“No miente tan solo aquel que habla en contra de lo que sabe, sino también aquel que habla en contra de lo que no sabe”, Nietzsche.
El Órgano Superior de Fiscalización en teoría es un ente autónomo, es un brazo auxiliar de la Comisión de Vigilancia. Pero también es una dependencia de gobierno que da equilibrio y proporciona medidas de mejora expresadas de manera preventiva y al mismo tiempo en su propia esencia correctiva.
Los nuevos contextos nacionales y mundiales están dando una gran importancia a los sectores de transparencia, fiscalización y anticorrupción. Ciertamente en los países en vías de desarrollo existe una gran área de oportunidad para coadyuvar y fortalecer a las instituciones encargadas de estos tres temas fundamentales. La democracia se fortalece y se dignifica en la medida en que se tienen instituciones sólidas, fuera del vínculo del interés político.
Una mayoría priista en el Congreso local designó a Arturo Solano titular del OSFAGS en febrero de 2013. Renunció a la dirección administrativa del Instituto de Salud para convertirse en auditor superior.
Solano deja ese puesto en 2016, año en que el ente fiscalizador recibió un aumento a su presupuesto de 23.5 millones de pesos a 43.2, según documentos de su página de transparencia, y en medio de sospechas sobre su patrimonio y sobre los gastos que autorizó al frente del organismo.
Las últimas semanas han resultado ser verdaderamente dramáticas y polémicas para toda la esfera que inmiscuye al OSFAGS. La detención de Arturo Solano en Oaxaca, quien tiene severas acusaciones por peculado, uso indebido del recurso público y desvió de recursos por un monto aproximado de 14 millones de pesos, según la denuncia presentada ante la fiscalía.
La acusación es vituperable y lacerante. Es reprobable que quien fiscaliza y audita, no tenga los mínimos estándares de control. Como si no fuera suficiente la monserga y el desgaste que existe por parte de la sociedad para con los políticos. Difícilmente se le puede demandar a la sociedad otra oportunidad cuando esta clase de personajes afectan la imagen lacerada del político.
Las acusaciones van por la supuesta adquisición de un software que no existe, por nómina falsa, cuentas inaceptables en restaurantes ostentosos, pago a proveedores con domicilios fiscales que no coinciden y con giros de dudosa procedencia. Sin embargo, las acusaciones y las sanciones que pudieran existir no son propias de estas líneas, corresponden a las autoridades competentes.
“Quien con monstruos lucha, que se cuide de convertirse a su vez en monstruo. Cuando miras largo tiempo en el abismo, el abismo también mira dentro de ti”, Nietzsche.
Aunado a eso, en los próximos días se llevará a cabo la votación para escoger al próximo auditor, se auguran cambios radicales sobre el capital humano, ciertamente hay mucha gente con capacidad y con profesionalismo, pero también existen cuotas de tecnócratas, que han permanecido gracias a que acaparan la información y tienen un hermetismo muy ortodoxo, lo cual los hace indispensables para las funciones más básicas. Para ejemplo está la nula capacitación al personal del OSFAGS.
En el sector público es inadmisible decir “yo no soy político”, tener conocimientos técnicos es la primer exigencia del sector gobierno, pero tener habilidad, es el instinto de supervivencia. La política no es la perversión de la estructura, es el juego de poder, que algunos saben jugar y que otros simplemente pretenden ignorar y ostentar nivel jerárquico. El 70% de lo que hacemos en nuestra vida tiene su base en las relaciones que generamos. Para avanzar es necesario tener aliados, para crecer y dejar un legado positivo, es esencial tener amigos. Para tener enemigos sólo se necesita tener soberbia e ignorancia supina, es decir ignorar que se ignora.
En la vida pública hay personas que al dejar su puesto, ensalzan y enarbolan su nombre por el buen desempeño y por la honra de ayudar a quienes lo rodean, hay quienes salen por la puerta de atrás en un ambiente cárdeno y gris, hay otros a los que simplemente no los dejan seguir.
“Cuanto más nos elevamos, más pequeños parecemos a quienes no saben volar”, Nietzsche.
El drama es parte de nuestra vida, nos envuelve en lágrimas, nos atrapa en las falsas hipótesis, nos fatiga en pensamiento del eterno retorno del hubiera, también hace distancia, y no de proximidad, sino de sentido común, permea en la conciencia y arranca el sueño, también los sueños. Pero el drama también fortalece y da nuevos bríos, en la culminación de toda tragedia se extienden los albores de los nuevos caminos.
Si la justicia no es suficiente, si el poder político no peso lo que debía, si la soberbia encadeno, no os preocupéis, ahí está el tiempo, él siempre pone a todos en su lugar.
In silentio mei verba.
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