En días recientes se dio a conocer que el Instituto Municipal de Planeación de Aguascalientes está analizando la posible peatonalización de 16 calles del centro de la ciudad, incluyendo algunos tramos de Juárez, Rivero y Gutiérrez, Unión, Larreategui, Pedro Parga, entre otras (La Jornada Aguascalientes, 10 de febrero de 2019). El municipio además ha sugerido que ese proceso incluiría la rehabilitación de fachadas, soterramiento de cableado eléctrico, adecuación de banquetas, entre otras acciones. Al mismo tiempo, algunos grupos han manifestado ya su rechazo al cierre de vialidades al tránsito vehicular, como la Cámara Nacional de Comercio en la entidad, la cual asegura que es mejor que la peatonalización no siga adelante, “pues esos espacios solo servirán para que se incrementen los comercios informales y el ambulantaje” (La Jornada Aguascalientes, 15 de febrero de 2019).
Es previsible que el cierre de vialidades al tránsito vehicular genere rechazo por parte de grupos de interés, especialmente porque existe la percepción de que impedir la circulación de vehículos resultará en pérdidas económicas para comercios locales o producirá dinámicas negativas en el entorno inmediato. En el supuesto de que el municipio ahora sí transitará del discurso a la acción en cuanto a la peatonalización de algunas calles, deberá diseñar una estrategia efectiva e inteligente para facilitar su implementación, y evitar que le suceda lo que al gobierno estatal con el proyecto del Eje Vial de López Mateos, el cual, ante el rechazo de comerciantes, se vio obligado a detener. La peatonalización del centro de la ciudad requeriría entonces una gestión adecuada de una posible oposición, para lo cual será importante demostrar que una acción de esa naturaleza no sólo no sería contraproducente para los comerciantes, sino que incluso podría consolidar la economía local.
En la Ciudad de México, por ejemplo, en 2010 se llevó a cabo la peatonalización de un kilómetro de la calle Francisco I. Madero, una de las vialidades con mayor actividad económica en el centro histórico de la ciudad. Además de cancelar el tránsito vehicular, se promovieron acciones de pavimentación, iluminación, rehabilitación de fachadas, arborización, entre otras. Actualmente se estima que cada día laboral se realizan 250 mil viajes a pie y cada día de fin de semana otros 500 mil viajes, lo que equivale a 117 millones de viajes a pie al año en esa calle (C40, 2016). Ese proceso enfrentó cierto rechazo de grupos que naturalmente se rehusaban al cambio, en parte, por la idea que generaba en los comerciantes sobre posibles pérdidas económicas. En la actualidad algunos estudios han demostrado que la peatonalización de la calle Madero no sólo no disminuyó la actividad comercial sino que incluso la incrementó en 30 por ciento (ibíd). Hoy en día se han abierto más cafés y restaurantes, así como tiendas de ropa e incluso un nuevo museo. Lo anterior demuestra que mejores condiciones para caminar pueden atraer más consumidores, y a su vez promover una mayor actividad económica. En caso de realizarse adecuadamente, la peatonalización de calles en Aguascalientes eventualmente podría generar beneficios económicos para los comercios locales.
Al mismo tiempo, es verdad que algunos procesos exitosos de peatonalización pueden aumentar el valor o la renta de los inmuebles (Ortega García, 2015), lo que a su vez podría modificar gradualmente el giro comercial mediante lo que se conoce como “gentrificación”, el proceso que refleja que el aumento del valor de las propiedades resulta en la expulsión de negocios locales que no cuentan con suficientes recursos para soportar precios más elevados, dando paso a comercios nacionales e internacionales que cuentan con mayor capacidad económica. En la calle Madero, por ejemplo, entre 2009 y 2014 el número de joyerías y ópticas disminuyó significativamente -dos giros comerciales tradicionales-, mientras el número de restaurantes, cafés y bares se incrementó. Igualmente, las tiendas de ropa y zapaterías ahora pertenecen por lo general a grandes cadenas (ibíd). Éste es uno de los principales dilemas que enfrentan diversos procesos de desarrollo urbano y movilidad, y que sin duda deben ser estudiados con mayor precisión para evaluar con certeza sus costos y beneficios.
Además de lo anterior, la peatonalización de calles -o por lo menos la ampliación de espacios peatonales- puede disminuir la incidencia delictiva y, con ello, contribuir también a la actividad comercial. Por ejemplo, antes de la peatonalización de la calle Madero se reportaban entre 80 y 90 delitos por año; después de la peatonalización el número de delitos se redujo a seis por año, es decir, una disminución de 96 por ciento, lo que seguramente se debe a lo que Jane Jacobs llamaba “más ojos en las calles”, o sea, vigilancia pasiva entre las personas, y una mayor vigilancia policial ante una mayor cantidad de visitantes.
Además de promover el desarrollo económico local, la peatonalización de calles también puede generar beneficios de salud al incrementar la actividad física y reducir las emisiones contaminantes. Al mismo tiempo, puede prevenir muertes por hechos de tránsito al mejorar las condiciones para caminar e incluso puede disminuir los niveles de ruido o el fenómeno de islas de calor. Los beneficios de la peatonalización pueden ser notables, pero dependen, desde luego, de la calidad de su diseño e implementación. Esperemos así sea en Aguascalientes.
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