- Entrevista a Óscar Alarcón sobre Veintitrés y uno. Charlas con 23 escritoras
- Las etiquetas a la literatura no le vienen bien, nos llenamos de la nueva novela del narco, el nuevo libro para jóvenes, pero no leemos los contenidos que están ahí
Entrevistar a Óscar Alarcón me representó un reto en todos los sentidos. Además de un gran amigo es mi maestro literario y gracias a las largas charlas en los cafés que frecuentamos es que aprendí un poquito sobre lo que es la literatura y principalmente sobre cómo debe -o debería- comportarse un escritor frente a su obra: es mil veces mejor recomendar el libro de alguien que el propio. Quizá por esa humildad se adentró en el oficio de la entrevista durante más de 10 años. Los resultados son evidentes: un díptico de libros de entrevista a escritoras y escritores, el primero publicado en 2012: Veintiuno. Charlas con 20 escritores, y el segundo fue publicado el año pasado: Veintitrés y uno. Charlas con 23 escritoras, ambos con Nitro-Press. Así entiende Óscar la literatura: como un diálogo constante. Además hay una infinita curiosidad intelectual en él: pareciera que la obra de las autoras es un mero pretexto para platicar de la vida, de la situación que el país atraviesa en ese momento y, en fin, de toda clase de temas que puedan llenar su infinita curiosidad. No creo que la logre saciar nunca, y es por eso que pese a los libros ya publicados continúa entrevistando.
Posiblemente nunca me hubiera atrevido a entrevistarlo en forma, es gracias a que me invitó a presentar su libro que decidí armar algunas preguntas para hacérselas en la charla y posteriormente retomarlas como entrevista. El siguiente texto es el resultado de las presentaciones que se hicieron en el Hall de la Biblioteca Central de la BUAP y después en el auditorio de la preparatoria Emiliano Zapata (BUAP).
Iván Gómez (IG). ¿Cuál es el impulso inicial de Veintitrés y cómo vas conformando el libro?
Óscar Alarcón (OA). En el año 2004 teníamos un suplemento que se llamaba Una Theta, la hacíamos Ricardo Cartas, Toño Flores y yo. Y ahí la hacíamos de todo, desde diseñar hasta ir a dejar el suplemento (aunque a veces Toño Flores tiraba los suplementos en su boiler). Uno se da cuenta de que al hacer una revista cultural en un país de más 130 millones de mexicanos en donde prácticamente nadie los lee, pues prácticamente se hace nada más para los cuates. Y sin embargo teníamos que hacer estas publicaciones semanales y llenar los espacios. Esto es lo que me lleva a mí a hacer entrevistas. Recuerdo que en ese suplemento alguna vez me tocó hacerlo de todo. Escribía un artículo, una entrevista, un mini ensayo, hacía mi columna semanal y le ponía nombres distintos a todo. Por ahí aparece Camila Vélez, que es el nombre de mi abuela, entonces ella aparecía como autora pero yo lo había escrito, aparecía también Joan Barra -que es un personaje que me inventé- como el autor de otro texto. Así realicé la entrevista a René Avilés Fabila o a Carlos Fuentes. Y es así como surge el primer libro, Veintiuno. Charlas con 20 escritores. Ya después, cuando termina el periodo de Una theta y recopilo el trabajo de las entrevistas, veo que de escritoras sólo tengo la entrevista que le hice a Magali Tercero sobre su libro Cuando llegaron los bárbaros. Vida cotidiana y narcotráfico, así que pensé que tenía que cerrarse el díptico con un libro de entrevistas a escritoras que está muchísimo más pensado que el primero.
- Sí, precisamente pensaba que es un libro muy bien pensado. En tu labor de armar las entrevistas repites preguntas con toda la intención de armar un debate interno, la más constante es si es difícil ser escritora en un país como México.
- Sí, lo interesante es que la pregunta es constante pero la respuesta no. Hay escritoras que llegan a decir que sí es muy complicado publicar siendo mujer, y otras que te dicen que la verdad no tanto. Desde eso hasta otra respuesta que también me sorprendió cuando Aura Xilonen -que en ese entonces tenía 19 años y gana el Mauricio Achar- me dice: a mí nunca me ha costado trabajo publicar por ser mujer, lo que es complicado es tener 19 año y vivir en un mundo de escritores donde te hacen a un lado por tu edad y te dicen que seguramente tu calidad literaria es deficiente.
