El 11 de marzo de 1818 (hace 201 años) se puso a la venta por primera vez la novela de la autora inglesa Mary Shelley, El Nuevo Prometeo, que pronto fue conocida como Frankenstein. Resulta que el joven médico Víctor Frankenstein es un investigador interesado en la capacidad de los seres vivos para reconstruirse. Estudia las lagartijas y otros reptiles pequeños que al serles amputadas las colas o las patas, son capaces de volver a hacerlas. Entonces su inquietud le lleva a utilizar la recién descubierta electricidad (Luigi Galvani 1791) para estimular músculos de animales muertos y observar la respuesta. Deduce que lo mismo se puede hacer con un cadáver humano. No consigue quien le preste un cuerpo para probar su hipótesis y entonces construye uno a base de trozos de delincuentes mutilados y el cerebro de una persona muy inteligente. La creación resultante es un ser revivido a quien se le llama “La Creatura” . En toda la novela nunca se le nombra monstruo ni tampoco Frankenstein. La obra se popularizó de inmediato y desde hace dos siglos ha servido para crear miles de reproducciones diversas en literatura, teatro, cine y televisión. La gran importancia de este libro es que hace nacer la ciencia-ficción. Por primera vez en la historia la aparición de un ser malévolo y destructor es el resultado de un experimento científico que resulta mal, producto de la mente distorsionada de un sabio loco. Anteriormente toda la literatura sobre entes perniciosos los explicaba como obra del diablo. El Vampiro de John Polidori, El Conde Drácula de Bram Stoker o El Golem de Meyrink son personajes resultantes de una posesión diabólica o de un acto de magia negra que también tiene que ver con el demonio. A partir de la novela de Mary Shelley, serán los médicos, químicos, biólogos y otros científicos quienes al tener la mente enferma se dedican a crear monstruos. Nuevamente como se ha demostrado miles de veces, la realidad supera la ficción. Hombres que se inician en una actividad tan noble y humanista como la Medicina y otras ciencias de la salud se han dedicado a crear métodos perversos para dañar a la misma humanidad a la que juraron aliviar. El Dr. Josef Mengele, doctorado en antropología y genética,, realizó un experimento de altísima crueldad en niños gemelos en los campos de exterminio de Auschwitz. El psiquiatra portugués Egas Moniz inventó la lobotomía frontal que consistía en introducir un punzón por la órbita ocular y destruír los lóbulos frontales del cerebro en un intento de sanar a los esquizofrénicos. Recibió el Premio Nobel sin haber realizado nunca un experimento en humanos, sólo en chimpancés. En 2008, el médico alemán Harald Hausen recibió el Nobel por descubrir que el virus del papiloma humano producía cáncer uterino. Poco después se supo que en realidad lo que buscaba era promover un medicamento de un laboratorio del cual era socio. Existe una lista interminable de médicos asociados a laboratorios farmacológicos que han creado falsas o reales epidemias para vender las medicinas que las curan. Esos son los verdaderos sabios locos. Los genios malévolos que usan el conocimiento para dañar a la humanidad y satisfacer sus necesidades de gloria, poder o dinero. Los monstruos como Frankenstein, el Vampiro o el Hombre Lobo nunca han existido.