“Daría todo lo que sé por la mitad de lo que ignoro”, Descartes.
El magnífico libro de Carl Sagan, El mundo y sus demonios, habla de cómo el mundo vive en una constante lucha sobre diversos planteamientos que como humanos extendemos en cada segundo de nuestra existencia. La ignorancia y la virtud son los ejes polarizados en los que se manifiesta la retrogradación o el progreso.
Nuestro mundo implora que exista una interacción de interés sobre el tema de la ciencia, la ciencia despoja las teorías espurias y la controversia de los silogismos. En la era de la información, es profundamente necesario entender que alcance de la sociedad puede ser la cuna y el inicio para que podamos ser mejores.
De manera inmediata no se entiende a la ciencia desde la perspectiva filosófica o metodológica. Se entiende como un conjunto de datos muy interesantes y con referencias incluso cómicas sobre planteamientos de muchas creatividades.
No obstante, en muchas de las ocasiones en la vida, sucede lo mismo, las interpretaciones sobre la ciencia son vagas y un tanto subjetivas, muy alejadas de la dinámica social.
Cuando como sociedad abordamos el tema de la Atlántida, existen diversos criterios expuestos, que están poco sustentados, resultan retóricamente viables, pero metodológicamente improbables. Cuando opinamos sobre política, cuando opinamos de religión, cuando opinamos de algún deporte, sucede lo mismo, expresamos una opinión sesgada que no va apegada a una comprobación de corte científico y en cierta proporción esto desvirtúa a la realidad.
Por consiguiente en un plano subjetivo se genera la interrogación de cómo existe información poco sustentada, pero del mismo modo existe una latente falta de criterio sobre la mayoría de la sociedad que lacera el sentido crítico y por ende se abandona todo epígono.
El analfabetismo científico es el claro ejemplo de lo que reflejaba Platón en el libro VII de las Leyes, es decir, existe una ignorancia supina sobre la referencia de la información que se plasma y sobre todo de la asimilación que corresponde a una responsabilidad inherente a la existencia humana.
Es un símbolo profundamente alarmante, que en la era del conocimiento, las personas ignoren que ignoran, de manera natural existe un mayor grado de conciencia, y por ende de responsabilidad. De tal modo refleja una lejanía sobre las tesituras modernas y sobre un abandono de lo que nos corresponde como sociedad y como individuos.
Un claro ejemplo de ello fue el legado que dejó Hipócrates hace más 2500 años, ya que quitó la superstición de las cuestiones médicas. Es muy común que el mundo profano entienda y asocie dos o más hechos y que con eso piensen y justifiquen alguna causalidad.
De manera progresiva, el ser humano cotidianamente utiliza un sinfín de analogías con el firme propósito de caer en un estado explicativo de la realidad, o sobre lo que se piensa de ella.
La ciencia otorga el mismo don de la vida.
“Vi viveri universum vivus vici”, Por el poder del universo estando vivo he conquistado el conocimiento. Esta frase es propia del filósofo Goethe, en su obra Fausto. El filósofo asociado a la orden de los Illuminati de Baviera tenía la capacidad de poder plasmar frases en dos sentidos, a continuación viene la otra interpretación de la frase expuesta: “Por el poder del conocimiento estando vivo he conquistado el universo”, Veniversum.
La ciencia por su parte asusta y confunde, es sin duda alguna, un poder, la información es poder y el conocimiento aún más. El poder en manos de personas sin moral y sin virtud es muy peligroso.
Debe de existir un sentido moral, en donde la ciencia sea aplicada en la digresión del tiempo y también que sea un factor de cambio positivo y de progreso. Lo que la mente desconoce genera incertidumbre y también miedo.
En cada cultura y en cada sociedad existen diversas y extensas dudas sobre aspectos verdaderamente inefables, desde la creencia de alienígenas hasta la interacción de los fantasmas con las personas que están sobre la fase de la tierra.
“El mayor enemigo del ser humano es la ignorancia”.
La reminiscencia de la historia plasma sobre sus líneas, que en el decurso del tiempo las distintas naciones han logrado generalizar ciertos conceptos, no obstante, no existe mejor criterio y reseña de que la inteligencia subyuga a la fuerza, que la muestra loable que han mostrado las naciones y los momentos históricos para poder establecer un seguimiento oportuno sobre lo que sucede y de cómo se debe de interpretar.
El hombre de virtud tiende a buscar un refugio en la ciencia y cuando existe conciencia en él, comienza un combate en contra de la ambición de la superstición, y los enemigos naturales del hombre.
Somos lo que sabemos, sabemos para existir y existimos para saber lo que somos.
[email protected] | @ahumdaroberto