La discreción fue una de las virtudes cultivadas con esmero por Jesús Terán; nunca se vanaglorió de sus triunfos para obtener apoyos, favores ni posiciones políticas. Por eso y por haber muerto en Europa, satisfecho por haber cumplido a cabalidad la misión confidencial que le encomendó el presidente Juárez pero sin disponer de tiempo para asegurar que su archivo quedara a disposición de la institución encargada de tomar nota del contenido completo de su archivo -no solo de la correspondencia sostenida con el presidente de la República y con el secretario de Relaciones Exteriores- y a disposición también de los investigadores de la historia patria, muchas de sus admirables aportaciones a la Nación quedaron en el olvido, razón por la cual Justo Sierra hizo, en el libro que publicó en el centenario del natalicio de Benito Juárez, la siguiente reflexión acerca del trato injusto que se le ha dado a Jesús Terán:
“El gran mejicano D. Jesús Terán, un hombre de raras virtudes, austero, de talento extraordinario, patriota sin ofuscaciones ni desfallecimientos, á quien sus correligionarios han tratado con desvío que viene de incomprensión, pero que merece y obtendrá eminente puesto en la historia de Méjico…”“…murió lejos de su patria, á la que se había consagrado noblemente, y que aun no le recompensa otorgándole un premio de honor, proporcionado á sus esfuerzos.”
Quiero hacer hincapié en la frase “…á quien sus correligionarios han tratado con desvío que viene de incomprensión…” pues hubo incluso quienes no solo no se preocuparon por investigar su obra sino que la soterraron, como es el caso de parte importante de la correspondencia generada durante su misión confidencial en Europa que se encontraba en el Archivo Histórico de la Secretaría de Relaciones Exteriores, o el retrato ubicado en la sala de dicha Secretaría en la que están todos los de quienes han sido sus titulares, al grado de que ni siquiera aparece su nombre en la relación histórica de sus secretarios.
Pero vayamos al desarrollo del papel que desempeñó primero como consejero del Secretario de Relaciones Exteriores y luego como su titular, en la primera etapa de la
Invasión francesa de 1862-1867
En otras entregas hemos hecho referencia a los detalles de la invitación que el presidente Benito Juárez le hiciera a Jesús Terán para integrarse a su gabinete como secretario de Justicia y Fomento en Diciembre de 1861, encomendándole además su apoyo al secretario de Relaciones Exteriores Manuel Doblado, a juzgar por la abierta actuación de Terán en lo relacionado con la intervención militar en marcha por parte del emperador francés Napoleón III quien había conseguido que España y el Reino Unido de la Gran Bretaña se unieran a la flota invasora que desembarcó en Veracruz ese mismo mes, con el pretexto de reclamar el pago de la deuda exterior que el gobierno nunca negó pero se vio en la necesidad de suspender, debido al estado de quiebra provocado tanto por la invasión estadounidense de 1846-1848 en que perdimos la mitad de nuestro territorio, como a la guerra civil que al perder los conservadores monárquicos con la derrota definitiva del dictador Antonio López de Santa Anna ante los liberales republicanos, habían recurrido al emperador francés Napoleón III para que les ayudara a recuperar el poder a pesar del rechazo popular, terminó como una invasión de conquista.
Es en este momento cuando -después de la primera reunión de Manuel Doblado con los comandantes de las tres escuadras en la que le plantean sus demandas- la participación de Jesús Terán se torna decisiva al convencerlos de firmar, el 23 de Febrero de 1862, los “Preliminares La Soledad”, (nombre de la comunidad veracruzana donde se realizaron las pláticas), después de lo cual las escuadras francesas y española se retiran, no así la francesa, que deshonrando la palabra de su representante permaneció firme en las posesiones militares establecidas en Veracruz, con órdenes estrictas de Napoleón de tomar la ciudad de México, dejando al descubriendo su tramposo juego.
