En los lejanos mares de las islas de Gran Bretaña e Irlanda, se gesta desde el 23 de junio de 2016 un huracán político que está cobrando su forma final: el Brexit. El difícil proceso de divorcio entre el Reino Unido y la Unión Europea se encuentra en un punto crítico. La separación de dos entes políticos tan polifacéticos -a pesar de que ambos colocan la unidad en su nombre- no podía ser de otra manera. La fecha acordada de separación es marzo de 2019. A semanas de que llegue la fecha, las partes no han logrado llegar a un acuerdo.
El mes pasado, la Casa de los Comunes del Reino Unido rechazó el singular acuerdo que la Primer Ministra Teresa May logró negociar, después de una de las negociaciones más largas y complicadas de los últimos tiempos. Se trató de una carrera de obstáculos para May. Las dificultades incluyeron los constantes desacuerdos hacia adentro de su coalición, las duras y muchas veces groseras declaraciones de sus contrapartes europeas y el abandono del proyecto por parte de quienes lideraron la campaña del Brexit. Un caso particularmente vulgar es el de Nigel Farage, exlíder del Partido de la Independencia del Reino Unido, quien se retiró de la política tras la victoria del Leave. Cabe mencionar sobre este último personaje que el viernes ya se reportaba que fundaría un nuevo partido si se extiende la fecha final de la separación.
Otro ejemplo de esta instancia es la traición de Boris Johnson, el exministro de Relaciones Exteriores de May. Este singular personaje, que fuese alcalde de Londres del 2008 al 2016, fue uno de los protagonistas de la campaña a favor de abandonar el bloque continental. Varios de los incendiarios anti-europeistas de dicha campaña se rehusaron a ejecutar su victoria, dejándolo a los burócratas cuyo mundo estaban poniendo en crisis. Burócratas que, liderados por una burócrata como May, buscaron negociar razonablemente y llegar a acuerdos. Sin embargo, el Brexit no es para los centros, sino para los polos.
Estas condiciones ocasionaron que el trato que May negoció deje a todos insatisfechos, cosa que se vio reflejada en su rechazo en la derrota electoral más brutal de la historia moderna del Reino Unido: 432-202. A pesar de que la negociación ha sido una verdadera odisea política, la cantidad de miembros del parlamento que son capaces de reconocer su complejidad en la repartición de costos y ganancias entre grupos, territorios y sectores no es la suficiente para que sea un acuerdo viable. No se puede operar un mandato divisivo con formas de consenso.
Los políticos de la campaña para salir de la UE le mintieron a los votantes y luego abandonaron el barco al que invitaron a todos a subir, como lo dijo Emmanuel Macron. El reclamo de quienes piden un segundo referendo hace precisamente ese punto con las opciones que propone para el voto: Quedarse en la Unión Europea o salir con el trato de May.
En estas circunstancias, a los ingleses les quedan cinco opciones:
- Que se extienda el periodo de transición en lo que se llega a un acuerdo marco para la relación posterior con estas mismas contrapartes.
- Organizar elecciones parlamentarias en el Reino Unido y renegociar el tratado con un nuevo gobierno.
- Hacer un segundo referendo cuyas opciones sean permanecer en la Unión Europea o salir sin trato.
4.Extender el periodo de transición y esperar a las elecciones europeas para encontrarse a otra gente al mando de los países de la UE.
- Salir de la Unión Europea sin un trato en marzo de 2019.
Esté último se antoja el más posible. Económicamente, esto significaría recaer en las reglas de impuestos para el comercio de la Organización Mundial del Comercio. Dado que la Unión Europea es el mayor socio comercial de los dominios de Isabel II, esto podría tener resultados catastróficos para los bolsillos de los ciudadanos ingleses.
Por otro lado, los habitantes de Irlanda del Norte e Irlanda están a la expectativa. El futuro funcionamiento de la frontera irlandesa es por mucho el tema más delicado de las negociaciones. La paz lograda con los acuerdos del Buen Viernes se sostiene en el libre tránsito en el marco de la Unión Europea. Si Irlanda del Norte -como parte del Reino Unido- sale de la Unión, habrá que llegar a un nuevo acuerdo. Sin embargo, Irlanda del Norte no puede tener libre tránsito de bienes y personas con el Reino Unido y con la Unión Europea a la vez.
Teresa May se encuentra en el centro de esta volátil situación política. La graduada de Oxford seguramente imaginó algo diferente cuando soñaba con formar parte del parlamento. La victoria de Thatcher mientras Teresa aún era joven le quitaría la oportunidad de ser la primer mujer Primer Ministra. Su llegada al poder como la encargada de manejar el Brexit ha convertido parte de su anhelo en una pesadilla.