En el año 2012 no estaba tan visualizada la problemática de la violencia de género. Creo que el libro no nace con la idea de hacer un sesgo de género pero sí surge posteriormente con la idea de visualizar el trabajo que hacen las escritoras. Me parece que son entrevistas a las que cualquiera puede acercarse sin necesariamente conocer el trabajo de las autoras entrevistadas, y que te va a surgir la intención de leerlas en algún momento. Y leerlas de manera electrónica, como el caso de Karen Villeda, que tiene una página que se llama poetronica.net, es muy interesante lo que hace porque aparece la poesía con el reggaeton, y entonces uno puede ir haciendo su propio reggaeton a través de esta página; Brenda Ríos, que uno entra a buscar sus textos y se pueden descargar de manera gratuita, es una escritora poco conocida pero con una calidad literaria impresionante; Fernanda Melchor, quien quizá es ahora el peso pesado de este libro, sin demeritar el trabajo de las demás. Creo que tenemos una pluralidad de voces de la literatura que se está haciendo por parte de las mujeres. Creo que eso es lo que vale la pena del libro y está mal que lo recomiende de esta forma, pero al hacerlo recomiendo a las 23 autoras.
- Una de las cosas que más llama la atención es precisamente la diversidad de residencia de las escritoras. Elma Correa vive en Mexicali, Sylvia Aguilar Zéleny en El Paso, Fernanda Melchor en Veracruz, Karen Villeda en Tlaxcala, varias en la ciudad de México y Puebla. Armas un mapa extenso que cubre gran parte del territorio nacional y que finalmente es un reflejo de lo que se escribe en el país.
- Sí. Apuesto por la pluralidad de voces. Creo que no se encasilla el libro en un solo género literario, hay poesía, narrativa, ensayo, crónica periodística (la que hace Magali Tercero me parece fundamental de revisar en este momento), Fernanda Melchor vive ahora en Puebla. Mónica Nepote, cuando se hizo la entrevista tenía un par de meses de haber dejado la dirección de Tierra Adentro. Ella decía que se había sacado la lotería al haber estado 6 años en tierra adentro y haber publicado a tantos jóvenes escritores.
- Algunas de estas escritoras no parecían estar muy convencidas de aparecer en un libro donde sólo se entrevistara a mujeres. Esto lo sé porque decides incluir estos comentarios que algunas te hacen, y que al mismo tiempo es una crítica a la producción cultural en México.
- A propósito de eso, Ana García Bergua hace un chiste: le preguntaba si era difícil escribir en México para las mujeres. Y ella dijo: no, lo difícil es publicar, sobre todo cuando a los entrevistadores les gusta dividir a los autores en un tomo y a las autoras en otro. Pero como bien dices, el trabajo no consta de decir: aquí están los hombres y aquí las mujeres y son cosa aparte. Ya decía en una entrevista que la literatura no es de géneros sino de letras. Y creo que contribuye al estudio de éstas. Una de las cosas que debemos evitar es la segregación entre hombres y mujeres. Si lees los dos libros –Veintiuno y Veintitrés- creo que vas a encontrar un panorama muy importante hacía la literatura pero también evidencia otra cosa más importante (al menos para mí): las mujeres tienen todavía muchísimo más cosas que decir que los hombres.
- Hay un aspecto que saca a relucir Sylvia Aguilar Zéleny en su entrevista: ella habla de lo que define como las abuelas de la literatura mexicana, habla de autoras consagradas como Elena Garro, Amparo Dávila, Rosario Castellanos… y decía que estas abuelas de la literatura mexicana escriben de cualquier cosa; sin embargo, cuando habla de lo que ella considera las mamás mexicanas ya no les va tan bien: Ángeles Mastretta, Laura Esquivel, Guadalupe Loaeza… Lo que yo veo con esta recopilación es que las autoras entrevistadas retoman otros temas y se adentran a hablar de cualquier cosa tal y como lo hacen las abuelas de la literatura mexicana. Pareciera que se identifican más con las abuelas que con las mamás. De tal manera que tenemos a Fernanda Melchor que publica libros sobre la violencia en el país, o Aura Xilonen que habla sobre migración, entonces, ¿tú cómo ves este interés por ahondar en otros temas más allá de estos que generan estereotipos?
