El secuestro de la Cámara de Diputados a manos de la CNTE no es cosa menor. A casi una semana de que iniciaron los bloqueos en este recinto, con motivo de la discusión de la iniciativa de Reforma Educativa del Gobierno Federal, los miles de agremiados de la coordinadora exigen al presidente López Obrador que cumpla sus compromisos.
El presidente se equivocó de aliados. Se le olvidó el famoso refrán que reza: “cría cuervos y te sacarán los ojos”. Y es que en campaña, el hoy titular del Ejecutivo prometió a diestra y siniestra que no dejaría ni una sola coma de la reforma aprobada en 2013 y que la voz de los maestros de la coordinadora sería tomada en cuenta para la redacción de un nuevo texto constitucional. Lo hizo incluso en sus propios terruños: Michoacán, Oaxaca y Guerrero, entidades donde tienen presencia las secciones más radicales, aquellas con tradición guerrillera.
Andrés Manuel aprovechó su popularidad, aceptación y, por supuesto, la pésima instrumentación de la Reforma Educativa que provocó indignación entre el profesorado nacional, para prometer “las perlas de la virgen” a un gremio acostumbrado a obtener recursos administrativos para educación a partir del uso de tácticas de control territorial y con amplia experiencia en la desestabilización del sistema político.
El secuestro de la Cámara de Diputados tampoco no es novedad. Durante muchos años hemos visto a los miles de agremiados de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación tomar avenidas, calles y accesos a edificios, como el de Gobernación en Bucareli. Y todo ello teniendo como testigos a los agentes de la autoridad, quienes ni de broma se atreven a actuar ante los furibundos profesores.
Sin embargo, hoy lo hacen con mayor violencia y ponen la vara más alta que pueden. Se sienten traicionados por el presidente y sus legisladores, quienes ni siquiera les extendieron la cortesía de invitarlos a estar presentes en la redacción de la iniciativa. Su indignación es tal, que hoy reclaman el cincuenta por ciento de las plazas para los maestros egresados de las Escuelas Normales.
La realidad es que muchos de los profesores de Oaxaca, Michoacán y Guerrero enfrentan condiciones que deberían provocar la indignación de todos. El 30% de las escuelas en Oaxaca y Guerrero no cuentan con la infraestructura básica, como baños, pisos y techos de concreto.
A la par, los profesores que ahí educan, prominentemente egresados de las Escuelas Normales Rurales, ganan apenas seis mil pesos mensuales. En contraste, los líderes de la CNTE (y cito la nota de Milenio “¿Cuánto ganan los líderes de la CNTE?”, del 16 de junio de 2015) tienen ingresos mensuales entre los 100 y los 130 mil pesos.
El presidente se equivocó de aliados, porque fue justamente con esa cúpula, con la Comisión Única Nacional Negociadora de la CNTE, con la que se reunió en octubre de 2018 para hablar de la reforma. No lo hizo con los profesores de a pie, con esos que educan en la Montaña Alta de Guerrero o en la sierra de Oaxaca. Prefirió hacerlo en la comodidad de su casa de transición en la Colonia Roma y sólo con el grupo que hoy controla las acciones hostiles en la Cámara de Diputados.
Mientras tanto, ahí está discutiéndose su empeño por borrar de la reforma todo aquello que huela a “neoliberalismo”, mientras que en los países con los mejores modelos educativos como Finlandia, Corea del Sur, Canadá o Japón, las políticas públicas están diseñadas para prevalecer por encima de los cambios de gobierno.
Pese a los elementos positivos de la reforma del 2013, López Obrador quiere implantar su propio modelo y ahora tiene además un frente abierto con los integrantes de la CNTE. Qué necesidad.