- Entrevista a Sylvia Aguilar Zéleny, acerca de la novela Basura
- Creo más en aludir que en denunciar, puesto que no es mi papel aleccionar al lector, sino acercarlo al ojo del huracán, en la novela o a las filosas puntas de iceberg
Los textos de Sylvia Aguilar Zéleny (Sonora, 1973) son sumamente extraños y por eso mismo infinitamente ricos: no se trata de la literatura acartonada y canónica a la que las grandes editoriales nos tienen acostumbrados; sus libros son el lado marginal de la realidad, la cara oculta de la luna. Cada libro es diferente al anterior en cuanto a que explora un nuevo tema y busca -a través de puertas no abiertas- construir personajes entrañables que en mucho se parecen a personas de la vida cotidiana, y más para quienes hemos vivido en lugares donde la violencia, la suciedad, el crimen, la precariedad y demás problemas se hacen presentes día tras día -y que dadas los altos índices de violencia del país, debemos ser muchos. Hay elementos que si se repiten en sus obras son, a mi parecer, la impronta de la autora.
Entre sus principales libros destacan No son gente como uno (ISC, 2004), Nenitas (Nitro/Press, 2013), Una no habla de esto (Tierra Adentro, 2008), Todo eso es yo (ISC, 2016), El libro de Aisha (Enjambre Literario, 2018) y recientemente Basura (Nitro/Press, 2018). Charlamos mayoritariamente sobre este último.
Publicada en 2018, la novela Basura aborda tres historias conectadas por un hilo muy sutil que es empresa del lector ir descubriendo. Se trata de una niña que vive en un basurero municipal, una prostituta que además se encarga de instruir a las que lleguen y una doctora que debe lidiar con los cuidados de su tía, que poco a poco es invadida por una enfermedad.
Iván Gómez (IG). En tus libros los personajes entran en la vida de los lectores y difícilmente vuelven a salir. Personajes entrañables (por lo bien desarrollados, pero también por la fuerte sensación realista) como una niña viviendo en un basurero, prostitutas, chicas con padres autoritarios o inmersos en un ambiente de violencia familiar, una tía que de a poco comienza a vivir en su pasado hasta encerrarse en este… hay un elemento en todos ellos: la marginalidad, ¿qué papel ocupa este en tu obra?
Sylvia Aguilar Zéleny (SAZ). Creo que esto es más visible en Todo eso es yo y en Basura pues me interesaba trazar el efecto que tenía en el desarrollo de un personaje un espacio tan agreste como la narcoguerra en Ciudad Juárez, dibujado por una niña en la Todo…, y el terreno del basurero municipal, así como las calles y barrios a su alrededor en Basura. Con frecuencia me cuestiono el papel de la ficción, día a día en la vida real ocurren cosas más increíbles que la invención misma. Creo que el mío se ha vuelto un ejercicio -o una obsesión, no sé- de observar la realidad y ver de qué manera, como sociedad, nos desarrollamos a pesar o como consecuencia de nuestro hábitat. Creo que, como Alicia mi personaje, yo también escarbo y saco para que otros miren.
- Escribí una reseña de Basura en la que hablaba sobre estructuras novelísticas y la importancia de enganchar al lector desde las primeras páginas para competir con los incentivos electrónicos, en ese sentido me parece que la estructura de la novela es el ideal por conseguir esto con tanta facilidad, ¿cómo fue su proceso de creación más allá de lo que cuentas en la sección de Agradecimientos?
SAZ. Hace casi dos años tomé un taller de narrativa con Luisa Valenzuela, yo llevaba tres cuentos a desarrollar para un libro; Luisa, al leerlos, me dijo “esto es una novela, mira cada uno de tus personajes guarda un secreto.” No me dijo más, no me dijo cómo hacer de esos tres personajes y esos tres cuentos una novela. Así que pasé algún tiempo pensando cómo hacer la unión. Lo primero que hice fue componerla siguiendo un poco lo que hace Baricco en Tres veces al amanecer y construir tres bloques para cada personaje, con la idea de que solo al final el lector pudiera ver qué unía a quién con quién y cómo. Mauricio Bares, mi editor, me hizo pensar que tal vez estaba demandando mucho del lector y que tendría que obviar demasiado ciertos detalles para engancharlo por completo. ¿Cómo entonces presentar tres historias sin ser obvio ni demasiado abstracto? Haciendo una trenza, estrategia que aprendí de Lidia Yuknavitch y que de alguna manera apela a ese cruce de destinos.
