¿Cómo podemos mejorar y diseñar instituciones democráticas para mejorar las virtudes cívicas de los ciudadanos? Responder a esta pregunta requiere reconocer que las democracias liberales podrían fracasar en sus objetivos si los ciudadanos no se involucran de alguna manera en los asuntos públicos. Saber por qué los ciudadanos se repliegan a sus vidas privadas, simplemente persiguen sus propios intereses estrechos y evitan participar en la arquitectura institucional tradicional que atribuimos a las democracias avanzadas, nos dará una mejor comprensión de algunas de las deficiencias de nuestras instituciones democráticas reales. También proporcionará información sobre cómo podemos mejorarlas.
¿Cómo pueden implementarse las innovaciones democráticas para mejorar nuestras instituciones democráticas reales? ¿Cómo podemos diseñar innovaciones democráticas que profundicen la participación ciudadana en el proceso de toma de decisiones políticas? Responder a estas preguntas requiere comprender los factores psicológicos que involucran a las personas en la búsqueda de objetivos comunes a través de la cooperación. También implica pensar cómo ciertos factores inhiben la participación democrática ciudadana (por ejemplo, a través de la deliberación).
En todo el mundo podemos ver innovaciones democráticas: instituciones que han sido diseñadas específicamente para aumentar y profundizar la participación ciudadana en el proceso de toma de decisiones políticas. Desde la participación ciudadana en la toma de decisiones presupuestarias en la ciudad brasileña de Porto Alegre, hasta la asamblea de 160 ciudadanos seleccionados al azar en Columbia Británica para hacer cambios en su sistema electoral, se promueve la participación ciudadana en la política para mejorar las instituciones democráticas y crear nuevas instituciones que amplíen los procedimientos democráticos en la formulación de políticas.
No obstante, la mayoría de las veces, estas innovaciones provienen de un compromiso civil espontáneo en lugar de un diseño y promoción institucionalizados. Estos impulsos contrademocráticos son un efecto central de los fracasos y limitaciones de nuestras democracias liberales. La política en la era de la desconfianza socava la democracia institucional: mientras que los ciudadanos tienen menos probabilidades de votar en días de elecciones, se expresan a través del activismo en las calles, en ciudades de todo el mundo y en Internet.
Dado que los esfuerzos individuales para fortalecer la participación democrática en la política tienden a desvanecerse con el tiempo, ¿cómo podemos diseñar innovaciones democráticas que provengan de nuestras instituciones políticas reales? ¿O cómo podemos diseñar nuevas instituciones que promuevan la participación civil en asuntos comunes? Se requiere una comprensión profunda, interdisciplinaria y multidisciplinaria de la democracia, las instituciones democráticas, las virtudes cívicas y la cooperación para responder estas preguntas.
Andrés Manuel López Obrador ya es presidente en funciones de México. Algunas razones pueden darnos cierta y mitigada esperanza en su sexenio. Ciertamente hay algo malo en el modelo económico neoliberal que ha sido privilegiado las últimas décadas. El libre mercado no funciona cuando la educación no es gratuita, cuando todo se pone en venta sin mayor reflexión y cuando los más privilegiados no pagan impuestos justos. ¿Cómo operará el nuevo sistema económico? Sólo conocemos generalidades, por lo cual soy escéptico a ese respecto. Los programas sociales que impulsará el presidente son, en su mayoría, buenas ideas mezcladas con ocurrencias. Regalar dinero de manera directa no suele ser una buena política, pero también la ciudadanía está harta de que el dinero no llegue a ellos perdido entre la corrupción de los mediadores. Mi mayor preocupación al inicio de este nuevo sexenio es otra: gobernar con base en consultas populares no me parece una buena estrategia. Como lo mencione al inicio, en efecto es bueno pensar en cómo profundizar la participación ciudadana en asuntos públicos. Pero para hacerlo se requiere de diseño institucional. Se requiere investigar con profundidad las mejores manera de hacerlo y los temas y problemas que son susceptibles de dicha participación. Esta nueva democracia popular, que inaugura AMLO, puede degenerar fácilmente en una democracia a mano alzada de sólo un grupo de ciudadanas y ciudadanos. Por México, espero que mis sospechas estén equivocadas.
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