Estimado lector, después de muchas reflexiones del que escribe, derivado de mis últimos editoriales en donde recibí muchos ataques, la mayoría infundados, pero que fueron mermando las ganas de escribir, retomo con más ímpetu la columna, en tiempos difíciles, revueltos, en donde por apoyar a Andrés te conviertes en “chairo”, y si lo criticas te conviertes en “fifí”.
Por lo mismo, quiero a través de este editorial dar mi punto de vista sobre la necesidad imperiosa de defender sobre todas las cosas la libertad de expresión y evitar a toda costa, la censura y la auto-censura derivada de los ataques en redes sociales y otros medios.
En México, siempre los personajes que han detentado el poder han querido hacerlo de manera autoritaria total. Los tlatoanis, primero, los virreyes después. Si bien es cierto, los virreyes tenían un jefe arriba, el rey, la verdad es que la distancia y el tiempo hacía posible que detentaran el poder de forma autoritaria, que llevarán al poder con ellos a sus amigos y que después de esto aquellos que no pensaran como ellos se les mataran.
Después llegó la independencia, y las cosas no cambiaron mucho. Agustín de Iturbide quiso imponerse, y terminó por dejar a todos mal, ya que más que político, Agustín era un militar. Después de esto, tuvimos un medio siglo de cambios políticos en donde sólo se buscaba el oportunismo personal por sobre el beneficio general del país. Y ese oportunismo fue dado debido a la falta de seguridad para los inversores, y para los que están viviendo en el país.
Llegó la Reforma y Juárez con ella. El ídolo del actual presidente. ¿Cuál es la ventaja para el país que dio Juárez? Dio certidumbre legal, la separación de poderes de forma adecuada, a través de una Constitución que ya permitió tener ciertas reglas de operación para todos de forma adecuada. ¿Su pecado? Que nadie pudiera contradecirlo. Su palabra es ley, y por tanto, eso minaba el esfuerzo que se había logrado, además que faltaba la parte de la propiedad privada, ya que fortaleció el gobierno a costa de la iniciativa privada.
Porfirio Díaz, el dictador que abrió las puertas y dio certidumbre a la iniciativa privada, y no sólo eso, fundamentó el 80% de las leyes que permitieron que el siglo XX fuera rentable. ¿Su gran pecado? El autoritarismo que tanto criticó de Juárez.
Pero en ambos casos, se permitió la libertad de expresión. Publicaciones como El Ahuizote, El hijo del Ahuizote y otros, criticaron y muchas veces de forma feroz al gobierno en turno.
Tomado de: https://bit.ly/2Iqk5yS
Tomado de: https://bit.ly/2Ip9jZY
El problema de nuestro gobierno actual es que no puedes contradecir para nada a nuestro presidente. Andrés Manuel es obcecado. No quiere ni entiende razones. Si alguien se permite a contradecirlo, sus huestes, si no es que el mismo, se enojará y tratará de minimizar, ridiculizar, y buscar opciones y respuestas de donde no hay. La libertad de expresión está en peligro. Muchos son censurados, pero otros, por el hastío de las huestes Lopezobradoristas, y el miedo al contraataque del aparato gubernamental, se autocensuran o bien, retiran su pluma para evitar “mayores problemas” sin saber que es hacer lo que el avestruz, meter la cabeza en la tierra en lo que pasa el peligro.
Así estaba mi caso, por no tener problemas, dejar a un lado la pluma. Nunca más.
Esto no quiere decir que me convertiré en un feroz opositor, para nada. Como lo he hecho en siete años, siempre he buscado ser objetivo, es decir, aplaudir lo que está bien hecho, y señalar lo que no lo está, además de proponer cuando se pueda para mejorar nuestro país.
En estos momentos, el autoritarismo “a la Tlatoani” está haciendo peligrar a nuestro país y nuestra democracia. No lo permitamos.
Por la libertad de expresión, siempre hasta el fin.
Felicidades por volver a escribir. Sigo recomendándote leer Patria de Taibo II. Estoy de acuerdo contigo en este artículo te confieso que me siento igual que tu en las organizaciones y grupos de izquierda donde milito pues quienes apoyan a AMLO también apoyan megaproyectos ecocidas como el PIM, el Tren Maya y otros…