Por otro lado, tenía tres voces en primera persona y había que asegurarse que no se escucharan igual, que quedara bien claro quién era quién. Apelé entonces a algo que tal vez el lector no note en primera instancia: diferentes sintaxis. Por ejemplo, Alicia usa oraciones más cortas, contundentes. Griselda se recarga en oraciones coordinadas y subordinadas. Reyna habla en oraciones extensas, encabalgadas. Trabajé además apelando al vocabulario y al tono que cada personaje debía sostener. Así pues, la trenza funciona tanto en estructura (tres secciones) como al interior de cada texto (sintaxis, vocabulario, tono).
- Me parece evidente la presencia femenina en este y en otros de tus libros, ellas son las protagonistas y de ellas emergen las soluciones, no hay nadie que las rescate si no es entre ellas mismas. ¿Podríamos decir que se trata de un libro feminista?
SAZ. La autora es feminista y mis búsquedas surgen de observar el papel de la mujer en sociedad. Creo que a mis personajes, por provenir de entornos sociales y/o familiares tan turbios, no pueden darse el lujo de dejar su destino en manos de alguien más. Hay una rebelión constante en ellas y sí, el subtexto surge del feminismo en tanto respuesta del patriarcado. Se me viene ahora la imagen de la señora que enviudó y aún con el dolor de la muerte de su esposo, ahora saborea su libertad nadando.
- Esta característica me parece importante porque no se trata del feminismo que descalifica las obras por la opresión machista que viven las mujeres, sino de colocar a personajes femeninos en entornos que realmente padecen muchas personas y dar así un atisbo de sus vidas, ¿crees que es ese el papel de la literatura actualmente: la denuncia social?
SAZ. Creo, más bien, en la literatura como una forma de observar la condición humana tal cual y dejar que el lector reflexione por cuenta propia. Creo más en aludir que en denunciar, puesto que no es mi papel aleccionar al lector, sino acercarlo al ojo del huracán, en la novela, o a las filosas puntas de iceberg, en el cuento, de un todo problemático de por sí.
No podría hablar del papel de la literatura, puedo eso sí hablar de mi papel como escritora y resulta que como escritora mantengo los ojos abiertos a lo que somos y construimos. Pienso en un poema del libro Comunidad terapéutica de Iveth Luna. En él la voz poética dice que abre un documento de word, que elige la tipografía para escribir un poema de flores; pero, al mismo tiempo se intercalan a estas líneas los testimonios de unos padres que matan a sus hijas a sangre fría. ¿Cómo escribir poemas de flores, entonces? Se escribe de lo que se ve y para que otros vean.
- Las tres historias, hacia el final, llegan a un punto desalentador, como si todo se fuera al carajo; el final es una especie de reconstrucción de sus vidas llenas de incertidumbre pero con algo de esperanza. Publicada en 2018, escrita en tiempos muy complejos para el país, ¿es ese el perfil del mexicano oprimido, la constante oportunidad de reiniciar?
SAZ. ¡Ojalá! Es muy curioso, quien ha leído la novela y la ha comentado conmigo tiene ese mismo comentario, “hay esperanza al final”. Pero sin afán de crear un spoiler, el lugar al que llegan es Ecatepec. ¡Ecatepec! Me pregunto si la gente no cree o no es consciente de lo que ocurre allá desde hace unos años.
Ahora bien, yo no creo que la constante oportunidad de reiniciar sea el perfil del mexicano oprimido, en todo caso quisiera que fuera una constante en la condición humana. El otro día leí en las noticias que hay al menos cuarenta intentos de suicidio mensuales en lugares como Ciudad Juárez, especialmente entre jóvenes. ¿Te imaginas? Es una enorme cantidad de chicos y chicas que han optado por renunciar en lugar de reiniciar.
- En Basura hay rasgos que remontan a tus libros de cuento, sobre todo por la brevedad de los capítulos y lo autónomos que resultan en relación con el siguiente. Como autora, y también como lectora, ¿qué cualidades le encuentras al cuento y cuáles a la novela? ¿Tienes un género favorito?
