Siempre que está próximo a terminar un ciclo, el que usted me diga, en este caso el fin de 2018, no sin antes pasar por la Navidad y todo lo que conlleva para cada uno de nosotros, claro está, nos llega el momento de reflexionar, de compartir y de hacer cosas diferentes a la rutina, nos damos la oportunidad de ajustar tuercas y ser optimistas para arrancar un año más. Hoy estamos exactamente a 11 días de celebrar Nochebuena, 12 de la Navidad, a 18 del Fin de Año y a 19 del primer día de 2019, y aunque la incertidumbre en este país no se disipó con la llegada de la cuarta transformación, este jueves no gastaré ni tinta ni pixeles para criticar a Andrés Manuel y su mafia del poder; estamos en tiempo de buenas noticias por escasas que sean.
El pasado lunes 10 los alumnos del Colegio Termápolis, incluyendo a mi hijo, se dieron a la tarea de hacer un día diferente; lo planearon con antelación, se prepararon y consideraron que era momento de actuar a favor de la paz y la armonía de los últimos días de este año. El llegar a un acuerdo para definir la dinámica que iban a desarrollar, qué es lo que compartirían con los habitantes de esta ciudad, cómo y cuándo, fue un ejercicio que desde mi óptica de papá me pareció interesante, pues trabajando currículo oculto los enfrentaron a una actividad que les exigió planear, organizar, ejecutar, controlar y finalmente evaluar, un proceso administrativo tal cual.
Cuatro actividades que les permitieron interactuar con la población, primero, la invasión al primer cuadro de esta ciudad, una vez concentrados en el punto estratégico le dieron cause al plan, qué tal entregar cartas con buenos deseos en los hogares aledaños, si, por qué no, los textos fueron escritos para animar, agradecer, felicitar, desear lo mejor para las personas que leyeran las misivas. No faltó uno que otro habitante que le desagradó la idea, que no quiso recibir la carta, que los vio con reservas, pero la mayoría comprendió la intención y aceptó con gusto el obsequio; se imagina lo que representó para una persona solitaria, el recibir un obsequio como ese seguramente le iluminó el día como a muchos otros, la energía de los más jóvenes contagia positivamente a los demás. Pero no sólo fueron las cartas con buenos deseos, también fue el compartir su canto en la plaza de armas con todos los transeúntes, que tal la Exedra; sí usted no conoce la ciudad, me refiero a un monumento que le da identidad a uno de los estados más pequeños de la República Mexicana. Ahí mero, los estudiantes del colegio Termápolis entonaron “Imagine” de John Lennon, pieza emblemática que saliera a la luz en 1988 y que ahora es todo un himno a la paz, qué mejor para cantar a capela, así, sin más ni más, por el puro gusto de compartir. De verdad, estimado lector, siempre son interesantes estas actividades, donde los intérpretes, niños y jóvenes experimentan de manera directa el sentimiento de compartir algo que ellos acuñaron, que es suyo, efímero pero que perdurará para toda la vida en sus mentes y con suerte en la de los espectadores de ocasión que pasaron por ahí el día indicado en el momento indicado.
Su tercera actividad fue apoderarse de los cruceros y pedir sonrisas, toque el claxon si está feliz, decían por ahí y aunque no faltó el enfadado por la dinámica, los chicos cumplieron con su cometido, el cual fue contagiar de alegría y paz a todo aquel que se les pusiera enfrente, en vehículo o a pie.
El buen ánimo se contagia, querido lector, y qué mejor dejarse llevar por esta invasión de chicas y chicos que la única intención fue, hacer sentir bien a sus compañeros de ciudad.
Y la culminación de la dinámica cerró con broche de oro creo yo, todos regalaron abrazos.
Qué tuvo de especial esta actividad, por qué es que me llamó la atención independientemente a que mi hijo estudie ahí; el fomentar este tipo de activaciones les permitió, como lo mencioné en un principio, saber organizarse y poner en marcha algo que en la ejecución pareciera sencillo, pero en la planeación fue realmente complejo. Además de desarrollar estas habilidades fueron sensibilizados y pudieron percatarse de la fuerza que puede tener la buena vibra, la energía positiva, la caridad, como usted quiera llamarle a esto que hicieron y les salió súper bien.
Qué sigue, con qué nos debemos quedar, definitivamente con la idea de que estas jóvenes generaciones necesitan fomentar valores, darle el peso específico de las actividades de carácter social, alejarse de los dispositivos móviles por un momento e interactuar de manera presencial con los que tienen a lado, vivir la vida real no la virtual, saludemos sinceramente este tipo de dinámicas que no sólo empuja este colegio, muchos más lo hacen y lo hacen bien. Mire, con todo respeto para los organizadores de las mega colectas para las causas nobles, nada es más transparente que la sonrisa de una niña, de un niño, de unos jóvenes cuando entregan con el alma lo que tienen en el corazón y no precisamente es dinero.
A seguirle que esto no se acaba hasta el último minuto del 31 de este mes, con uvas o sin ellas, necesitamos pedir 12 deseos con toda la buena vibra para que este personaje que tenemos como presidente se le ilumine la tatema, le suba agua al tinaco y deje de pensar como oposición, alguien que le diga que es autoridad constitucional.
Espero que el próximo jueves ya esté de vacaciones, estimado lector, preparando todo lo necesario para las fiestas.
Bien por los chichos.
[email protected] | @ericazocar