Estimado lector, siguiendo con la misma línea que hemos tomado desde hace algunos editoriales, ahora hablaremos del liderazgo en la empresa familiar, cuáles con los comunes, los deseables y por qué el líder empresarial familiar en muchas ocasiones no termina de dar el “salto” hacia un liderazgo más participativo.
Las empresas familiares tienen un liderazgo centrado en el emprendedor-fundador, que muchas ocasiones recae en el mismo. Él es el motor de la empresa, el que tiene la visión y cual Atlas, carga en sus hombros la responsabilidad de sacar a flote la empresa, que llegue a un crecimiento adecuado, sobre todo porque de eso depende la subsistencia de su misma familia. No se “achica” ante las problemáticas, sino todo lo contrario, toma las decisiones necesarias, con la flexibilidad que le permite una empresa recién desarrollada y bajo un mando único, para salir adelante.
La situación es que este liderazgo que en la época de crecimiento e introducción en el mercado de la empresa funcionó muy bien, al crecer y estabilizarse la empresa, no es más el que debería funcionar.
El liderazgo basado en la autoridad, que es como comienza la aventura en la empresa familiar, desea, sobre todo, los cumplidos, los halagos al llegar a la estabilidad. La cultura del “lambisconeo” se apodera del líder, quiere que se le vea como el gran líder, el que puede hacer las cosas. Cuando hay un evento social, es el primero en asistir y si le nombran “emprendedor del año” o “empresario del año”, todavía mejor.
En ese momento, es cuando debe emerger el liderazgo real de la empresa familiar. Si el halago ya fue tan grande que logró ofuscar el pensamiento del director – emprendedor, es momento de cambiarlo. Si no fue así, se debe ser un líder basado en las siguientes bases:
- Imaginación. Un líder no debe perder la imaginación, ya que, para poder llevar a cabo la transformación futura de la organización, así como para solucionar problemas, la imaginación es una herramienta poderosa. De hecho, la imaginación fue la que creó la empresa, que primero estuvo en la mente de este y después fue hecha realidad.
- El líder también debe tener iniciativa. El coraje necesario para emprender, para tomar los problemas y solucionarlos. ¿Quiere decir entonces, que es inmune a los fracasos y los problemas? No es así, pero el líder debe tener la resiliencia necesaria para que, ante las adversidades, poder tomar el control de la empresa y sortear el mal tiempo en lo que dura la tormenta.
- El líder necesita influenciar de manera positiva a sus seguidores, a sus colaboradores, a los empleados. La mejor forma de influenciar es con la conexión inequívoca entre la mente/habla y el hacer. Eso que se llama congruencia. El líder debe asumir que lo que está pensando o diciendo, se debe ver como una forma de vida y como acciones. No hay mejor enseñanza que el ejemplo, es algo que hace que los colaboradores entonces, si se la jueguen con el empresario, se la crean.
- La intención, el empresario debe tener una justa intención, que si bien es cierto en los negocios es ganar dinero, también debe ser el que todos los que están involucrados en el crecimiento de la organización crezcan junto con ellos.
Todo esto debe estar orientado a los resultados. Ya que un líder busca seguidores, y a su vez, que dichos seguidores crezcan de forma adecuada para que lleguen a ser líderes también, ya sea en su nivel, o por qué no pensarlo, ser el líder que tendrá las posibilidades de en un futuro tomar las riendas del negocio.
Un líder también debe poder manejar la incompetencia de sus colaboradores, ya que, en determinado momento, todos somos incompetentes en menor o mayor grado. Lo que, si es muy importante resaltar, es que no sólo se deben manejar las incompetencias de los colaboradores, sino también del sistema mismo. Manejar las incompetencias no significa de ninguna manera defenderlas, tolerarlas o soportarlas. Es tratar de minimizarlas, de llevar a la organización a un nivel superior, y que, consciente de mis incompetencias, mejorar esas in-competencias (falta de competencia) en ocasiones tomando la dura decisión de separar de su cargo a colaboradores.
El mayor pecado del líder es transformarse en el papá de los colaboradores, quererlos y estimarlos tanto, como si fueran un hijo, y entonces, soportar malos trabajos, tratos o decisiones, por el temor de no saber cómo reaccionaría esa persona ante un regaño, o bien, ante el despido.
Con esto terminamos este ciclo de la empresa familiar en este editorial, regresando a nuestro tema habitual económico financiero.