El 26 de marzo de 1976, es decir, hace 43 años el grupo de rock progresivo inglés Camel publicó una obra musical soberbia, es su cuarta producción y la última en presentar la alineación original de Camel, que salvo tu mejor opinión, me parece la mejor, Andrew Latimer en la guitarra, flauta y voz, Pete Bardens en los teclados, Andy Ward en la batería, me parece el baterista más fino y elegante del rock, y Doug Ferguson en el bajo, después de este disco se han presentado una serie de cambios, tantos que de hecho resultaría inútil enumerarlos.
Todos los discos de Camel son muy buenos, no hay uno solo que muestre cierta debilidad, creo que esa es una de las cosas que me gustan más de ellos, que todas sus producciones, aunque diferentes, quizás las podríamos catalogar en ciclos perfectamente definidos, todas muestran muy buenas formas a diferencia de otras agrupaciones que en sus inicios nos propusieron verdaderos manjares de sonido, pero ese sonido exquisito, elaborado y lleno de virtuosismo se fue poco a poco corrompiendo hasta llegar a los excesos de ser complacientes con los falsos guiños de la mercadotecnia y hacer música totalmente comercial olvidándose de las más radicales exigencias de la música, el caso concreto de Yes o Genesis, por ejemplo, que después de haber desarrollado y entendido muy bien los más puntuales argumentos del rock progresivo, se vieron exageradamente mal con sus producciones de los años 80 en donde olvidaron todo ese rock para ocuparse de tonaditas ligeras de tres minutos y medio con el fin de poder ser programados en las estaciones de radio comercial y sacrificar el talento y el compromiso con las bases del rock progresivo.
Pero con Camel no sucedió eso, al menos no ha sucedido hasta este momento, por supuesto que tienen algunas producciones más elaboradas que otras o con mayor exigencia musical, pero nunca han llegado a los excesos de sucumbir a los encantos de la música comercial, comercial en el sentido de que se hace solo para vender sin alguna otra justificación, finalmente toda propuesta musical se hace para ser vendida, no conozco a un solo músico o una agrupación o una orquesta, un ensamble, lo que sea, que grabe un disco con el firme propósito de que no se venda, por supuesto que el objetivo es que el trabajo se venda, pero lo interesante del asunto es que sin renunciar al legítimo deseo de tener buenas ventas, no se sacrifique el arte, la propuesta seria, el talento, el virtuosismo, en fin, la razón de ser de la música. Debo confesar que en su momento recibí con ciertas dudas discos como Stationary Traveller (1984), Dust and Dreams (1992) y Rajaz (1999), incluso desde The Single factor de 1982, pero después de haberlos escuchado con atención te das cuenta de su incuestionable valor musical.
Moonmadness es el cuarto disco en estudio de Camel, le anteceden el primero que es homónimo de 1973, pero para muchos -yo me cuento entre esos- la historia comienza con Mirage de 1974, al año siguiente publican The snow goose y Moonmadness en 1976, Rain Dances aparece en 1975 y justo aquí se cierra el primer ciclo de Camel, desde mi punto de vista, el que mejor define el ambicioso rock progresivo que les es característico.
Indudablemente Camel es uno de los más dignos representantes del sonido de Canterbury, yo creo que Camel con Soft Machine y Caravan son los que mejor definen esta tendencia del rock progresivo inglés y Moonmadness es un disco que define muy bien este sonido, también llamado Escena de Canterbury.
Se trata de un álbum autobiográfico, no es como los anteriores que son discos conceptuales, sobre todo The snow goose basado en el libro de Paul Gálico del mismo nombre. En Moonmadness no hay un tema que se desarrolla a lo largo de toda la producción, son composiciones sueltas pero esto no quiere decir que no se cuente con un hilo conductor, en este caso sería una narración autobiográfica de cada uno de los miembros del grupo, ellos son el elemento importante, por ejemplo, la composición “Air born” se refiere al líder de la banda, el guitarrista, flautista y cantante Andy Latimer, “Lunar sea” hace referencia al baterista Andy Ward, “Chord Change” es sobre el tecladista Pete Bardens cuyos orígenes son absolutamente labrados en la escena del blues inglés al lado de Mike Fleetwood, John Mayall o JohnMc Vie, Bardens murió en Malibú, California el 22 de enero de 2002. El tema “Another night” se trata del bajista Doug Ferguson.
En este disco vuelven a incluir la voz, asunto del que prescindieron en su producción anterior de la que ya hemos hecho referencia, The snow goose, quizás esto les valió que la demanda del escritor Paul Gálico no prosperara ya que siendo el disco estrictamente instrumental no se pudo comprobar el plagio que era el argumento central del escritor, lo que sí sucedió es que el libro de Gálico vendió más copias de las que hubiera podido imaginar.
Mirage, The Snow Goose, Moonmadness y Rain dances son los cuatro mejores discos de Camel, por supuesto, respetando el inobjetable valor musical de todos los discos posteriores, me gustan mucho el Breathless de 1978 y que marca el final de Bardens con Camel, Nude de 1981, I can see your house from here de 1979, A nod and a wink de 2002 dedicado a la memoria de Pete Bardens.
Hoy recordamos en este banquete los 43 años de la publicación de Moonmadness, joyita del rock progresivo inglés.