Para: Martín Orozco Sandoval, Antonio Martín del Campo, María Teresa Jiménez Esquivel.
Ella llegó puntual a la hora que acordamos, envuelta con bufanda y chamarra por el frío de esa mañana, platicamos, una, dos, tres horas en que me contó cada acto de desprecio, de injuria, de ofensa, insultos, burlas, acoso sexual, acoso laboral; sí, ella, seguro que la recuerdan: la lisiada, como le apodó entonces su jefe, la que está vieja, pero tiene buena nalga, la que no se calla, ahí sentada dando sorbos de café mezclado amargamente con las lágrimas de impotencia me contó su historia y quizá la de decenas de mujeres más que permanecen calladas porque como le dijo su jefe, por el trabajo, a veces hay que arrodillarse.
Devuélvanle su puesto a la trabajadora acosada y despedida
Linda María Hernández Maldonado mostró su expediente, me quedé sorprendida de la organización de cada documento: lo tengo así para ver quién me hace caso, dijo. A ella le fue impedido su regreso al trabajo, después de la muerte de su papá al volver de su periodo vacacional se encontró con que le habían retirado su tarjeta para checar, improvisando una tarjeta con un folder, ese día y los subsecuentes logró checar así, en la tarjeta que ella misma hizo. Nadie le dio razón, nadie hablaba con ella, era una orden directa de su jefe, por el contrario, eran burlas, insultos y aislamiento de las áreas de trabajo, arrumbada con una mesa y una silla que ella misma tuvo que clavar con sus zapatos la dejaron sin ningún material para desempeñar su labor administrativa. “No digas nada, ¿quieres que te traiga algo de comer? Es que si se entera, ya sabes, así me va, tenemos prohibido ayudarte o hablarte para cualquier cosa, pero te lo dejo ahí, ya sabes en una bolsa, en los jardines, pero no digas nada”.
Todo lo señalado como violencia laboral, según la Secretaría del Trabajo y Previsión Social, exactamente todo lo describió Linda. Era 2015 a finales de abril cuando le quitaron su tarjeta y a principios de mayo cuando le dijeron que ya no podía estar ahí, ni presentarse, ya la habían mandado a sacar con el vigilante, pero se negó porque no había ningún oficio de rescisión de contrato, fue entonces que le mandaron a un abogado de la dirección de recursos humanos quien le prometió que en las oficinas se le explicaría detalladamente todo y se le daría a conocer su estatus laboral, pero nada de eso ocurrió.
Toño no quiere escándalos.
“Me salí porque ya estaba en peligro, ya eran muchas amenazas, muchos insultos y yo veía que nadie paraba a este señor porque él mismo lo gritaba: A mí nadie me hace nada porque yo soy protegido del senador (entonces, Martín Orozco Sandoval) y de mi cuenta corre que tú te vas por la buena o por la mala, pero te vas. Él no estaba jugando, Ramón había pasado de tener un puesto menor a ser jefe de departamento, nadie lo podía calmar, ni el mismo director, ni el secretario de aquel entonces, todo mundo lo comentaba, el puesto estaba dado, quién sabe por qué pero a él nadie lo podía tocar”. Toño Martín del Campo supo esto, yo se lo comenté a tiempo, en más de una ocasión, él me identifica bien, él supo de la muerte de mi padre, hasta me llamó para darme las condolencias antes de que me negaran la entrada a mi trabajo, pero tampoco hizo nada. Fue muy claro, él no quiere escándalos.
Aquel día cuando salí de la oficina, lo único que escuché fue: Ya ves, qué te costaba dármelas. Eso era la mismo que me decía, cuando estábamos a solas: estás vieja, pero tienes buena nalga. El efecto que la violencia laboral y sexual le ha dejado son críticos, además de la autoestima, el miedo permanente, la ansiedad y desde luego los tratamientos necesarios por el estrés vivido antes y ahora a causa del desempleo.
El gobernador
¿Usted qué dice, gobernador Martín Orozco? Alguien que ha sido perjudicada por otra persona a causa de su violencia y difamación, tiene o no derecho a buscar justicia, a demandar y tener la reparación del daño por la afectación. ¿Puede o no ir con su expediente a verlo para que la atienda? y de paso que usted esté al tanto de esos que se protegen bajo la excusa de ser sus recomendados.
Alcaldesa Tere Jiménez: IMMA/8/2015, COEVL/7/2015
Cabe recordar que el municipio está certificado en la Norma Oficial Mexicana 025 para la igualdad laboral y no discriminación. La certificación se logró desde la administración de 2011 con Lorena Martínez, luego continuó con Toño Martín del Campo y ahora usted la ha mantenido ¿Cómo lo han logrado? Con estos casos archivados de violencia laboral y despidos injustificados. Ya sé, dirá que esto no pertenece a su administración, pero curiosamente el señalado como responsable de esta violencia hoy ocupa un buen cargo en su administración, es decir fue premiado pese a esta denuncia que además se presentó en el Instituto Municipal de la Mujer de Aguascalientes (IMMA), donde se integró y dio cauce después se mandó a la extinta Comisión para Erradicar la Violencia Laboral, antes de que el Órgano Interno de Control sin ninguna perspectiva de género se esté haciendo cargo de las denuncias que por cierto ni eso han podido hacer, en su administración recurrieron a la Comisión de Igualdad de Género donde bajo oficio solicitaron la resolución del caso, después de tanto tiempo llevan más de 180 días sin responder y todo señala que ahí seguirán archivando la denuncia para no hacer ruido.
Linda sigue sentada mientras yo voy haciendo notas, unas mesas al lado, su esposo permanece también tomando un americano, ella no puede andar sola y mientras guardo mi libreta, mi grabadora, ella me dice, mirándolo a distancia: Chuy, mira a mi esposo, él me acompaña, me apoya, me contiene y yo no puedo devolverle nada, no tenían derecho, Chuy, no tenían derecho a quitarme mi trabajo.
Alcaldesa, ¿cuántas veces más tendrá que ponerse de rodillas Linda? para que le devuelvan su trabajo y para que le hagan justicia. Ella está arriesgando su integridad y quienes le damos voz también, porque la violencia siempre es ascendente, escala y más cuando se cobija, cuando se protege.
Distintos medios, impresos, electrónicos y digitales han realizado notas o reportajes, aun así ha ganado el silencio y la pasividad de la autoridad. Hablando con una especialista en violencia laboral, me dijo que el estado de la trabajadora es muy delicado no sólo en términos de derechos violentados, también emocionalmente hay un riesgo alto, en serio, alcaldesa, piensan enjuagarse las manos en este caso.
Por cierto, qué horror, imagínese, estimada lectora o lector, que ese personaje tan recomendado, tan intocable, ese perpetrador fuera su jefe. Da pánico ¿verdad?
@Chuytinoco