Quienes escuchan hablar de Aguascalientes y no son originarios del terruño, seguramente relacionarán a nuestra entidad con la Feria Nacional de San Marcos, sus ya casi extintos deshilados, su renaciente industria vitivinícola o sus atardeceres que compiten con la belleza de sus mujeres. Y si de personajes hablamos seguramente uno de los que más llama la atención es el grabador y dibujante José Guadalupe Posada.
En esta columna ya me he referido con anterioridad a Posada y su obra, considerando la estrecha relación que existe entre la democracia y el artista.
Para poner en contexto, Posada Democracia vivaes heredero de la tradición artística de ilustrar con sus dibujos, publicaciones noticiosas que circulaban en el México porfirista. A invitación de Ireneo Paz, abuelo del poeta Octavio Paz, Posada se aleja de la patria chica y se asienta en la Ciudad de México para ilustrar con litografías ciertos sucesos que conmocionaron a la sociedad de aquel entonces, tragedias humanas y otras un tanto chuscas como el famoso baile de los 41.
Desde siempre, y como ícono nuestro, hemos defendido la obra de Posada más allá de la más popular de sus calaveras, a las que es inevitable hacer referencia. Sin embargo, Posada va más allá. Poseedor de un humor dramático, si lo podemos considerar así, se muestra muy en sintonía con el entorno pre revolucionario que acontece durante sus años de mayor productividad. En una etapa de la historia del poder ejecutivo mexicano que se puede catalogar como una dictadura de facto, Posada retrata como muchos otros, pero con toque propio, los abusos del gobierno y la explotación a la que se ve sometida el pueblo campesino y el que empieza a vivir en las pocas ciudades que se conforman dentro del territorio, pero en ámbitos precarios.
A Posada le llega tarde la fama. Incluso podríamos decir que no es tan reconocido en esos convulsos años de la revolución. Su obra no enmarca la lucha revolucionaria porque la muerte, esa que dibujó en incontables ocasiones y no solamente en forma de calavera, lo encuentra en 1913. No obstante sí se le puede considerar como el precursor de los artistas que, en la etapa moderna de México, realizaron sus obras más importantes en marcos tan disímiles como el muralismo y la ilustración editorializada en un cartón político.
A ambas vertientes las une el hilo conductor de mostrar la realidad, plasmando la desigualdad que impera en la sociedad, y lo que ello conlleva: inseguridad, injusticia, rechazo, abandono, inmoralidad, excesos. Son documentos históricos los murales de O’Gorman o los de Rivera tanto como una ilustración de Díaz de León o de Arias Bernal publicados en una gacetilla. Uno será efímero mientras que la otra será una obra monumental. Ambas llevan algo de Posada en su esencia.
Y es que el público al que van dirigidos ambos no son propiamente los de una galería, sino el pueblo mismo. Las calaveras de Posada muestran un aspecto democrático, porque no hay nada más democrático que la muerte. Así se encuentre emperifollada como la Calavera Garbancera, o rodando en bicicleta, con lanza en ristre a la manera del Quijote o en una pose muy pantera, el artista nos recuerda que todos, garbanceros o bicicálidos, locos quijotescos, faroles, o por decirlo hoy, millennials y chavorrucos, o chairos y fifís, finalmente encontraremos la igualdad democrática cuando seamos calavera.
Rivera lo inmortaliza en “Sueño de una tarde de domingo en la alameda”, del brazo de la Garbancera en su mejor versión catrina, pero Posada es mucho más. Es uno de los mejores exponentes de la libertad de expresión en un México en que la gente iletrada seguramente se informaba más por la imagen que por el texto, de ahí la importancia que debió tener el condensar en unos cuantos trazos, toda la crítica necesaria.
Mañana se cumplen 166 años de su nacimiento y bien vale la pena recordarlo, no solamente como una efigie o como una calavera por antonomasia, sino además como alguien que a través de la plástica hizo uso efectivo de esa democracia viva que, aún sigue viva, pero tanta falta nos sigue haciendo en todos los aspectos de la vida cotidiana a más de siglo y medio de distancia.
/LanderosIEE | @LanderosIEE