Hace exactamente 500 años, el 22 de abril de 1519, Hernán Cortés y cerca de 700 soldados, más 200 auxiliares que eran indígenas de Cuba y algunos negros esclavos, pisaron las playas de Ulúa y fundaron la Villa Rica de la Vera Cruz, con lo cual comenzó la conquista de México. Nuestro país ya había sido descubierto por Juan de Grijalva, quien combatió con pobladores de Tabasco, pero no fundó ningún asentamiento. Cortés traía además caballos, cañones, arcabuces y ballestas o sea que no venía con ninguna intención pacífica de colonizar o favorecer la convivencia con los habitantes de esta nueva tierra. Ya los primeros exploradores había visto oro y habían comentado que tierra adentro había un reino poderoso y abundante en el dorado metal y piedras preciosas. No se necesitaba más, la expedición era claramente combativa. El astuto don Hernán logró alianzas con los tabasqueños, los totonacas y los tlaxcaltecas para poder aumentar su ejército. Sobre todo cuando se enteró que el Imperio azteca era enorme. Supo aprovechar el odio enconado que tenían los pueblos sometidos por el Emperador de los nahuas, para utilizarlo en contra y provocar la caída de la Gran Tenochtitlán. La derrota fue aplastante, murieron más de 300 mil aztecas, aunque solo 100 mil fallecieron en combate y los demás a causa de la viruela que fue traída por los ibéricos y que a ellos ya no les afectaba. Nació entonces un nuevo mundo, un reino mestizo formado por el los integrantes del reinado más poderoso de Europa y el más poderoso de América. Desapareció el mundo conocido en el continente recién descubierto y nació la Nueva España que en poco tiempo sería más grande y más fuerte que la nación que la originó, como suele suceder con los hijos que son más altos y fornidos que sus padres. Lo mismo ocurrió con Estados Unidos e Inglaterra, con Brasil y Portugal. Por eso llama la atención que cuando se llega el 12 de Octubre hagan su aparición en las calles de varias ciudades americanas, grupos de manifestantes que despotrican contra Cristóbal Colón, por habernos descubierto. Resulta que el Almirante no venía buscando a los habitantes de estas tierras, sino que pensaba encontrar a la India y China. Lo suyo fue un hallazgo casual. ¿Por qué no reclaman el día de la llegada de Cortés o el día de la caída de Tenochtitlán? Y en Sudamérica por que no protestan contra Francisco Pizarro, Pedro de Mendoza, Vasco Núñez de Balboa o Pedro de Valdivia, que conquistaron igualmente a sangre y fuego los pueblos de esas latitudes? A cinco siglos de distancia, tales disputas parecen totalmente insostenibles. Los conquistados y conquistadores de aquel entonces ya no somos los mismos. Las naciones americanas desde Canadá hasta la Patagonia somos mestizos y resultado de la mezcla de cientos de cruzas raciales. Y si en algunas naciones todavía tenemos indígenas marginados y en atraso social y cultural, ya no es responsabilidad de aquel imperio que nos conquistó. Ahora es de las naciones libres y soberanas que los tiene a su cargo desde hace más de 200 años. Reclamos, peticiones de disculpas, perdones y justificaciones ancestrales ya no tienen vigencia. Y menos en pleno Siglo XXI, cuando al planeta lo hemos convertido en una Aldea Global gracias a los medios de comunicación, redes sociales y viajes intercontinentales. Seguimos teniendo guerra y paz, convivencia y combate, amistosas convivencias y conflictos territoriales. Pero tal vez eso sea la demostración de que los seres humanos somos así buenos y malos, pacíficos y peleoneros, amigables y hostiles. Pues nada, que así somos.