Estimado lector, estoy completamente convencido que en nuestro país pocos son los intentos y esfuerzos serios que se hacen para llegar a buen puerto en muchos temas de vital importancia para el desarrollo económico, social y por supuesto político. Aprovechando que estamos en mayo, celebrando al docente y al estudiante hagamos una reflexión sobre el tema; la educación o mejor dicho la formación académica y la profesionalización de los mexicanos a través de instituciones públicas y privadas que brindan un servicio que está lejos de arrojar frutos que nos hagan crecer como nación.
Vayamos al origen, según yo, de entrada, primero es necesario identificar sí las instituciones forman o educan; recurrí a mi viejo Diccionario Enciclopédico Océano, dicho sea de paso, aquel que me acompaño desde la primaria y que fue un regalo de don Jesús Azocar y encontré que educar es un verbo transitivo que refiere dirigir, enseñar, encaminar. Desarrollar las facultades intelectuales y morales del niño. Desarrollar las facultades físicas. Perfeccionar los sentidos. Enseñar urbanidad y cortesía.
Seguí con la búsqueda y encontré formar: “Dar forma. Juntar o congregar diferentes formas o cosas. Hacer o componer varias personas o cosas el todo del cual son partes. Criar, educar, adiestrar. Adquirir una persona más o menos desarrollo, aptitud o habilidad en lo físico y en lo moral”.
Con base en sendas definiciones de diccionario de papel, desde mi óptica considero que la educación la adquirimos en casa, a través de las costumbres, tradiciones, legados y herencias sociales que la familia alcanza a lo largo de la vida, en casa nos dirigen para seguir los pasos de la rectitud de acuerdo a la tradición del apellido, nos enseñan y nos encaminan por la vida de acuerdo al cristal con que se mira la realidad para este primer núcleo social, nos ayudan a perfeccionar sentidos y hablamos de normas de comportamiento y urbanidad. Está mal tirar basura por la ventana de un vehículo en movimiento, es de mala educación interrumpir a quién esté hablando, es una cortesía ceder el paso al peatón en la calle, etc., somos educados en casa y formados en las instituciones llamadas escuelas, institutos, colegios, centros, universidades.
Llegamos a 2019 sin pena ni gloria y volteando a ver a Vasconcelos como el autor de la primera reforma educativa, proponiendo programas de educación popular, escuelas rurales, vamos, acercar la educación al mayor número posible de mexicanos, sin duda un pilar en esto de la formación académica del pueblo -el sabio, no vaya a creer que hablo del otro pueblo, el fifí-, la visión de don José de transformarnos a través de la educación, si señor de la educación no de la transferencia y creación de conocimiento, Vasconcelos se centra en la difusión de la cultura, con programas de instrucción popular, entiendo que como primera etapa de esta loable misión fue correcto el enfoque, pero no podemos permitir que el presidente de la República siga citando al primer secretario de Educación como la línea a seguir aderezado con los conflictos políticos y los intereses nefastos de la Coordinadora y el Sindicato que coarta el desarrollo de la formación académica en nuestro país. Fuimos y somos educados para ser sumisos para memorizar no reflexionar, para aprender una tarea y replicarla por los siglos de los siglos sin cuestionarnos sí es correcto o no lo que se está haciendo.
No estamos formando talentos, ni transformando al país, estamos replicando esquemas que según la mafia del poder, ahora la cuarta transformación es lo que el país necesita, claro necesita un pueblo que no piense y no evolucione, que no proponga, mientras mas sumisos y mejores replicantes de la historia sin saber el por qué de las cosas, es mejor; voltee al resto de las naciones, incluso en Latinoamérica, la formación académica cambio, el modelo que se usa en la mayor parte del planeta les permite tener una sociedad mejor preparada, participativa y comprometida con el cambio social, que sin duda genera economía, la economía del conocimiento.
Por qué en México nos cuesta tanto trabajo romper con el viejo esquema escolar, continuamos con el modelo educativo prusiano, aquel que Federico II de Prusia implementó en el siglo XVIII y que la Secretaria de Educación Pública y sus secuaces insisten en mantener vivo, basado en un sistema militar de obediencia y sumisión, ejecución y cero razonamientos. Este modelo se replica en la actualidad con aparente “éxito” en sociedades como la nuestra, donde la premisa dice que todos los niños deben asistir a la escuela a recibir cierta información para superar niveles y por consiguiente memorizar dicho material, el cual sí no se aplica o se desarrolla a posteriori de manera personal no sirve de nada; aprendimos cantando las tablas de multiplicar pero nunca razonamos el por qué de la operación; pero la meta parece clara, el sistema nos quiere preparar para el mundo del mañana. Lo que pasaba en Prusia en aquellos años era que don Fede II formaba generaciones de soldados prestos para entrar en acción, ejecutar y no razonar, en la “educación formal” es lo mismo se preparan trabajadores y mano de obra dócil, mire que de ahí se origina el concepto de la educación obligatoria y gratuita, bandera de modernidad y orgullo en nuestro país.
Y así la hemos pasado, sí bien la educación a distancia, las licenciaturas ejecutivas, los modelos de escuelas activas, los métodos Montessori, la formación personalizada de Pierre Faure coadyuvan al cambio de modelo en México, aun quedan muchos pendientes por resolver, los cuales por cierto urgen despejar, pero entiendo perfectamente que no son prioridad para esta administración, mientras los reflectores del tema de la “educación” giren hacia los conflictos magisteriales y la indefinición de una mal llamada reforma educativa, vamos a seguir cantando las tablas de multiplicar, aprendiendo de memoria la vida y obra de los héroes personales de don Andrés, sin duda en primer lugar Juárez, y todo eso para qué, para acreditar el año, ser removido al siguiente nivel, memorizar sin analizar, acabar y buscar un empleo medianamente remunerado, quieto, estable, listo para formar una familia y llevar a los hijos a la escuela donde toda la familia ha estudiado por tradición… y la economía del conocimiento dónde quedó, el crecimiento como nación, dónde está; no pasa nada, para eso están las novelas, las series, el futbol, los canales digitales en las nuevas plataformas, usted tranquilo y yo nervioso, ya me voy porque voy a la escuela, hoy toca cantar la tabla del 6.
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