- Lo que dice Sylvia me parece un señalamiento muy importante porque de repente la literatura ha caído en marcas, se vuelve muy mediática, y eso le ocurre a Veintiuno; entrevisto a Carlos Fuentes y a los dos meses de la publicación del libro se muere. Entonces se vuelve mediático y se cree que es la última entrevista a Fuentes. Y lo que me gusta mucho de este libro de entrevistas es que las autoras son pesos pesados de la literatura, pero lo terrible es que no están visualizadas. Creo que tendríamos que pugnar por visualizar su obra. Pienso en Raquel Castro que maneja mucho el humor en la literatura. Hay un cuento que escribe sobre zombies, en donde se burla de Octavio Paz, y para la época en la que lo escribe era tremendo burlarse de él. Pienso también en el trabajo de la misma Xilonen con el lenguaje, el de Gilma Luque y la lucha constante entre lo erótico y lo tanatológico; Elma Correa que acaba de publicar su primer libro pero que no por eso es un libro debut, sino que parece lleva 50 años escribiendo al leer Que parezca un accidente; Cristina Rascón, que recién fue designada directora del área de literatura del INBA y que además traduce haikús del japonés medieval al español. Leer a estas mujeres es encontrar el peso pesado de la literatura nacional. Desde luego que faltan muchísimas más escritoras, pero con las recopiladas se puede encontrar un atisbo de la literatura nacional en las voces de las 23 autoras entrevistadas.
- ¿Cuáles creen que son esas respuestas que a varios años de la entrevista no puedes olvidar?
- La primera es la de Fernanda Melchor, cuando le pregunté quien asesinaba a las mujeres, Fernanda se enoja. La respuesta que da Fernanda viene posterior a la de Ana María Jaramillo, y Jaramillo me dice (sin que yo se lo pregunte): bueno, quienes están asesinado a las mujeres son en primer lugar, en segundo lugar, en tercer lugar y en cuarto lugar su círculo cercano. Son sus padres, sus padrastros, sus novios, hermanos celosos, todos ellos son los que están asesinado a las mujeres mexicanas. Y en quinto y sexto lugar está el narco, asesinos seriales… pero básicamente, quienes asesinan a las mujeres son su círculo social. Lo cual a mí me parece terrible. Es una respuesta demoledora, que me deja en silencio hasta que Ana María retoma el hilo de la respuesta. Yo decido hacerle una pregunta similar a Fernanda Melchor, y reacciona muy rudo: no sé, dime tú quiénes las está asesinando. Así que le debo aclarar que es en buena onda la pregunta. Se relaja un poco el asunto y me responde. Que desafortunadamente es una respuesta similar a la que da Ana María Jaramillo.
Y esa sería una apuesta de este libro: un llamado a concientizar a los varones a dejar de lado la figura del macho, dejar de lado la discriminación y violencia para entender que las mujeres son de este mismo mundo, que desafortunadamente hemos falocentrizado. Y son ellas mismas quienes lo dicen en estas charlas.
- Poco a poco cedes tu voz para que sean las autoras las que hablen y se explayen en las ideas que plantean. De modo que la lectura ya no es entre el entrevistador y la autora sino entre el lector y la escritora.
- Lo que trato de hacer es desaparecer completamente del libro para darle voz a ellas y que cuenten sobre su obra, su vida y cómo ven a México. Ellas son las protagonistas de cada una de las charlas. A mí lo que me interesa preguntarles, y sobre todo porque doy clases de literatura, sobre sus obras, sobre libros y después hablar un poco de lo que ellas viven de manera cotidiana para saber cómo generaron la obra, creo que eso sería importante. Sobre cómo lo hicieron, cómo se sentían cuando escribieron tal libro. Por qué Fernanda Melchor escribió Temporada de Huracanes, por qué Sylvia Aguilar Zéleny escribe Nenitas, por qué Ana García Bergua escribe La bomba de San José. Esa es la apuesta, como decir: sí, ya leí tu obra pero también quiero saber qué estaba pasando en tu vida cuando estabas escribiendo esto.
- Finalmente ayuda al lector a ver que cada interpretación de la literatura es válida. A Fernanda Melchor le das muchas perspectivas de sus libros que ella misma no había visto.
- Igual que tú estás dándole una mirada distinta a este libro. Yo no había entendido el libro así como lo estás leyendo. Se tratan de miradas de diferentes lectores. Ayer hablaba [en la tele] de un libro de Yelitza Ruiz, Cartografía del tren, mencionaba el erotismo que tienen sus poemas; y después ella me escribió un mensaje y me dijo: yo no entiendo por qué mencionas lo del erotismo si el libro no es erótico.
- Pero también es válido.
- Eso es lo que me decía: a final de cuentas tú puedes hacer lo que quieras con el libro aunque yo no le haya dado esa intención.
- ¿Crees que por el compromiso que muestras en las conversaciones y con las autoras se trate de un libro feminista o que aporta una visión sobre la valoración de la literatura escrita por mujeres?
