11: no sabes cuán afortunado eres de que alguien más se interese de vestirte y alimentarte, aunque sea con un pastel pintado de azul eléctrico y que te hace castañear los dientes por la demasiada azúcar. No puedes parar de reír y deslumbrar así la amargura de los otros.
14: hoy hice un túnel para viajar a casa. No me extrañen.
46: te crees finalmente listo para explorar ese calabozo sexual del que tanto te han hablado. El doctor te muestra su dedo: su próstata está muy sana. Siga así. Es buen momento para cambiar el auto; tus hijos y la novia lo apreciarán. El futuro se ve misteriosamente extenso.
92: los nombres son una trivialidad; en toda la casa hay espejismos del pasado y nadie sabe que eso es lo primero que ves.
27: en tres años tendrás la crisis de los treinta y podrás hacerte el interesante con tus coworkers. Cuentas las horas, los días; has practicado tus caritas de angustia y desamparo. A tus vecinos, cuando se los mencionas, destapan el barrilito de Tonayan y preguntan eso qué es o qué. Tienes tu primer aviso verdadero: quizás a partir de hoy deberías ser más sincero. No te vas a morir como el Morrison, o la Janis, o la Winehouse.
17: el maldito porno no se acaba.
77: llevas contigo dados para todo el año.
1: la tía acerca la cara y te dice, en medio de su propio estupor, que tu conexión con el mundo de los espíritus está en su punto. Empuja la cuchara. Te alimenta una papilla. No sabe bien pero no es que importe mucho porque tus papilas gustativas no se han desarrollado por completo. La tía dice que le puso un poquito de verde para que aprendas a hablar más rápido y ver el aura de la gente. Tú, por mero instinto de supervivencia, formulas la primera pregunta coherente y existencialista que tu corta edad permite: ¿cuándo llegarán tus padres?
35: finalmente lo admites, estás bien sabrosa y ese cuerpo no tiene por qué desperdiciarse en aburridos, pusilánimes o chamacos con canas. No necesitas más ejercicio, no quieres privarte más de los tacos fritos y por fin vas a visitar ese calabozo sexual qué tanto te recomendó el 46.
36: nomás se recupere tu cadera.
12: ojalá no tuvieras que usar brasier. Todos te miran raro.
111: una tortuga te visita y duerme en la entrada de una casa. Murmura el secreto para abrir la séptima puerta al reino de Vishnu. Tú la despiertas y la corriges: debe pronunciarse el nombre correcto y hacerse la anunciación en octasílabos o podrías romper la cadera de una muchacha cualquiera. La tortuga se levanta evidentemente enfadada; usted no sabe de chakras ni de mantras, dice, su papada escamosa muy excitada, sólo porque ha tenido un tiempo sobrenatural para contemplar las nubes usted ya sé cree con derechos de manipular el universo. Esto no puede quedarse así. Reviras con inteligencia: no soy yo quien ha escogido dormir en la entrada de esta casa.
37: en tres años vas a tener la crisis de los cuarenta, qué calamidad, pero sigues tomando del whisky más barato y a nadie le importa. Sorbes tu café, miras al grupo de amigos a tu alrededor, apagas las velas y piensas en todo lo que has dejado atrás. No ha sido mucho, pero pudo ser finito. Cuando te levantes al día siguiente harás una promesa: no querrás escribir cosas inteligentes, pero siempre querrás escribir cosas raras y placenteras. Todo está bien con el mundo.