El Arco del Triunfo, París, Francia. 11 de noviembre de 2018. Flanqueado por dos coraceros de la Guardia Republicana, el presidente Emmanuel Macron se dirige a la pléyade de líderes mundiales reunidos para conmemorar el centenario del fin de la Primera Guerra Mundial. El líder galo comenta: “El patriotismo es exactamente lo contrario del nacionalismo. El nacionalismo es una traición del patriotismo”. Antes de continuar, Macron clava la vista en el mandatario estadounidense, Donald Trump, y prosigue: “El egoísmo de un pueblo que sólo vela por sus intereses”. Ello en una clara alusión al lema de campaña de Trump: Make America Great Again!
Mientras Trump hace de tripas corazón, otro asistente, el presidente de Rusia Vladimir Putin, posa su mirada en el piso y esboza en su rostro su típica expresión facial: la de un niño que parece que no rompe un solo plato mientras planea su próxima travesura.
La escena arriba mencionada sirve como prolegómeno al presente artículo, el cual pretende explicar las advertencias de Emmanuel Macron, las amenazas de Donald Trump, y la fingida diversión de Vladimir Putin.
Sin caer en la fácil trampa de la hipérbole, el escribano ha detectado una creciente tensión entre los tres principales actores geoestratégicos del planeta: los Estados Unidos de América, la República Popular de China, y la Federación Rusa.
El 18 de octubre pasado, durante la reunión del Club Valdai, se le formuló una pregunta a Vladimir Putin sobre qué pasaría en el hipotético caso de una guerra termonuclear. El jefe del Kremlin respondió así: “Cualquier agresor debería saber que la venganza sería inevitable y será destruido. Y como seremos las víctimas de su agresión, iremos al cielo como mártires. Ellos simplemente caerán muertos y no tendrán tiempo de arrepentirse”.
Este tipo de lenguaje, brutal y seco, en la boca de unos de los mayores estadistas de nuestro tiempo es inusual. Pero, qué anima a Putin a expresarse de tal modo. Es muy sencillo: las Wunderwaffen (“las armas milagrosas”, en alemán) un nuevo misil balístico intercontinental, un misil crucero impulsado por energía nuclear, un vehículo marino no tripulado y los misiles Kinzhal y Avangard.
Putin pareció divertirse cuando afirmó: “Es un hecho obvio y nuestros colegas (los estadounidenses) se dan cuenta, que hemos superado a todos nuestros competidores en esta área. Nadie tiene armas hipersónicas precisas. Algunos planean probar las suyas en 18 o 24 meses. Nosotros ya las tenemos en servicio”.
A continuación, el asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, viajó, el 23 de octubre, a Rusia para informar a Putin sobre la intención estadounidense de retirarse del INF (Intermediate Range Nuclear Forces), un tratado signado, en 1987, entre la Unión América y la Rusia soviética que eliminaba el despliegue de los misiles de alcance medio en Europa. Asimismo, Bolton comunicaría a los rusos que los Estados Unidos planean militarizar el espacio exterior.
Cuando estuvo frente a frente con Bolton, cuyo bigote semeja el de una morsa, Putin comentó: “El escudo estadounidense representa un águila que en una mano sujeta 13 flechas y en la otra sujeta una rama de olivo con 13 aceitunas, como símbolo de la política benévola y pacífica de los Estados Unidos”.
Ya encarrilado, el líder ruso lanzó su estocada verbal: “Parece que su águila se ha comido todas las aceitunas y sólo le quedan las flechas”. Los asistentes se desternillaron de risa; Bolton, con la sonrisa en los labios y la estocada hasta el fondo, respondió: “No he traído más aceitunas”. Como un diestro esgrimista, Putin respondió: “Eso fue lo que yo pensé”.
¿Por qué Trump quiere abrogar el INF? Ante el anuncio ruso de las Wunderwaffen, los Estados Unidos pretenden hacer lo Jimmy Carter planeó y Ronald Reagan ejecutó: desplegar misiles de alcance medio en Europa para amenazar los centros de comando y control rusos “y concretar la posibilidad de decapitar al liderazgo ruso”1. Sin embargo, Trump y sus palafreneros olvidan una cosa: las ciudades de Europa serían blanco de los cohetes rusos. Algo que no agrada para nada a los europeos.
Por si el intercambio de amenazas entre Moscú y Washington no fuera suficiente, desde Asia llegó otra severa advertencia: el 25 de octubre, el presidente de China, Xi Jinping, visitó el Comando Sur y advirtió a sus almirantes y generales que “es necesario fortalecer la misión y concretar los preparativos para pelear una guerra”. Las intimidaciones de Xi no son bravatas, pues ocurren en el contexto de la guerra comercial entre su país y la Unión Americana. Así como la creciente tensión entre China y los aliados estadounidenses en el mar de la China meridional.
Preocupado por la retórica proveniente de Beijing, Moscú, y Washington, Emmanuel Macron advirtió, el 1 de noviembre, que “Europa encaraba un riesgo: ser fragmentada por la lepra nacionalista y ser empujada por potencias extranjeras. Perdiendo así su soberanía”. Cinco días más tarde, Macron afirmó, desde el campo de batalla de Verdún: “Estamos siendo sacudidos por intentos de hackeo en nuestro ciberespacio. Tenemos que protegernos con respecto a China, Rusia, e incluso los Estados Unidos de América”.
Trump, sintiéndose aludido, tuiteó: Macron “ha sugerido que Francia construya su propio ejército para protegerse de los EUA, China, y Rusia. ¡Muy insultante, pero quizás Europa deba pagar primero su parte justa de la OTAN, la cual los EUA subsidia!”.
Ello explica el frío lenguaje corporal entre Macron y Trump, y las alusiones del primero al exacerbado nacionalismo del segundo. ¿Y Putin? Bueno, el tigre siberiano comentó, tratando de dividir a la alianza transatlántica, que la creación de un Ejército europeo era “un proceso positivo” que “fortalecería el mundo multipolar”. Asimismo, el ruso y Trump conversaron por media hora2.
El día de hoy, Trump volvió a la carga: Mencionando la contribución de las tropas estadounidenses en ambas guerras mundiales dijo que los franceses “estaban empezando a aprender alemán en París antes de la intervención estadounidense ¡Paguen a la OTAN o no!”.
Dejando de lado las advertencias de Macron, las amenazas de Trump, y el aparente regodeo de Putin una cosa es segura: el nacimiento del mundo multipolar genera tensión entre las tres potencias geoestratégicas del planeta. Cualquier error o incidente fortuito entre ellas puede tener consecuencias inimaginables.
Aide-Mémoire. – Hamas e Israel intercambian disparos.
- Cowley, Robert. The Cold War: A Military History. Random House, New York, 2006, p. 445
- Decoding the hypersonic Putin on a day of remembrance https://goo.gl/sytuCb