La vida, la vida….
La vida ¿Qué es la vida?
En tratar de entenderla
se nos va la propia vida…
Dormir Soñando – El Gran Silencio
En estos últimos días, una fracción del congreso de Aguascalientes ha impulsado una iniciativa que pretende cambiar los artículos 2 y 4 de la Constitución Política de la entidad, para hacer lo que la ultraderecha conservadora llama “proteger la vida”, y que -en realidad- impulsa una visión confesional de la ley, en detrimento no sólo de las mujeres sino de toda la población, ya que este cambio contempla que “toda persona tiene el derecho inherente a que se respete su vida desde su inicio en la fecundación y hasta su culminación en la muerte natural”.
Si bien, este cambio es notoriamente moralino, y desatiende avances en la filosofía y la ciencia, ha gozado del respaldo de varios legisladores que quieren saldar cuentas del apoyo electoral que los sectores más rancios y retrógradas les están cobrando, pero -también- este respaldo se da por la ignorancia de los legisladores que impulsan el intento de reforma, respecto a la laicidad del estado y al derecho positivo.
¿Qué implicaciones tiene este cambio? De entrada, abre la puerta a la penalización del aborto, un retroceso jurídico que la Suprema Corte de Justicia de la Nación ya había comenzado a trascender en favor de la libre autodeterminación de la maternidad para las mujeres, y que Olga Sánchez Cordero había anunciado que impulsaría para consolidar la plena despenalización desde la Secretaría de Gobernación. Pero también, de aprobarse, reduce la posibilidad de avance a una ley que regule la eutanasia como forma de dejar la existencia de manera digna.
¿Qué parece haber detrás de este movimiento político? Para empezar, una visión de la vida que se ciñe a cánones de credo. Lo que han querido aprobar es una noción falaz sobre “la primera infancia”, en la que -para sustentar la propuesta de ley- los legisladores mintieron al alterar datos tomados de la Unesco para afirmar que la primera infancia comienza desde la fecundación (no concepción, como le dicen los que creen en la inmaculada concepción), falseando los datos de la Unesco que -basados en ciencia médica y derecho- sitúan la primera infancia a partir del nacimiento de la persona, y no (nunca) desde la condición embrionaria o fetal. Así, los legisladores que quieren impulsar este retraso son -además de chatos- mentirosos.
Incluso los padres fundadores de la Iglesia consentían que el ánima no poseía al producto de la fecundación, sino hasta un tiempo muy posterior al inicio del embarazo. Copio textual un fragmento del artículo La despenalización del aborto, que Luis Villoro publicó en Letras Libres en julio de 2007: “San Agustín (354-430), en su Comentario al Evangelio de San Juan y en el De Anima, sostiene que no se considera homicidio el aborto de un feto aún no formado, y señala la animación del feto en el día 45 después de la concepción. San Buenaventura (1225-1274), In sententias, opina que el aborto es posible “antes de que el feto esté organizado”. San Alberto Magno (1206-1280) sostiene que el alma es infundida por Dios, la del varón a los cuarenta días y la de la mujer a los noventa. Santo Tomás de Aquino (1225-1274), en el De Potentia, acepta la animación hasta que el cuerpo esté organizado por “formas sustanciales” anteriores; en su Comentario a las Sentencias sostiene -al igual que San Alberto Magno- que la animación del feto se da a los cuarenta días para el varón y a los noventa para la mujer. Más tarde, el jesuita Luis de Molina (1535-1600) dice que, en la práctica, la Santa Sede admite que el feto sólo después de cincuenta días de concebido tiene un alma racional”. Hasta aquí la cita. Sería hilarante que los legisladores usaran estos argumentos en la tribuna legislativa, pero los comparto para ilustrar que -incluso en su credo- ha habido posiciones que no criminalizan la interrupción de la gestación en las primeras semanas. Si quiere leer el artículo completo, puede consultar en: https://goo.gl/PCBELq
Ceñir esta noción de “proteger la vida” como un eufemismo para convertir en sujeto jurídico a un embrión, en detrimento de los derechos de una mujer, es a todas luces una insensatez. Peor aún, impulsar una ley que -en la práctica- lo que implica es eliminar el derecho de una maternidad libre y deseada, e imponerla como una consecuencia punitiva a la práctica sexual femenina es atroz y bárbaro. Ojalá los diputados (y gran parte de la sociedad) se enteraran de que la actividad sexual, la procreación, y el matrimonio, son cosas absolutamente desligadas; a contrapelo de su visión chata y miope que sólo admite un modelo de práctica sexual y una forma de contrato de unión civil, con la finalidad de procrear; adoctrinada desde sus catecismos y sus púlpitos, e inoculada en sus mentes como esa abstracción a la que llaman “los valores”, y que -en su ceguera moralina- no alcanzan a percibir como un mecanismo de reproducción de la desigualdad.
En el otro punto de la iniciativa de marras, “proteger la vida hasta la muerte natural” implica cerrar la puerta jurídica a la posibilidad de la muerte digna, lo que deviene en desgaste económico, físico, mental, y emocional, tanto para las personas en condición de salud terminal como para sus cercanos. ¿Qué mente perversa puede querer imponer esos escenarios de sufrimiento y dolor, sólo porque su fe dice que únicamente un dios puede dar y quitar la vida? Peor aún ¿qué clase vergonzosa de legisladores querrían hacer de esta visión particular y subjetiva una norma prescriptiva y general para toda la población? Todavía más mal ¿Con esta intentona de reforma pretenden saldar y renovar el apoyo electoral de la facción más retrasada de la sociedad? Mal, por donde se le vea.
Dedico esta columna a Dahlia de la Cerda, quien con su trabajo inspirador y formativo ha propiciado no sólo el debate, sino la acción positiva para pelear por la maternidad libre y deseada, y -en general- para la emancipación de la mujer. Igualmente, la dedicatoria va para Hilda Hermosillo, con el deseo de que siga influyendo positivamente en el cambio social y en la formación de la opinión pública, y con el agradecimiento por su profesionalismo periodístico en las páginas de La Jornada Aguascalientes.
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