- Hay muchas corrientes feministas (la primera, la segunda y la tercera ola del feminismo), y creo que hay que abordar estos temas con mucha seriedad. No es un libro feminista porque está escrito por mí, que soy un varón. Ya con eso queda descartado que pudiese ser un libro feminista. Para que fuese un libro feminista tendría que estar escrito por una mujer. Nuevamente: se trata de visibilizar. Como Veintiuno tenía los nombres de Fernando del Paso, Juan Villoro… por marca, volteas a ver el libro. Y aquí cuando te mencionan Elma Correa, Mónica Nepote, Pita Ochoa… la gente dice: ¿y ellas quiénes son? Entonces te das cuenta de que son autoras muy valiosas que han nutrido la literatura nacional, el gran problema que tenemos es que no las hemos visibilizado, que de manera ojete las editoriales las han escondido. Importa más mostrar la novela del gran escritor. Creo que todo eso habla de algunos discursos machistas escondidos todavía. Hay que evitarlo.
- ¿Qué entrevistas te representaron un reto intelectual?
- Todas. Cada una de las autores tenía sus ideas. Hay gente con la que soy muy cercano, por afinidades o por amistad de tiempo y hay gente que sí me resulta distante. Cada una de las entrevistas tiene sus condiciones y dificultades. La primera dificultad es haberlas leído a todas. No te puedes parar ante un micrófono o una grabadora y preguntar: ¿tú escribes en la mañana o en la noche? No tiene ningún valor. Ni tampoco leerlas y luego hacerles preguntas que infieran una respuesta, porque entonces caemos en preguntas falaces.
- Sobre lo que mencionábamos de la polifonía del libro, hay muchos ecos entre lo que piensa una autora y lo que piensa otra: Mónica Maristain da una perspectiva sobre el periodismo y la literatura muy diferente a la que da Fernanda Melchor.
- Mónica Maristain se pregunta cuándo al periodista no le bastó con ser eso y quiso ser escritor. Y por otra parte Melchor dice que la literatura y el periodismo van muy de la mano.
- Cuando entrevistas a Maristain le haces preguntas que ella le realizó a sus entrevistados. Te propongo ahora hacerte dos preguntas que tú le hiciste a las autoras. A Maristain le preguntas si actualmente nos hace falta un ícono literario como Roberto Bolaño, te la pongo así: ¿hacen falta íconos literarios?
- Más que íconos, hacen falta libros. Las etiquetas a la literatura no le vienen bien, nos llenamos de la nueva novela del narco, el nuevo libro para jóvenes pero no leemos los contenidos que están ahí. Hace falta hacer más libros para que la gente los lea. De íconos, no creo. Al menos yo prefiero más ir a un concierto que escuchar a un escritor hablar durante horas.
- De la entrevista a Raquel Castro: ¿se está gestando otro tipo de literatura que tiene que romper con los cánones?
- Sí. Y está propuesta en Elma Correa. En Que parezca un accidente hay una ruptura. Se trata de una voz que viene del ultra norte, en Mexicali, y que no tiene nada que ver con lo que estamos leyendo ahora. Lo mismo ocurre con Sylvia Aguilar Zéleny en Nenitas y en Basura, su novela más reciente, uno encuentra cosas que te mueven. No se trata de poner etiquetas pero en muchos casos son autoras experimentales. Cada uno de los libros que Karen Villeda saca está premiado, por ejemplo.
- Pareciera que, pese a la variedad de temas, sus realidades se imponen y la constante se vuelve hablar de violencia.
- Se nos impone la cotidianidad. Es terrible la situación del país, y da para un montón de textos. Incluso, dentro de cinco años podríamos tener la gran novela del huachicol, justo como ahora tenemos la novela del narco.
- ¿Cuál es la razón para preguntar ‘¿qué es el amor?’ en cada una de tus entrevistas?
- Se formula como una pregunta ontológica. Creo que es una respuesta que puede interesarle a todo el mundo, pero no tiene nada que ver con el género. Cuando se la hice a Ana Clavel me sugirió que hiciera la aclaración de esto porque muchos lectores podrían ser susceptibles a interpretarlo como una pregunta de género.
Pregunta del público. Hay una pregunta que le hace a una autora: ¿qué es el amor? ¿Podría mencionar qué es el amor para usted?
OA. La pregunta está en todo el libro. Es una constante. Y todavía no concluyo. Cada vez que le pregunto a varios autores se abre más la incógnita, aun no encuentro una conclusión sobre qué es. Creo que me quedo con una definición de Juan Villoro: el amor es un choque de ambulancias. Cuando te encuentres ese choque debes detenerte a verlo porque prácticamente es irrepetible. Va a ocurrir una sola vez en la vida.