El ejército francés, el más poderoso del mundo, estaba convencido de que con solo seis mil soldados, la conquista de México era un juego de niños como lo demuestra la siguiente transcripción:
“A finales de abril, Lorencez desconoció los Tratados de Soledad y se puso en marcha, junto con sus efectivos, hacia Puebla, con el fin último de conquistar la Ciudad de México. A los militares franceses los rodeaba un aura de invencibilidad en combate dado que no habían sido derrotados desde Waterloo, casi 50 años antes, con sonadas victorias en las batallas de Solferino, Magenta y Sebastopol. Esta actitud quedó de manifiesto en el siguiente mensaje, que Lorencez envió al conde Jacques Louis César Alexandre Randon, ministro de Guerra francés, poco después de la batalla de Las Cumbres: ‘Somos tan superiores a los mexicanos en organización, disciplina, raza, moral y refinamiento de sensibilidades, que le ruego anunciarle a Su Majestad Imperial, Napoleón III, que a partir de este momento y al mando de nuestros 6,000 valientes soldados, ya soy dueño de México’.”
La derrota del ejército francés a manos del supuestamente “débil y atrasado” pueblo mexicano fue una vergüenza para el imperio comentada en todo el mundo y Napoleón no podía permitir que tal atrevimiento quedara sin castigo; así pues, quintuplicó sus fuerzas, que se prepararon durante un año para lanzarse por segunda vez contra Puebla cuyo épico sitio, que finalmente se perdió, a diferencia de los tres días que duró la batalla del año anterior y a pesar de la superioridad de las fuerzas se sostuvo durante dos meses, lo cual también resultó decepcionante para Napoleón el pequeño.
Pero conviene reflexionar en que ni el triunfo de México del 5 de Mayo de 1862 obtenido por el General Zaragoza, ni los dos meses con que el General González Ortega logró detener a las fuerzas invasoras en el sitio de 1863 para garantizar la subsistencia del gobierno hubieran sido posibles, si el aguascalentense Jesús Terán no hubiese convencido de retirarse a las fuerzas británicas y españolas, permitiendo al presidente Juárez sostener el gobierno itinerante que finalmente le permitió derrotar al imperio francés.
También conviene recordar que el frente diplomático que presentó Terán en Europa condujo a desenmascarar la farsa con la que Napoleón III había engañado a pueblos y gobiernos haciéndoles creer que venía a salvar del salvajismo a un pueblo ignorante y miserable.
Y eso significa, en pocas palabras, que se garantizó la soberanía y se recuperó la confianza del pueblo de México en sí mismo, que había perdido con el pérfido Santa Anna.
El 5 de Mayo en Estados Unidos
Finalmente, una reflexión curiosa: la celebración del 5 de Mayo en México ya no tiene -al igual que otras fechas similares- la fuerza ni el contenido que tuvo durante mucho tiempo.
Y vale decir que, aunque deformada, los estadounidenses la celebran tanto o más que aquí pero sin saber, tampoco, que la propia existencia o por lo menos la rápida expansión que manifestaba ese país dependió de nuestro triunfo sobre Francia, pues lo que pretendía Napoleón no era solo conquistar a México, sino tomarlo como base para apoderarse de todo el Continente Americano, incluido ese otro imperio en proceso de desarrollo que es el ya decadente de las barras y las estrellas que para Napoleón significaba una amenaza para la hegemonía mundial que pretendía consolidar.
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Atenta invitación
¿Qué significa la compra de votos?
Es el tema con que el ciudadano Ing. Ignacio Ruelas Olvera, Consejero Presidente de la Junta Local Ejecutiva del Instituto Nacional Electoral, iniciará el coloquio mensual de la Agrupación Cívico Cultural “Amigos de Jesús Terán” el martes 14 de mayo a las 6 de la tarde, como de costumbre, en la Casa Terán. Anótelo en su agenda.
Por la unidad en la diversidad
Aguascalientes, México, América Latina
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