SAZ. Llegué a la novela porque las características del cuento me eran insuficientes para contar la historia que quería contar. Llegué, sin embargo, haciendo trampa; no me sentía segura de narrar, narrar, narrar, así que mis dos primeras novelas Una no habla de esto y Todo eso es yo se esconden bajo la fórmula del diario que me permitía mantener la brevedad que me gusta. Es curioso, contrario a lo que dices yo siento que en Basura narré y me extendí como nunca antes. Como escritora amo el cuento. Implica un reto en su confección, cada palabra puede llegar a sustituir párrafos enteros de caracterización, por ejemplo. Como lectora que escribe, me gusta lo que la poesía me enseña en lenguaje para la construcción de un cuento o un relato, leo poesía para aprender, punto.
Ahora bien, como lectora, amo la novela porque me gusta perderme en la vida del otro, conocerlo de pe a pa y desconectarme un poco de mi/la realidad, me gusta esa sensación de no poder dejar un libro. Mira qué ridiculez, me leí como desquiciada las tres primeras novelas de la serie napolitana de Elena Ferrante hace dos años y tengo el último libro sin terminar porque me niego, porque no quiero que se acabe.
- Según las múltiples entrevistas que te han hecho y que es posible encontrar en internet, te has desempeñado como maestra en el Departamento de Escritura Creativa de la universidad de Texas, ¿cómo influye en tu obra los constantes cambios de mundo que presencias?
SAZ. Creo que escribir y publicar es ya un privilegio en mi vida, como si me dieran el micrófono para decir lo que quiero. Tengo la fortuna además de dar clases de creación literaria, así que mientras enseño por cuarta o quinta o décima vez sobre personajes o estructura narrativa siempre termino aprendiendo más yo por las lecturas y discusiones, así como los ejercicios que desarrollo para mis alumnos. Así que en definitiva mi escritura se ve influida por mi profesión; ahora bien creo que la influencia viene no solo de trabajar en esta universidad sino el hecho de que está situada en la frontera Ciudad Juárez-El Paso un lugar que es, en sí mismo, un mundo de voces, diversidad, historias y políticas. Así que los temas de mi obra -violencia de género, infancia-adolescencia, migración, entre otros- surgen precisamente porque esta es la atmósfera que me rodea. Te digo, soy afortunada en muchos sentidos.
- En tu libro Nenitas, en el cuento “El día que murió papá”, hay una fuerte presencia de la autora, la estructura misma del texto no para de mostrarlo. Y aunque esta es quizá una pregunta un poco invasiva, parece obligatoria: ¿qué tanto hay de Sylvia en tus libros?
SAZ. Muchísimo. Con frecuencia pienso que un día alguien va a decir que yo sólo escribí un libro y que en ese libro yo soy mi único personaje. No es así del todo, claro, pero de que lo personal cruza el terreno de lo ficcional, no hay duda. Tanto en Una no habla de esto y en El Libro de Aisha así como en el cuento que mencionas y algún otro por ahí, ficcionalizarlo todo me parecía insuficiente para crear esa experiencia de representación de la realidad que pretendo. Así que si para lograr el efecto que busco tengo que abrir mi clóset-caja-de-Pandora, pues no hay más.
- ¿Qué sigue en la narrativa de Sylvia?
SAZ. Varias cosas. El lanzamiento de Todo eso es yo que publica Cinco Puntos Press bajo el título The Everything I Have Lost, lo cual como te imaginas me hace muy feliz. No solo porque el libro se publica en Estados Unidos sino porque la traducción se volvió reescritura y la reescritura llevó a un libro que originalmente tenía 120 páginas a 260. Un libro de cuentos que le he prometido ya a la editorial Paraíso Perdido; este volumen no verá la luz hasta finales de 2019 inicios de 2020 pero heme ya sintonizando voces para ese proceso. A largo plazo viene una novela que ha de seguir las huellas de El cuaderno, La prueba y La tercer mentira de Agota Kristoff, habrá de recorrer el trayecto entre México, el desierto, y Estados Unidos.
- Y la que es, para mí, una pregunta obligatoria: ¿para ti que es la literatura?
SAZ. Por trillado que parezca, la literatura es para mí una forma de observar y tratar de comprender el mundo. Lo que escribo surge en principio como resultado de mi curiosidad.