Pensemos por un momento que nuestra sociedad está en ciernes. Nuestras instituciones son inmaduras y buscamos establecer sólidas bases para el desarrollo económico y social de nuestra pequeña población. Si somos mujeres y hombres reflexivos, perteneceremos a un pequeño subconjunto de personas que pueden ser definidas por su búsqueda del conocimiento. Puede que se nos ocurra fundar una pequeña asociación de investigación en la que colaborativamente busquemos el conocimiento de aquello que nos es tanto interesante como urgente. ¿A quiénes hemos de aceptar en nuestra cofradía? Puede ocurrírsenos descartar a los comerciantes y artesanos, pues sus preocupaciones mundanas pueden corromper sus juicios acerca de lo que constituye verdadero conocimiento. No obstante, con el tiempo nos percataremos de que incluso las personas mejor educadas pueden falsear la información, reportar experimentos que nunca realizaron, y apoyar conjeturas sin fundamento debido a sus pasiones políticas y personales. No obstante, también podemos seguir honrando el ideal de objetividad de nuestra asociación a pesar de los obstáculos. En un sentido muy básico, y quizá poco interesante, el ideal de objetividad de la ciencia puede ser descrito a partir del escenario imaginado: la ciencia busca evitar la parcialidad que amenaza a cualquier búsqueda de conocimiento. Adicionalmente, la ciencia dispone de mecanismos internos para neutralizar estos tímidos desafíos. Esta burda caracterización puede sernos útil para señalar un posible rasgo inicial que permita capturar la noción de objetividad científica: la ausencia de valores o compromisos normativos.
Suele señalarse que la objetividad en ciencia, que da lugar a su especial autoridad epistémica, radica en que no está contaminada de valores morales, políticos y sociales. No obstante, nadie negaría que los valores de los investigadores de hecho afectan la elección del problema o los problemas científicos que se investigarán y las posibles aplicaciones de los resultados de la investigación. Estas afectaciones, sin embargo, no resultan problemáticas para una noción interesante de objetividad científica. Aunque el conjunto de problemas que los científicos se propongan investigar y las aplicaciones que deseen desarrollar sean determinadas por valores, esto no constituye un obstáculo para que sean capaces de discriminar entre respuestas correctas e incorrectas acerca de esos problemas, y puedan juzgar qué aplicaciones son más eficientes que otras para lograr sus objetivos iniciales. No sucede así con otras dos posibles afectaciones. Valores de diversa índole pueden contaminar la manera en la que los científicos reúnen evidencia en relación a su problema de investigación, y su posible aceptación de hipótesis y teorías científicas. Así, sin alguna clase de compromiso con algunos valores, la investigación científica sería imposible.
En un sentido importante, toda investigación científica involucra valores. Pero no toda influencia valorativa en la práctica científica afecta su objetividad: algunos valores parecen contribuir a la objetividad, mientras que otros, en efecto, pueden afectarla. Así, resulta necesario distinguir entre dos tipos de valores: epistémicos y no epistémicos. Los valores epistémicos son aquellos que contribuyen a la objetividad, por lo que fomentan la buena práctica científica: alientan a los investigadores a buscar teorías bien confirmadas, simples y explicativas. Al elegir entre métodos para investigar, los científicos se sirven de valores para elegir entre diferentes maneras de lograr buenos resultados científicos. Por su parte, los valores no epistémicos tienen otros objetivos, quizá morales o políticos, por lo que pueden generar resultados tendenciosos o sesgados, lo que afectaría la objetividad de la investigación al promover, entre otras cosas, ciertos ideales políticos o morales.
Por otra parte, en la práctica científica, siempre intervienen ambos tipos de valores: los científicos son seres humanos y sus actividades se producen en una sociedad que puede promoverlas u obstaculizarlas. No obstante, podemos distinguir dos papeles de los valores que afectan a la investigación. Algunos valores son constitutivos, en el sentido de que definen cómo se lleva a cabo la práctica científica. Otros valores son contextuales, en el sentido de que afectan que la práctica se lleve a cabo o no, sin definir cómo se realiza.
Con estas distinciones en mente, podemos mitigar la tesis de que la objetividad requiere ausencia de valores o compromisos normativos. Una tesis moderada sería la siguiente: la ciencia es objetiva cuando sólo los valores epistémicos son constitutivos de la práctica y los valores no epistémicos siempre son sólo contextuales.
Si la objetividad de la práctica científica no puede ser sencillamente caracterizada a partir de su ausencia de valores o compromisos normativos, ¿cómo dar cuenta de ella? La de objetividad no es una noción filosófica unívoca y, como muchos otros conceptos filosóficos, suele estar cargada de distintas dimensiones, cada una de ellas focalizada en contra de algunos peligros. Por ello, Sharon Crasnow, filósofa feminista de la ciencia, distingue tres sentidos de objetividad: (a) ausencia de sesgos: el método no es tendencioso, no favorece hipótesis por razones distintas a la evidencia; (b) intersubjetividad: la hipótesis puede ser examinada por más de una persona; y (c) confiabilidad: la hipótesis es producto de métodos que dan resultados probablemente verdaderos.
Es cierto que estos diversos sentidos no siempre coinciden. Mientras la parcialidad y la no neutralidad, en apariencia opuestas a una noción general de objetividad científica, amenazan el sentido (a) de objetividad, son compatibles con la investigación objetiva en los sentidos (b) y (c). Así, incluso si tratan acerca de valores o buscan promoverlos, las investigaciones podrían ser objetivas.
Lidiar con otras cuestiones en torno a la objetividad de la ciencia requiere comprender cómo los valores podrían jugar un papel en la construcción de teorías, en la formación de conceptos y en la manera en que las hipótesis se ponen a prueba.
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