El pragmatismo ambiental es una propuesta ética que surgió en la década de 1990 en países de habla inglesa. Esta línea de pensamiento se formó con la intención de evaluar las premisas con las que la primera generación de ética ambiental justifica sus propuestas, específicamente la idea de la existencia de un valor intrínseco en los entes naturales, mismos que los seres humanos estaríamos obligados a aceptar que existe; pero, de acuerdo con los representantes del pragmatismo estadounidense, el reconocimiento de las cosas, su verdad y su valor debe partir de su utilidad en la práctica, si carece de ésta, no puede aceptarse que algo sea valioso o verdadero en sí mismo. Entonces, con base en este criterio, el pragmatismo ambiental no acepta la existencia de valores intrínsecos en el mundo natural y que éstos sirvan para ofrecer propuestas que contribuyan en la resolución de la problemática ambiental que nos aqueja actualmente. Lo que los pragmatistas ambientales sugieren es que se elabore una clara justificación de cuáles son las funciones que cumplen en el mundo las entidades naturales, por ejemplo, los árboles, los matorrales, la maleza, los manglares y en función de ello justificar sus valores ambientales para evitar su derribo y destrucción, misma que está basada, la mayoría de las veces, exclusivamente en valores económicos.
De acuerdo con cada uno de los puntos de vista los fundadores y promotores de la ética ambiental, el valor intrínseco puede encontrarse, respectivamente, en la sensibilidad o en las funciones cognitivas, en el mero hecho de estar vivo, o por formar parte de la naturaleza y desempeñar en y junto con ella una función sistémica que colabore en el sostenimiento integral del ecosistema. Cada una de estas posiciones, aunque valiosas en sí mismas, no contribuyeron a poner en claro cómo enfrentar y resolver algunos de los problemas ambientales concretos que como especie hemos generado, pues se quedaron atrapadas, desde el punto de vista de los filósofos ambientalistas pragmáticos, en un discurso metafísico que no logró ocupar un lugar importante en los ámbitos social y político, de manera que se consiguiera algún tipo de cambio real en las actitudes de las personas, o en las decisiones políticas relacionadas con los problemas ambientales.
La ética ambiental, desde el punto de vista del pragmatismo ambiental, ha contribuido socialmente muy poco a cambiar la imagen que se tenía de la especie humana y del mundo natural, pues lo ha hecho sólo teóricamente y dentro de un selecto círculo académico, sin ningún impacto real positivo y sin acciones concretas. Esto dio como resultado que un grupo de filósofos de giro pragmático cuestionara la forma en que vino desarrollándose la ética ambiental.
El pragmatismo ambiental se ha convertido, entonces, en una opción para liberar a la ética ambiental del discurso axiológico metaético, por medio del cual pretendió promoverse un cambio de actitud ambiental en las personas, partiendo del reconocimiento y aceptación de la existencia de un cierto valor intrínseco en el mundo natural, razón suficiente -según ellos- para respetar a todas las entidades naturales. Lo que pretende el pragmatismo, en cambio, es “que las disputas teóricas (posiblemente interminables) cedan el paso a problemas más constructivos y útiles relacionados con las circunstancias concretas de la administración de recursos aquí o allá, o bien con la definición y aplicación de políticas en contextos de complejidad de intereses y multiplicidad de opiniones” (Jorge Issa [2003]. Los caminos de la ética ambiental II, Conacyt-UAM-I, México, p. 89).
Partir de los hechos, del contexto y hacer propuestas prácticas, tomadas desde puntos de vista plurales, que ayuden en la resolución de problemas concretos, son los postulados básicos formulados por Peirce, James y Dewey, fundadores del pragmatismo. Aplicar sus criterios metodológicos es lo que se sugiere en esta propuesta ético ambiental.
Para conocer un poco más de lo que es el pragmatismo ambiental hago una atenta invitación a los lectores de La Jornada Aguascalientes a que me acompañen a la presentación de mi libro Una visión pragmática de la ética ambiental, el próximo viernes 1 de marzo a las 18:00 horas, en el aula isóptica de la unidad de estudios avanzados en el campus central de la UAA; y el día 14 de marzo a las 18:00 horas, en la biblioteca de la Casa de la Cultura, Enrique Fernández Ledesma.