Estimado lector, retomando los temas financieros y económicos, después de navegar en los esfuerzos de las empresas familiares en los últimos artículos, empezaremos por comentar la realidad económica mundial.
Los Estados Unidos parece ser que ha sorteado de forma adecuada los aciertos que son los menos, y los desaciertos de su presidente Trump. La reducción de la carga impositiva a las empresas empujó la economía hacia una aceleración, así como los empleos están en mínimos en más de una década. Este escenario de bonanza económica está cayendo poco a poco. La economía de Estados Unidos está en franca desaceleración. La tasa de interés de referencia que se pensaba que seguiría subiendo debido a que la economía se recuperó de forma positiva, está ahora en un “impasse” y hasta este momento no sabemos cuando se pensará en un aumento de esta. Si bien es cierto los empleos están en mínimos, también lo está el promedio de pago, es demasiado bajo. La recuperación económica no fue pareja, los estados y ciudades donde se tiene el mayor rezago, en lugar de disminuir ha ido creciendo. Hay ciudades completas desiertas, cuyos gobiernos están vendiendo las propiedades abandonadas en precios ridículos (un dólar) con exención de pago de impuestos, con el requisito de que se haga una remodelación de las propiedades y sobre todo, que se habiten. Detroit, Nueva Orleans, por decir algunas ciudades, están tan debilitadas económicamente que la inseguridad es mayor que la que se tiene en países o ciudades donde la delincuencia organizada tiene su coto. Por otra parte, la bonanza de ciudades como San Francisco que ha llevado los precios de las viviendas hasta los cielos ha obligado a muchas personas a migrar a ciudades cercanas a vivir, porque es casi imposible pagar los precios de renta o venta de los inmuebles, sólo los ricos pueden pagar.
Y la venta de autos de combustión interna, va en disminución en el ámbito global, en contraste con la industria automotriz alterna, de autos híbridos y eléctricos. Además de ver como el acuerdo de la salida de Gran Bretaña de la Unión Europea no es posible realizarlo de forma adecuada y parece ser, en definitiva, que tendrá una salida muy dolorosa.
México por otra parte, no es inmune a ese mundo financiero global que está tan revuelto. Los inversionistas, nerviosos y asustados buscan refugio en países donde la estabilidad futura esté garantizada, así como que los gobiernos no tengan cambios tan abruptos de pensamiento o de dirección económica.
Y es aquí donde el país se encuentra ante disyuntivas que parece, no se verán reflejadas en certidumbre económica y por tanto, en crecimiento. Las expectativas del mismo Banco de México han bajado el crecimiento económico para los siguientes años, dejándolo en el ámbito de entre el 1% y 1.5% de crecimiento anual. Los empleos van a la baja, es decir, cada vez hay menos puestos de trabajo disponibles y si a eso le sumamos todos los empleados del gobierno federal que han perdido su trabajo gracias a la austeridad republicana que está implementando el gobierno de la cuarta transformación, la iniciativa privada desafortunadamente no puede en estos momentos contratar a todos los despedidos, y eso conlleva a una contracción económica.
También tenemos que sumar a este escenario, los vaivenes de política económica y financiera. Desde la cancelación del Nuevo Aeropuerto de al Ciudad de México, el pasar por tener un secretario de energía que desdeña las nuevas alternativas y busca sobre todo tener un regreso al pasado energético y de un plumazo quitan la independencia al consejo de administración de Pemex, además de acabar con la Reforma Educativa que parece que será “a modo” de la CNTE, con el retraso educativo que significa eso para el país, y la posibilidad cada vez más real de meter mano en la Suprema Corte de Justicia.
El argumentar ante el declive del crecimiento económico las dos frases favoritas del sexenio, “eso es heredado” o bien, “yo tengo otros datos”, tampoco ayuda para dar certidumbre de crecimiento al país.
El crecimiento del país este año estará por debajo del 1%, rondando este número. México para poder dar a sus habitantes una mejor vida, necesita forzosamente (y no sólo es desde este sexenio, sino desde los pasados) un crecimiento por lo menos del 3.5%. Lejos estamos de la meta, y en el mediano plazo no se avizora un cambio.
El encono de unos, la defensa de otros, no permite tampoco llegar a acuerdos que permitan a dar certidumbre a los inversionistas, y las huelgas que en cascada se han hecho presentes en el norte del país tampoco ayudan.
La desaceleración económica llegó, y aunque tiene un componente coyuntural global, también es cierto que mucho es responsabilidad de la cuarta transformación.