Men theorize about love,
but women are more often love’s practitioners.
bell hooks
Hace apenas unos días conocí a bell hooks (así, en minúsculas). Su nombre me brincó en un artículo sobre el amor, y un link me llevó a otro, a otro y a otro. Encontré dos de sus libros -de manera ilegal, but of course– en línea: El feminismo es para todo el mundo y All about love.
Esta crítica del feminismo escribe (al menos en ellos) del amor desde la práctica feminista lesbiana y heterosexual. Describe cómo en los inicios de los pensamientos y movimientos feministas, la gran desilusión en las relaciones amorosas y sobre todo en el amor heterosexual fue lo que hizo que las mujeres se replantearan su lugar en el mundo a partir de su participación en el amor y que de ahí derivara el rencor, el despecho y la amargura contra el amor mismo y los hombres. Aunque pasó de manera muy similar con las lesbianas. Al final todas nos sentimos sumamente traicionadas y enfocamos nuestra idea de liberación contra los ideales del amor romántico, sostenido prácticamente en su totalidad en valores patriarcales, por lo que la apuesta fue quitarnos la venda de los ojos que nos hace vivir por el hombre y para el hombre; si dejábamos de hacer todo lo posible e imposible en nombre del amor, seríamos libres, pues el amor romántico está ligado a la idea de dominación y sometimiento, al cuidado que prodigamos las mujeres, contrario y complementario al de poder y fuerza, protección y proveeduría de los hombres.
Y ahí estaba yo, de link a link, de pdf ilegal a dos lagrimitas cruzando por mi rostro en honor a todas mis relaciones amorosas fallidas, habidas y por haber, cuando conocí -en el sentido más ramplón de la palabra- a Fabiola. Cruzó toda la calle a punta de golpes propinados por Ricardo y sus manos gruesas que apretaban los brazos delgados de esta mujer, uno de ellos con un tatuaje en tinta negra con su nombre en cursivas: Ricardo.
La verdad es que poco importa el papel que jugamos todos los involucrados en la escena, los que se acercaron a ayudarla y enfrentar a Ricardo, los que llamaron a la policía, los que fungieron como espectadores, yo misma. Al final todos nosotros tuvimos algo que contar pero Fabiola se fue a casa a seguir con su drama, con el reconocimiento de los golpes, de su angustia y su vida. Una mujer más en el mundo que es tundida a golpes por su hombre, sometida, vulnerada, humillada.
Fabiola estaba festejando su cumpleaños con Ricardo porque es el hombre que ama en alguna de las formas en que las mujeres amamos a los hombres y por las razones que lo hacemos. O tal vez no lo ama. Estar con él implica un montonal de causales que son dignas de analizar antes que de juzgar. Y en medio de la celebración Ricardo comenzó a golpearla. Otra vez.
Ya lo he dejado muchas veces pero siempre regreso, ya me ha golpeado mucho, mira, estas son las marcas de las mordidas que me deja, la última vez me pegó con un tubo en la cabeza, la última vez lo denuncié, la última vez amenazó con matarme si lo dejaba, me busca y me sigue por todos lados, no me deja vivir, le tengo miedo y por eso regreso, me prometió que todo iba a cambiar y me invitó a festejar mi cumpleaños y yo dije que sí, Ricardo me obliga a tener relaciones con él porque si no quiero irá a buscar a mis hijos y yo no puedo permitir que le haga algo a mis hijos, prefiero que me lo haga a mí pero esto ya no es vida, ya no quiero vivir así, mejor un día me ahorco antes que seguir con esto.
Ni bell hook ni ninguna teoría nos enseña lo que hay que decir y hacer en esos momentos, porque para teorizar usamos palabras académicas que van perdiendo sentido de tanto pronunciarlas. Teorizar implica definir, hacer hipótesis, desarrollar, hacer conexiones, comprobar, muchas veces concluir. Qué dejamos fuera, por qué esto es o no amor, de dónde viene, con qué se come.
Tranquila, respira, ahorita primero respira y luego nos vamos a denunciar, si quieres, ¿quieres? Sí veo las mordidas, te creo, sí veo las marcas, sí veo qué es lo que te duele, aquí me voy a quedar. Estéril. Estúpido. Obvio. Pero no fui a la única que le pasó. Y cuando llegó la policía de plano no quiso hacer nada. Buscar a Ricardo para detenerlo, no. Entender la situación, menos. Hay montones de llamados por atender iguales, dijeron, y no pasa nada, no van a invertir la noche en otro caso más de lo mismo, pensé yo. Imbéciles. Incompetentes. Estéril, también. Un pleito pasional. Aparte Fabiola huele a alcohol (que estaba festejando, sabe), así no puede ir a denunciar porque la van a mandar al carajo, no la van a atender, mejor mañana, ya relajada y serena que vaya y denuncie. Pero Fabiola no lo hizo. Las ganas de denunciar esa noche, acompañada, se disolvieron por lo que haya sido. Y Ricardo seguramente regresó a buscarla, enojado y vengativo porque ya juntaste a esta pinche gente para que te defiendan, le gritó.
Cosas de pareja, así es el amor. Agresivo, pasional.
De crímenes pasionales todavía titula la prensa a los asesinatos, a los feminicidios en nombre del amor romántico, ese que permite todo y que hace perder el control, ese que sirve a los intereses del patriarcado, y que el Estado y la sociedad no se han tomado la molestia de atender. En eso derivan los golpes y las vejaciones, en crímenes pasionales. El amor mal adquirido, mal planteado, mal entendido por mujeres y hombres. La amaba tanto y era mía que no iba a permitir que me dejara, por eso la rocié con ácido, nadie la va a querer desfigurada; por eso le prendí fuego; por eso tuve que matarla.
Y pues aquí estamos todas leyendo sobre la práctica política del amor. Nadie va a decir que no es necesario, porque precisamente nos urge pensarlo. Dice bell hooks que el compromiso del feminismo es acabar con las prácticas de dominación en todos los sentidos involucrados. Hombres y mujeres, en binario. Heteros, gays, trans, lesbianas, whatever. El lío está en que la crítica feminista hacia el amor romántico nos rebasa en la práctica porque no hemos sido capaces de ampliar los contextos, las situaciones, porque hemos centrado nuestro discurso a odiar al amor en público y en privado. Porque no hemos apuntado a que el amor y sus prácticas también deberían ser un tema de Estado. Unos teorizan más que los que lo llevan a la práctica. Todos seguimos confundiendo el amor con el poder. Todos trastocamos el amor. Dice hooks: El poder transformador del amor no se acepta en su totalidad porque frecuentemente creemos que el tormento y la angustia son nuestra condición “natural”. Y Fabiola quién sabe cómo esté.
@negramagallanes