Más allá del desabasto / Disenso - LJA Aguascalientes
23/11/2024

Nadie puede calificar de poco atrevida la estrategia de AMLO para combatir el infame huachicoleo. Para bien o para mal, desde la admiración incondicional o la crítica automática, por su decisión temeraria, nadie puede negar que la apuesta es alta. Todo lo que se busque para impartir justicia es adecuado. El asunto de si era inmoral o no, sin embargo, como he dicho en otros momentos, sale sobrando. Ilegal. Era ilegal. Y debemos exigir que estas medidas radicales vengan acompañadas de cárcel para todos los que resulten involucrados en este sistema de mafia. Aunque yo creo que la estrategia debería comenzar en otros niveles, deseo de todo corazón que termine siendo adecuada.

Se dice que gran parte de la gasolina circulante en el país era contrabandeada. Aquí está el asunto que yo considero debería ponerse desde ya como la prioridad en esta lucha, y tiene que ver con una falencia enorme que el país tiene: su capacidad de recaudación tributaria. Es inevitable pensar: si gran parte de la gasolina que se venden en las gasolineras (no hablamos de esas tiendas de emergencia que hay en las larguísimas carreteras del país, sobre todo en Chiapas y Oaxaca donde llegas a manejar horas y horas sin encontrar un expendio) se compraba de manera ilegal a los huachicoleros ¿cómo se justificaban los reportes hacendarios?

Cuando viví en Chile me fascinó el rudimentario pero efectivo sistema de recaudación: a condición de multa todos los negocios deben entregar un recibo por cualquier compra a partir de 100 pesos chilenos (el equivalente en aquel momento eran unos $2.50 mexicanos). Es decir, compras un chicle y te dan un recibo: un pequeño papel que se desprende de un talonario foliado. Cada venta queda registrada de esa sencilla manera. En algún pueblo de la costa, al estacionarme para un museo, me cobraron con terminal en plena calle.

El embrollo actual debe de ir más allá de una estrategia radical, otra de las formas que el presidente tiene desde siempre para acaparar la agenda. Y debe dar paso a la pregunta seria sobre la recaudación. ¿Se quiere combatir la corrupción sin tregua? Fiscalicemos, fiscalicemos TODO. Imaginemos el escenario en donde un tránsito del Estado de México (sí saben por qué los pongo de ejemplo) nos detiene con ese cuento eterno de que el engomado y las grúas y que saldrá carísimo y que nos vamos a tardar mucho en recuperar el auto tuviera como obligación ofrecer la opción de pago con tarjeta: pague su multa aquí mismo en cómodas mensualidades. Incentivo para nosotros, recaudación y contra-incentivo para los policías gandallas ¿Cómo podría justificar una gasolinera que vende más de lo que compra si estuviera bien fiscalizada? Aprendamos a pedir notas, facturas, aún si no podemos deducirlas, aportemos para la formalización.

Es indudable que el Estado necesita dinero, lo necesitará más un esquema tan robusto como el que plantea el proyecto del presidente, y lo necesitará después de todas las promesas de campaña y los proyectos que incluyen dinero, como las becas y los apoyos a personas de la tercera edad. Y más vale que se busque la estrategia de recaudarlo antes de generar boquetes financieros o deuda.

“A ver quién se cansa primero”, dice, aunque también dice que se cansa, ganso. Y es una bravata que puede funcionar y será reconocida. Y habrá un momento, tarde o temprano, en que estemos cerca o no de su simpatía, la realidad lo rebasará: y si funciona hasta los detractores lo reconocerán y si falla hasta los fieles habrán de cansarse con las peligrosas consecuencias. Pero la fuga más importante no es de gasolina sino de dinero no recaudado, de impuestos evadidos desde la informalidad o el delito. Y para solucionar eso no basta cerrar ductos.

/Aguascalientesplural | @alexvzuniga

 



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