No oigo, no oigo, soy de palo, tengo orejas de pescado. Será que los peces no escuchan o qué; según la ardua investigación que llevé a cabo en internet para despejar esta duda o afirmar la cantaleta infantil de los setenta, los peces sí escuchan, que no tengan orejitas como nosotros es otra cosa, pero según los biólogos marinos más reconocidos y los veterinarios más picudos, los amigos pececitos sí escuchan, mire, si las plantas escuchan, o por lo menos eso pienso cuando mi mujer se pasa las horas charlando con ellas, creo que ya hasta nombre tienen, una se llama Violeta, otra Petunia, no sé a ciencia cierta si son apodos o nombres de pila pero está más que probado que las plantas escuchan, cuantimás los amigos escamosos.
Bueno, pero aclarando la frase no oigo, no oigo, soy de palo, tengo orejas de pescado, efectivamente los pescados no escuchan, ya están muertos, peces-pescados, gran diferencia, nosotros no comemos peces, nos empacamos un delicioso pescado a la veracruzana, o al ajillo, pero nunca un pez, en fin, entonces efectivamente los pescados no escuchan. Estimado lector, dije que ya no más pixeles y tinta gastada en el líder supremo de esta golpeada nación, pero es que de plano, las cosas que pasan en México son consecuencia de sus decisiones, no le quiero decir pescado ni mucho menos, porque sería como decirle que no escucha porque está muerto pero los hechos me orillan a reflexionar sobre la sordera por conveniencia, sordera psicológica o sordera por terquedad del jefe tlatoani. Y mire que la negación a los hechos puede ser algo muy, pero muy peligroso, a estas alturas del texto debo aclarar nuevamente que quiero que le vaya bien a su gobierno, que el creador lo ilumine, que se rodee de gente brillante para que todo lo que dijo se cumpla, que exista una nueva nación emanada de la cuarta transformación, que sí de plano el cáncer que nos está matando es la corrupción y él tiene la fórmula para extirparlo y dejarnos sanos, adelante bienvenidas las acciones; pero si es puro pájaro nalgón, mejor le damos vuelta a la página y le buscamos en otros colores. La cosa es que nos vaya bien, con él, sin el o pesar de él, mire que las encuestas donde miden los índices de aceptación están bajando y no lleva ni un año al frente del cuerno de la abundancia, se imagina con qué números va a llagar -sí se acepta- a la consulta ciudadana, léase revocación de mandato, al paso que va, el pueblo sabio, el que manda -según el- lo va a mandar a la banca y es lógico, la expectativa es muy alta y los resultados son pocos, a veces lentos y en algunos rubros nulos.
El jefe supremo parece que no quiere escuchar las voces de la realidad, es una constante en su comportamiento, cuando se alzan pronunciamientos, se presentan cifras o estadísticas que no le favorecen o no van con la estafa maestra, perdón con el plan maestro, entonces no existen, están truqueadas, hechas por sus detractores para ponerlo en mal, el eterno delirio de persecución que lo agobia desde que era candidato en 2006, es de sabios equivocarse y rectificar, afortunadamente la vida del ser humano es tan benévola que nos permite retomar el camino cuando andamos por las brechas incorrectas.
De pronto un grupo de personas decide que el cinco de mayo es una buena fecha para manifestar su sentir, dejar ver la inconformidad contra el rey, organizarse en todo el pías y mostrarse sin capuchas ni maniobras violentas ante la opinión pública, que no estamos de acuerdo con la línea que está siguiendo don Andrés para gobernar el país que es de todos, que fue de nuestros ancestros y será de las nuevas generaciones, no vamos bien y el pueblo lo sabe, o qué, ese pueblo no es el pueblo sabio al que siempre se refiere, existen dos pueblos, el suyo y el de nosotros.
Fue un ejercicio interesante y necesario, desacreditado como todo lo que no está a favor del jefe y exitoso para los que no comulgamos con su forma de hacer las cosas, y aquí vuelo a reiterar, no porque no esté de acuerdo le estoy deseando el mal a él o a su gobierno, no estimado lector, yo como usted y como todos los mexicanos quiero ya salir de este bache extenso y eterno en el que estamos sumidos, no quiero a la mitad de esta historia de casi seis años decir los que los Enanitos Verdes dices en su rola “Dale Pascual” al referirse a Carlos Saúl Menem “el predicador no engaño, su vida no es la que dios mandó”, y no estoy eximiendo de toda culpa a las administraciones pasadas con sendos personajes para series de Netflix, no señor, estoy muy consciente que este hoyo no se cavó cuando llegó don Andrés, han sido muchos los que hicieron crecer la brecha de la desigualdad en este país, pero nadie, bueno, sí, Vicente lo dijo, pero nadie con tanta insistencia ni con ese extraño rencor ha dicho que todo está mal, sigue mal, pero a partir de mañana todo va a estar bien, súper, pero, que cree jefe supremo ya llevamos seis meses y los cambios ni sus luces, insisto, ya lo dijo uno de mis actores favoritos, el maestro Alcázar, el presidente no es Harry Potter para sacar la varita y arreglar todo, eso me queda claro, más que claro pero lo que incomoda es la actitud, tiene orejas de pescado y eso está dividiendo a la sociedad en dos, su pueblo y el otro pueblo, el que marcha y se manifiesta, el que observa y critica, el que propone y sugiere, el que se incomoda por tanta ocurrencia, yo pensé que ya nos habíamos desecho del estilo Quique pero parece que no.
Qué bueno que haya manifestaciones en contra mía, pero no dijo, que bueno que el pueblo se manifieste en mi contra, porque el pueblo es sabio.
Jefe, no nos dividas ni nos inventes cosas, no digas cosas que no son, mejor une a la banda y ponte a trabajar como dios manda; por cierto yo soy parte de tu pueblo, ¿no?
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