Moscú, Rusia. 2 de marzo de 2019. Durante una conferencia sobre estrategia militar, el jefe del Estado Mayor, Valeri Guerásimov, lanza una catilinaria sobre los movimientos agresivos de la Unión Americana. Para el soldado ruso, los “Estados Unidos y sus aliados han determinado el vector agresivo de su política exterior. Están trabajando en acciones militares ofensivas, tales como una batalla múltiple, un ataque global”.
El alto mando castrense agrega: Los estadounidenses “buscan eliminar la categoría de estado de los países que les desagradan, socavar su soberanía, cambiar los cuerpos legalmente elegidos del poder estatal”. Tras una pausa, Guerásimov concluye: “En el presente, acciones similares están siendo observadas en Venezuela”.
La escena arriba mencionada se relaciona con el presente artículo, el cual tiene por objetivo explicar la serie de acciones y declaraciones con las cuales la Federación Rusa respalda a la República Bolivariana de Venezuela.
Para nadie es un secreto que la Rusia de Vladimir Putin y la Venezuela chavista son aliados geopolíticos y geoeconómicos. El apoyo ruso ha sido primordial para que el gobierno de Nicolás Maduro haya encontrado respaldo en la esfera internacional.
¿Ejemplos? El 27 de febrero del año en curso, los ministros de Relaciones Exteriores de China, India y Rusia se reunieron en la ciudad china de Wuzhén, donde “expresaron una decisión común de profundizar la coordinación en el formato trilateral en las organizaciones regionales e internacionales”. Por último, la tríada analizó “asuntos internacionales como Venezuela, el Medio Oriente y África del Norte…la situación en Yemen, Afganistán y la Península Coreana, también como el Plan Comprensivo Conjunto de Acción respecto al programa nuclear de Irán”1.
Al día siguiente, la coordinación sino-rusa se manifestó en el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas, pues, en un hecho poco frecuente, Beijing y Moscú impusieron un doble veto a una resolución preparada por Washington, la cual declaraba que el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, había sido reelegido en elecciones “no libres ni justas”.
El viernes 1 de marzo, la vicepresidenta de la República Bolivariana de Venezuela, Delcy Rodríguez, visitó Moscú. Los rusos cobijaron a la emisaria chavista: el canciller Serguéi Lavrov declaró que “Venezuela es un viejo y confiable socio de nosotros…hemos expresado nuestra solidaridad con el amistoso pueblo venezolano y nuestro apoyo por las medidas tomadas por el gobierno de Nicolás Maduro para prevenir más desestabilización”2.
Por su parte, la representante del atribulado régimen chavista anunció que la empresa Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA) trasladará su representación europea de Lisboa, Portugal a Moscú, Rusia.
Las declaraciones de Lavrov no fueron la única muestra de apoyo ruso: desde la capital búlgara, Sofía, el primer ministro ruso, Dmitri Medvédev, enunció al rotativo Trud que: “Rusia se opone a cualquiera y toda inferencia en los asuntos internos de otros países. En Venezuela, apoyamos los esfuerzos -incluyendo aquellos por los representantes de la región- para fomentar el diálogo entre el gobierno y la oposición”.
La protección política a Venezuela continúo: la presidenta del Senado ruso, Valentina Matviyenko, expresó, luego de reunirse con Delcy Rodríguez, que “tenemos miedo de que los Estados Unidos simule una provocación para provocar un baño de sangre y encuentre una razón y un pretexto para intervenir en Venezuela. Pero nosotros haremos hasta lo imposible por prevenir esto”.
Mientras tanto, a miles de kilómetros de Rusia, la versión estadounidense del Dr. Chapatín, el asesor de Seguridad Nacional de los Estados Unidos, John Bolton, afirmó a la cadena CNN que el gobierno de Donald Trump no tiene miedo de aplicar la doctrina Monroe. Este sistema se basa en el célebre dictum: “América para los americanos”.
La respuesta rusa no se hizo esperar: Lavrov expuso “la teoría y la práctica del ‘patio trasero’ suponen un insulto…serán los países latinoamericanos los que respondan a esa declaración arrogante de John Bolton, pues insultó a toda América Latina, aunque se estaba refiriendo a la doctrina Monroe en el contexto de Venezuela”.
El lunes 4 de marzo, en el Palacio Imperial de Hofburg, en Viena, Austria, dos tipos austeros y duros se reunieron: el jefe del Estado Mayor Conjunto, general Joseph Dunford, y el jefe del Estado Mayor, Valeri Guerásimov. El objetivo: intercambiar puntos de vista sobre el estado de las relaciones militares ruso-estadounidenses y la actual situación de seguridad en Europa y otros tópicos clave (¿Venezuela?).
Ambos estrategos han establecido una buena relación de trabajo, pues tanto el infante de marina estadounidense como el tanquista ruso están convencidos que es el mejor camino para prevenir una conflagración mayor. Por ello, el comunicado final fue escueto: “Ambos generales han acordado mantener los detalles de sus conversaciones en privado”3.
El escribano concluye: primero, Vladimir Putin ha decidido apoyar diplomática, económica y, quizá, militarmente al régimen de Nicolás Maduro. Rusia no puede dejar que el chavismo caiga, pues las próximas fichas en caer serían Cuba y Nicaragua; segundo, el líder de la oposición Juan Guaidó pudo regresar a Venezuela pues su arresto sólo conduciría a una escalada de violencia y a nuevas sanciones económicas; y tercero, la probable invasión estadounidense de Venezuela ha quedado, por el momento, guardada para una ulterior ocasión.
Aide-Mémoire. Donald Trump mostró su inoperancia diplomática ante Corea del Norte y en el conflicto entre India y Pakistán.
1.- Press release on a meeting of the foreign ministers of Russia, India and China (RIC) https://bit.ly/2UbFY6z
2.- Foreign Minister Sergey Lavrov´s statement and answers to media questions during a joint news conference following talks with Acting Vice President of Venezuela Delcy Rodriguez, Moscow, March 1, 2019 https://bit.ly/2IPhcYA
3.- Readout of Chairman of the Joint Chiefs of Staff Gen. Dunford´s Meeting with Russian Chief of the General Staff Gen. Gerasimov https://bit.ly/2H2yFve