte de la época, relegando así al arte que pretendía seguir reflexionando sobre lo “mexicano”.
Por otro lado, la democracia cultural demostró que la opinión de las masas no siempre es acertada y que, aún en el consenso, podemos fallar en la construcción de ideas e ideologías. Para acertar el punto, quisiera exagerar en la analogía, observemos pues la Alemania Nazi y su popularidad, la adopción de conceptos y formatos culturales que partían de una idea hostil.
No pretendo cuestionar aparatos éticos ni formación ciudadana, pero estos ejemplos de imposición ideológica tienen un gesto común: la falta de diálogo y reflexión con el otro.
Lo cierto es que el arte y la cultura están, como todo en la sociedad, formados por diversos agentes que se relacionan entre sí y estimulan en la producción. Así, pues, no sólo existe un artista, su obra y un espectador en la exposición, dentro de un evento de esa naturaleza participan: curadores, gestores, museografos, instituciones culturales gubernamentales y no gubernamentales, espectadores, galeristas, etc. Esta complejidad que abarca la creación de un simple evento expositivo, permite ver de manera superficial, los puntos de diálogo que en un principio se deben fomentar. La sincronía, los ambientes favorables para el desarrollo de cada agente son fundamentales para el crecimiento del arte en el estado.
De tal que, bajo esta perspectiva, mi cuestionamiento fue directo a ¿es suficiente que los apoyos de PECDA sean en el sentido monetario? Si bien, la beca requiere una “retribución social” que puede manifestarse en talleres o exposiciones, pienso que no queda bien planteado cuál es el fin de este apoyo.
No cuestiono entonces el financiamiento sino el seguimiento que tiene dicho fondo y la formalidad en la experiencia que brinda ser becario del estado para producir. Ante estas reflexiones, y el panorama actual del estado en materia de arte, observé con gusto que la Fundación Andrés Vázquez Gloria no es la única organización que reflexiona y trabaja sobre los diálogos y las reflexiones sobre la otredad.
Actualmente lugares como Diversx, Casa Comuna, Casa los Fuegos y otras organizaciones ofrecen un sistema de residencias que permiten a los artistas locales y extranjeros, compartir un lugar en común y producir en conjunto, explorando las diferencias y similitudes, enriqueciendo así la experiencia de producción. Así, pues, desde la F.A.V.G. hemos entablado relaciones con otros estados de la República y otros países, buscando favorecer la experiencia de nuestros artistas locales y la de los extranjeros al ser invitados a Aguascalientes a producir. No son pocos los casos de éxito en la experiencia de residencia, actualmente siete artistas se preparan para asistir a Bolivia, dicha experiencia se ve enriquecida en el trabajo conjunto con gestores, curadores e instituciones que se suman a la búsqueda de recursos para cubrir gastos de manutención. Dicha experiencia se corona con una exposición individual o colectiva, ya sea en el país o en el lugar de residencia.
Dicho modelo lo he intentado replicar en el Taller Nacional de Gráfica, así, pues, se han invitado artistas que vienen a enriquecer la experiencia de los alumnos de la Universidad de las Artes y a su vez, enriquecen su obra con una producción que comprende en otros aspectos, las posibilidades de su producción frente al otro.
Ante esto, el llamado es a replantear la importancia de la producción local y no sólo del ámbito artístico, si no, en el trabajo para fomentar la sinergia entre agentes culturales que hagan favorable el circuito del arte para todas y para todos.
@AndresVazquezGloria