Por segunda semana consecutiva, lo que según yo es un hecho inédito en la historia de la Orquesta Sinfónica de Aguascalientes, un mismo director huésped se presenta en el podio, en este caso es el maestro Guido María Guida, ahora con un programa compuesto por dos compositores muy importantes y perfectamente identificados, no sólo por los melómanos, sino por el público en general. En este caso no tuvimos ese contraste que busca el equilibrio al presentar un compositor conocido con una obra que consideramos de repertorio y otro nuevo para muchos y con una partitura que en muchos casos, sería la primera vez que escuchamos.
El concierto inició con la monumental Sinfonía No.41, K.551 Júpiter de Wolfgang Amadeus Mozart, la última compuesta por el niño prodigio de Salzburgo, y después del intermedio escuchamos la Sinfonía No.4 en re menor, Op.120 de Robert Schumann.
Además de que es un concierto con dos compositores perfectamente identificados por propios y extraños, las obras ejecutadas son muy frecuentes en la programación de prácticamente todas las orquestas del mundo, sin embargo no podemos decir que se trata de una programación convencional, digamos que la regla nos escrita en el diseño de un programa de concierto nos dice que se inicia con una obertura, o una obra de corta duración, continuamos con un concierto y terminamos con una sinfonía, digamos que esto es lo más ortodoxo, y que por supuesto tiene su razón de ser, yo creo que el hecho de programar al inicio una obertura, cuya duración difícilmente excede los quince minutos, ayuda a que la gente que llega tarde a los conciertos, que lamentablemente es mucha, pueda ingresar a la sala después de esta obra breve y disfrutar del resto del programa ya cómodamente instalados en su butaca, de lo contrario, todos los que llegaron tarde ingresan a la sala después del primer movimiento, como sucedió la noche del pasado viernes 15 de marzo, al terminar el allegro vivace de la Sinfonía Júpiter de Mozart, un generoso contingente de personas buscaba un lugar cuando ya estaban sonando los primeros compases del andante cantabile de esta misma sinfonía mozartiana, y claro, definitivamente es un distractor y rompe un poco la concentración.
Fue un gran concierto, ya apuntábamos la semana pasada del talento y calidad del maestro Guido María Guida, pero no puedo dejar de notar que la 41 de Mozart me pareció un poco lenta, esto no quiere decir que esté mal, es sólo que desde mi punto de vista el tempo del maestro estaba así, quizás esa es su manera de entender e interpretar esta sinfonía de Mozart y el resultado final era exactamente lo que él buscaba, pero lo que sí nos queda perfectamente claro es que el maestro María Guida encontró reciprocidad con los músicos de la OSA y estos le respondieron solventemente, creo que hubo química y al maestreo le gusto nuestra sinfónica, los resultados hubieran sido diferentes de no haberse dado una buena comunicación.
Para la segunda parte del concierto disfrutamos de la Sinfonía No.4 en re menor, Op.120 del compositor romántico Robert Schumann, contrastando con el más estricto clasicismo de la música de Mozart.
La batuta del maestro Guido María Guida daba las indicaciones de quien ejerce la autoridad en función de un dominio absoluto de la partitura que tiene en su atril, a mi entender, el pensamiento musical del maestro más afín con la música del romanticismo que con el clasicismo vienés de la primera parte del quinto concierto de temporada.
Como sucedió la semana pasada, parte del público terminó de pie reconociendo el trabajo del director huésped al frente de nuestra sinfónica y con sonoros bravos, la orquesta también reconoció el talento del maestro, ellos lo hacen golpeando con sus pies el escenario y manteniéndose sentados aun ante la indicación del director para que se pongan de pie, es un gesto de cortesía, es como decirle al director que él se lleve todos los aplausos, y si no me equivoco, es esta la única posibilidad que tienen los maestros de la orquesta de desobedecer las indicaciones de su director, ya sabemos que la disciplina es un factor determinante en todo aquel que se precie de ser un buen músico.
Para la próxima semana, en el sexto concierto de temporada, escucharemos Le voyevode, Op.78, Balada Sinfónica de Piotr Ilich Tchaikovsky, continuaremos con Bosquejos Caucásicos, Op.10 de Mikhail Ippolitov-Iwanow, y después del intermedio tendremos la Sinfonía No.2 en si menor del compositor ruso Alexander Borodin, integrante del famoso grupo de los cinco, principal escuela del nacionalismo musical en todo el mundo. Este concierto será dirigido por el maestro Román Revueltas quien por segunda ocasión en este mismo ciclo de conciertos, aunque no consecutivamente, dirige como huésped a nuestra sinfónica, ya lo había hecho en el segundo concierto de temporada.
Nos veremos, si Dios no dispone lo contrario, el próximo viernes 22 de marzo a las 20:00 horas en el Teatro Aguascalientes, todavía la casa de nuestra Orquesta Sinfónica.