Entra en escena la renovación de la dirigencia nacional del CEN del PRI, en la búsqueda de una estrategia de ser el Fiel de la Balanza, con una ruda lucha centrada entre dos corrientes internas la oficialista de JOSÉ NARRO y la rebeldía de los militantes CON ALITO, el gobernador campechano, ALEJANDRO MORENO.
La corriente OFICIALISTA postula al exrector de la UNAM y exsecretario de Salud, JOSÉ NARRO, quien con la madurez de sus 70 años de edad, y aun sin tener mayor trayectoria dentro del PRI, intentará mantener el Poder fáctico de Enrique Peña Nieto en el PRI y fortalecer el proyecto del PRIAN como opción opositora ante el nuevo régimen.
Las corrientes de LOS REBELDES DEL SUR, sin duda alguna las encabeza ALITO, el joven “coadyuvante” ALEJANDRO MORENO (AMLITO, como lo bautizaron sus detractores en el propio PRI) actual gobernador de Campeche, quien a sus 40 años plantea la estrategia de fortalecer al PRIMOR como instrumento de política opositora ante el Poder fáctico. ALITO promete contener y moderar las graves decisiones del régimen de la cuarta transformación que atenta contra las instituciones de la República. Por otra parte, aparecen las visiones de IVONNE ORTEGA, exgobernadora de Yucatán; ULISES RUIZ, exgobernador de Oaxaca; y JOSÉ RAMÓN MARTELL, quienes aspiran a regenerar al PRI y rescatar una militancia desanimada por las derrotas y el abandono de sus ideales en el corto plazo.
En otras ocasiones he sostenido que practicar el “colaboracionismo” con el Poder constituido es parte del ADN del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y que su práctica obedece a la necesidad de participar a modo de cogobierno, como Partido opositor a partir de las elecciones presidenciales del año 2000, con el único objeto de construir instituciones del Estado, y no a destruirlas. El mejor ejemplo del “colaboracionismo del PRI” apareció con los gobiernos encabezados por Vicente Fox y Felipe Calderón y tras doce años de ejercer ese Poder fáctico, el PRI en su papel de Partido opositor, logró colocarse como Fiel de la Balanza, detrás del Poder constituido por el Partido Acción Nacional (PAN) hasta el 2012 cuando recuperó la Presidencia de la República.
En 2012 el PAN hizo lo propio y, en la gestión del presidente Peña Nieto, ya como Partido opositor reapareció como Fiel de la Balanza del nuevo régimen del PRI, con un nuevo ingrediente, a su neo-colaboracionismo se sumó el Partido de la Revolución Democrática (PRD). Esta práctica colaboracionista (concretada en el Pacto por México), produjo grandes beneficios electorales para ambos partidos con la victoria en las Entidades del país con más altos padrones electorales. Este “colaboracionismo” ya dejaba ver la construcción de otra Alternancia en el poder presidencial, ahora, a través de una Coalición entre el PAN-PRD y Movimiento Ciudadano pues con Candidatos surgidos de la cantera del propio PRI, dicha Coalición ganaba los comicios y gobernaba estados importantes del país como Durango, Veracruz, Puebla, Tamaulipas y Jalisco. Esta práctica de construcción de instituciones de México durante los últimos 18 años, fue calificada coloquialmente como el régimen del PRIAN por el autodenominado gobierno de la cuarta transformación y el Partido Morena.
Alguien podrá afirmar que, a la llegada de Andrés Manuel López Obrador al Gobierno de la República y su ideología de la Cuarta Transformación, el régimen del PRIAN pasará a mejor vida. Sin embargo, tal visión no parecer ser la realidad de nuestra vida política electoral. Desde mi punto de vista el PRIAN muestra una tendencia a fortalecerse, a la par del nacimiento un nuevo Poder fáctico conocido como Primor. Ciertamente, con el Poder fáctico de Primor, como instrumento de participación democrática, el PRI se ha colocado nuevamente en su papel de Fiel de la Balanza. El Primor existe ya en el gobierno de la cuarta Transformación y de su Partido denominado Movimiento de Regeneración Nacional Morena, tal como su propia Presidenta nacional, Yeidckol Polevnsky, lo ha declarado con mucho orgullo, a pesar de que a la presidenta del CEN del PRI, Claudia Ruiz Massieu, le guste más el PRI.
En condiciones de terribles arrebatos por el Poder fáctico, resulta entendible que el PRI muestre grandes debilidades electorales. En el corto plazo, será obligado que padezca derrotas en las urnas. En momentos de expresiones furiosas para la reivindicación de la militancia, la mayoría de sus candidatos, simplemente, juegan el papel de ovejas al matadero y se dan por pagados con el hecho de haber conseguido su postulación; en otras condiciones, ninguno de ellos, tendría oportunidad de ser candidato del partido tricolor. La gente sabía de la Élite, la que sí cuenta en el PRI, los hijos y nietos herederos de la Revolución que ya conocen de los secretos del dormitorio presidencial, decidieron esperar un mejor momento para salir al frente.
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