La noción de civilizado se suele oponer en nuestra cultura a la de bárbaro. En su acepción moderna, alude a la cives, la ciudad concebida por los romanos como paradigma de una cultura superior y de “la civilización”. ¿Pero puede hablarse válidamente de una civilización moderna basada en un modelo insostenible?
A raíz de la grave contingencia ambiental del otro día en la capital del país, parece que por fin empezamos a darnos cuenta de que la contaminación es grave, y que nos puede matar más que lentamente.
Ya sabemos (y hay amplia información y cifras disponibles que lo confirman de todo tipo de agencias, gobiernos y ONG), que los humanos del siglo XXI tenemos sin duda la fórmula ideal para consolidar el cambio climático acelerado y la consiguiente destrucción de la naturaleza: el paradigma antropocéntrico de corte neoliberal.
Sabemos también que el sistema económico actual ha hecho que vivamos cada vez más en “sociedades líquidas” (Bauman), en un mundo de insatisfacción permanente, donde debemos cumplir las expectativas del consumo y del mundo “civilizado”. Y para ser civilizados, debemos ser individuos con cada vez más metas que nos permitan “triunfar” de modo indiscutible en la vida. Así que los aproximadamente siete mil millones de humanos en el mundo que se dice fácil, sobre todo en los países más industrializados del norte global; somos seres deseosos, modernos y con una legítima aspiración a ser “civilizados”, occidentales y modernos (y si se puede, también blancos, delgados, bonitos y güeros); y hemos hecho de la naturaleza un medio y no un fin, de modo que es perfectamente válido, en una visión tan antropocéntrica como suicida, transformarla y destruirla para lograr nuestro “crecimiento” social y nuestra insaciable satisfacción individual.
Por el momento, valga decir que reducir la cantidad de gases de efecto invernadero implica necesariamente un cambio de paradigma (aunque no conozcamos a Khun), donde podamos replantearnos individual y colectivamente nuestra relación con la naturaleza y su instrumentalización como una “cosa” a nuestra disposición y susceptible de ser explotada y mercantilizada hasta destruirla. Así que la contingencia ambiental de la semana pasada en la Ciudad de México es sólo la parte más visible de una grave crisis ambiental de evidente causa antropogénica que llegó para quedarse.
Es claro que los gobiernos de todo nivel están más que concernidos y llamados a hacer una política ambiental que hasta ahora brilla notablemente por su ausencia. El Gobierno Federal, por ejemplo, puede y debe cambiar ya las NOM (Normas Oficiales Mexicanas) en materia de contaminantes automotores, que son unas de las más laxas del mundo, así como refinar y vender combustibles fósiles bajando sustancialmente la cantidad de azufre presente, lo que mejorará el rendimiento de los automotores y reducirá sustancialmente las partículas contaminantes, entre muchas otras medidas posibles, urgentes y muy necesarias que están al alcance inmediato.
Pero no basta con despotricar en contra de la torpeza de los gobiernos de todo signo y color, incluida la Jefa de Gobierno Sheinbaum y su “verde” equipo. Es cierta y muy evidente la falta de capacidad de políticos y gobernantes para resolver el problema, pero no basta con exigirle al gobierno que actúe para mitigar contingencias ambientales de forma unilateral, como tampoco es suficiente con organizar campañas para reforestar las ciudades y para disminuir el consumo de plásticos. Se necesitan acciones radicales, políticas de decrecimiento económico, cambios en el modo de producción de alimentos, energía y combustibles, e incluso cambios radicales en el modo de alimentarnos, divertirnos o transportarnos.
Por cierto: ¿Sabemos cuál es la calidad del aire que respiramos en Aguascalientes?, ¿se hace monitoreo atmosférico? Si es así, ¿quién, cuándo y cómo? Dicha información, de existir ¿se da a conocer periódicamente por los medios de comunicación? Y lo mismo podemos decir del agua que consumimos. ¿No va siendo tiempo ya de replantear en serio programitas tan inútiles como recaudatorios, como es el caso de la “verificación” vehicular?
COLA. Según las encuestas disponibles, el Partido Acción Nacional se dispone a ser desalojado de los gobiernos de Puebla y Baja California, ambas entidades donde Morena parece consolidar una amplia ventaja. Esto a pesar del nefasto candidato repetidor en Puebla, un tal señor Barbosa, que resulta francamente impresentable por donde se le vea. En el caso de Baja California, el descalabro panista es más que notorio, pues el senador con licencia Bonilla pondrá fin, si los pronósticos se cumplen, a 30 años ininterrumpidos de control panista, el periodo más largo en que el PAN ha gobernado en todo el país. ¿El resto de los partidos? Totalmente desfondados, con intenciones de voto que no llegan ni al 5%. Resalta mucho el caso del de tres colores. ¿Qué pasará en nuestra entrañable ciudad-estado?, ¿seguirá Aguascalientes la tendencia de las otras dos entidades citadas? Lo veremos muy pronto.
@efpasillas