Se le quiere al maestro Revueltas, sin duda se le quiere, los músicos de la Sinfónica lo despidieron con esa manera tan propia que tienen de reconocer el trabajo del director, golpeando con sus pies el escenario y, por ejemplo, las cuerdas, golpeteando con el arco la palma de su mano o golpeando ligeramente su arco con el atril, de diferentes formas, pero todos los maestros de la Sinfónica reconocieron el trabajo del que fue su director titular durante 12 años, hoy como huésped en el sexto concierto de temporada.
En esta temporada de conciertos, la primera del año 2019 de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, han sucedido cosas inéditas en la historia de poco más de 25 años de esta nueva versión de la OSA, -lo menciono porque desde 1928, quizás un poco antes, ya existía una entidad musical llamada Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, incluso antes de la de Xalapa que se considera la más antigua de México-, pero en esta nueva Sinfónica ya consolidada, han sucedido cosas, como por ejemplo, el hecho de que dos directores huéspedes repitan en un par de conciertos de temporada, como es el caso del, maestro Guido María Guida que dirigió consecutivamente los conciertos cuarto y quinto y, como ya lo mencionamos, el maestro Revueltas que dirigió el segundo y ahora el sexto, o bien, que una misma obra se interprete dos veces en la misma temporada, en este caso el Concierto para orquesta de Witold Lutoslawski que se interpretó en el tercer concierto y se volverá a ejecutar en el octavo que cierra la temporada.
Si buscamos un hilo conductor, este sexto programa fue íntegramente ruso, en la primera parte el poema sinfónico Le Voyevode, Balada Sinfónica, Op.78 de Tchaikovsky y los Bosquejos Caucásicos, Op.10 de Mikhail Ippolitow Iwanow, pieza orquesta que obedeciendo a sus características descriptivas, también lo podríamos considerar un poema sinfónico.
Le Voyevode de Tchaikovsky es una obra breve en su duración pero tiene una riqueza impresionante en su orquestación, y ya sabemos que al maestro Revueltas se le da muy bien todo el repertorio del romanticismo musical, pero concretamente se le suele percibir muy cómodo en la obra de Tchaikovsky y claro, esta no fue la excepción, hizo una gran interpretación de esta balada sinfónica que reúne todos los elementos propios del romanticismo: trágica, apasionada, intensa, profunda, incluso desgarradora, en fin, todo aquello que define con precisión el lenguaje musical del siglo XIX, y con ese puntual ejercicio descriptivo, casi como si estuviéramos leyendo una novela de Máximo Gorki, Gogol o el atormentado y sufriente Alexander Pushkin con ese disparo al final del poema sinfónico del que nos decía el maestro Revueltas que muy probablemente sea el único episodio en la historia de la música en donde la orquesta imita con su sonido un arma de fuego.
Yo no conocía a obra de Ippolitow Iwanow, Bosquejos caucásicos, Op.10, una verdadera delicia en sus puntuales descripciones paisajistas con solos de diferentes instrumentos que resultó ser un manjar. Se trata de una obra dividida en cuatro partes a la manera de los movimientos de una sinfonía, lamentablemente al terminar la primera parte no faltó quien se apresurara con sus aplausos interrumpiendo el libre flujo de la obra, justamente antes de que la viola de la maestra Dahlia Linda Leyva Jons cantara la más bella melodía de toda la partitura, una auténtica exquisitez.
Después del intermedio disfrutamos de una obra de repertorio, la Sinfonía No.2 de Alexander Borodin, un compositor de fin de semana como él mismo se definía, ya que su profesión de químico le impedía dedicarle más tiempo a la composición. Borodin fue integrante del grupo de los cinco, ese celoso grupo nacionalista cuyos integrantes pretendían cuidar la pureza de la música rusa.
Fiel a su romanticismo, el maestro Revueltas hizo una muy digna ejecución de la partitura de Borodin, más conocido, sin duda por su ópera del Príncipe Igor, pero nada despreciable el resto de su obra, sin duda, se trata de una de las convincentes del extenso panorama de la geografía musical rusa.
La próxima semana continúa la primera temporada de nuestra Sinfónica con un programa que inicia con la Sinfonía No.49 La Passione en fa menor de Franz Joseph Haydn, considerado como el padre de la sinfonía y después del intermedio una obra contemporánea, se trata de la Sinfonía No.2 Romántica de Eduardo Mata, damos un brinco de más o menos 300 años, del siglo XVIII con el majestuoso clasicismo vienés hasta las exigencias propias de la música de nuestro tiempo. Este séptimo concierto será dirigido por el maestro Ludwig Carrasco. Ya veremos cómo resuelve el compromiso que tiene en su atril, por lo pronto el nombre de gran músico ya lo tiene.
El concierto es el próximo viernes 29 de marzo a las 20:00 horas en el Teatro Aguascalientes. Por ahí nos vemos si Dios no dispone lo contrario.