Carlos Reyes Sahagún
Cronista del municipio de Aguascalientes
El pasado 23 de mayo se cumplieron 184 años de la separación del territorio de Aguascalientes de Zacatecas, para formar una nueva entidad de la nación mexicana -primero departamento, luego estado, según la orientación de la República, centralista o federalista-. Como de costumbre, la efeméride pasó desapercibida, por tres razones a escoger: el Día del Estudiante opaca cualquier otra celebración; los recordadores oficiales no se han enterado; es mejor olvidar la fecha, dado que el promotor del divorcio fue el mayor villano de la historia de México, el general Antonio López de Santa Anna.
Haya sido como haya sido, el hecho es recordado en el primer mural que Oswaldo Barra pintó en el Palacio de Gobierno, en 1961, para escándalo de las buenas conciencias, que en su momento impugnaron la escena.
En ella se muestra a Su Alteza Serenísima, no muy serena, con cara de rufián, apuñalando al país con su mano izquierda en el contexto de la guerra con los Estados Unidos, mientras que con la otra le da a doña Luisa García Villa la Libertad de Aguascalientes, todo para que ahora haya quienes pretendan regresarles a los zacatecanos lo que Santa Anna les quitó, o por lo menos a algunos zacatecanos.
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