La transformación de las ciudades es un proceso complejo de larga duración, que se construye mediante la suma de acciones concretas que puedan ser implementada en un plazo menor para atender gradualmente desafíos como el aumento de la congestión vehicular, accidentes viales o emisiones contaminantes. Los gobiernos locales, sin embargo, suelen excusarse en la escasez de recursos para implementar acciones relevantes que permitan revertir tendencias o dinámicas que reducen la calidad de vida, pero al mismo tiempo tienden a gastar una gran cantidad de recursos en publicidad que en ocasiones no corresponde con la realidad, o en acciones irrelevantes que difícilmente producen beneficios tangibles para la población. Además, cuando los gobiernos locales anteponen los intereses electorales a los problemas de una ciudad, suelen preferir la inacción con la finalidad de evitar cualquier posibilidad de conflicto o costo electoral que pudiera resultar de emprender acciones más ambiciosas para la atención de problemas.
En este contexto, como lo han demostrado algunas administraciones municipales tanto en México como en el mundo -no así en Aguascalientes-, existen intervenciones de bajo costo y rápida ejecución que pueden contribuir a construir gradualmente procesos de transformación urbana de mayor envergadura, así como a disminuir tanto los costos económicos y políticos de su implementación. A continuación, se describen tres intervenciones de este tipo que en Aguascalientes pudieran ayudar a atender algunos retos latentes de la ciudad. Veamos.
Primero, en la ciudad existen intersecciones de calles conflictivas en términos de accidentes viales y de limitaciones para la movilidad peatonal. ¿Por qué no impulsar un programa piloto de adecuación geométrica de algunas de esas intersecciones para hacer más eficiente la circulación vehicular y mejorar la seguridad de los peatones? A través de análisis geoespacial pueden ubicarse las intersecciones con mayor recurrencia de hechos de tránsito, en los que el rediseño geométrico para reducir la velocidad vehicular o ampliar el espacio peatonal para mejorar las condiciones de seguridad de quienes caminan, pueden crear beneficios tangibles en el corto plazo. Lo anterior además puede no requerir una gran inversión, pues, como han demostrado otras ciudades, la geometría de una intersección puede incluso adecuarse temporalmente con conos o tambos durante algún plazo determinado que permita evaluar sus resultados y facilitar su aceptación entre los usuarios involucrados. Un proceso gradual de este tipo pudiera facilitar la adecuación permanente de alguna intersección con materiales durables.
Segundo, la ciudad cuenta con características adecuadas para promover el uso de la bicicleta como transporte cotidiano, por ejemplo, en términos del clima, topografía y distancias. Al mismo tiempo, existe una ausencia real de infraestructura para garantizar la seguridad de los ciclistas -uno de los factores determinantes del uso de ese modo de transporte-. Igualmente, la inversión en ciclovías de calidad es limitada, y no parece ser prioridad ni del gobierno estatal ni del municipal. ¿Por qué no explorar la instalación de ciclovías temporales utilizando objetos o materiales de bajo costo que permitan delimitar el espacio ciclista y segregarlo de manera segura del tránsito vehicular, como macetas o algún tipo de mobiliario urbano?
Tercero, el tráfico vehicular en Aguascalientes es cada vez peor, e innegablemente las externalidades negativas del uso excesivo del automóvil son más evidentes, como la contaminación del aire o los accidentes. Revertir o desacelerar esa tendencia es un reto mayúsculo que requiere de múltiples acciones para mejorar la calidad de otros modos de transporte, así como otras herramientas de carácter económico que permitan desincentivar el uso del vehículo privado. Aun así, existen acciones que pueden contribuir a repensar cómo puede utilizarse el espacio que con frecuencia se cree solo puede pertenecer a los automóviles. En la Ciudad de México, por ejemplo, cada domingo se impide la circulación vehicular en los carriles centrales de la Ave. Paseo de la Reforma desde las 8 de la mañana hasta las 2 de la tarde, tiempo en el que esta vialidad es utilizada por peatones y ciclista, entre otros usuarios de cualquier edad. Lo mismo ocurre, por ejemplo, en la Calzada del Valle en el municipio de San Pedro Garza García en Nuevo León, a través del programa San Pedro de Pinta. ¿Por qué no pensar en abrir una avenida en Aguascalientes -más allá de un par de cuadras en el centro de la ciudad- a peatones, ciclistas, entre otros usuarios, que permita a la población vivir y entender la ciudad de manera diferente, así sea por unas cuantas horas?
La transformación urbana requiere de acciones concretas que demuestren cómo una ciudad puede vivirse y entenderse manera distinta, lo que a su vez requiere de mayor decisión, creatividad y proactividad. ¿Las habrá?
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