Comencemos reconociendo una obviedad: gran parte de nuestro conocimiento sobre el mundo es producto del testimonio oral o escrito de terceras personas. Información tan trivial como el hecho de que la tierra sea redonda, el menú del día, el resultado del partido de la noche anterior, las noticias locales, la fecha de caducidad de un producto que tenemos en el refrigerador, o la hora del día, hasta información de vital importancia como los diagnósticos médicos, el contenido de un medicamento, o el testimonio en un juicio que determina la inocencia o culpabilidad de una persona, todos ellos son casos en los que predomina la presencia del testimonio. Si careciéramos de éste, nuestras vidas se verían fuertemente empobrecidas.
El testimonio es un tema central en el reciente proyecto de epistemología social. Es un factor externo al individuo que afecta su proceso de formación de creencias. Su importancia en el estudio del conocimiento es sumamente relevante. Además, nos advierte de la gran cantidad de creencias que son resultado de la interacción con terceros, y sobre la adquisición de información y su fiabilidad.
El incremento del estudio del testimonio se debe a distinto tipo de razones. Una de las principales razones prácticas tiene que ver con el hecho de que el testimonio constituye un factor que preserva y transmite información no sólo de individuos a individuos, sino de generación a generación. Dicha información puede ser de importancia científica o histórica. En caso de que se trate de información científica, podemos percatarnos que el testimonio contribuye a la economía de la acción, es decir, nos permite ahorrar tiempo de experimentación y confirmación de hipótesis, pues la repetición de todos los experimentos del pasado sería imposible. Debe existir, por tanto, una confianza compartida entre los integrantes de un grupo o comunidad. En este sentido, también el testimonio es un factor externo que acorta distancias temporales y espaciales.
La dimensión histórica y científica del testimonio —y, sobre todo, la información adquirida diariamente en distintos contextos— depende de aspectos relacionados al conocimiento. Siendo esto así, algunas de las preguntas que un epistemólogo social se hace acerca del testimonio son: ¿cuáles son las condiciones de justificación que debe cumplir una instancia de testimonio para considerarse conocimiento?, ¿es el testimonio reducible a procesos inferenciales o existe cierta dependencia en los interlocutores?, si existe, ¿en qué medida?, ¿el conocimiento se transmite o se origina mediante el testimonio?, ¿los requerimientos normativos para el conocimiento y justificación testimonial se encuentran de manera primaria en las capacidades internas al agente, o son ampliamente satisfechos por las características de la interacción social que se da entre hablantes y oyentes?
La preocupación contemporánea por el testimonio surge en contra de las motivaciones de ciertos epistemólogos modernos, porque algunos de ellos -desde Descartes- creían que el conocimiento provenía principalmente de la introspección, a partir de los propios contenidos mentales. Es decir, creían que los factores internos al agente eran determinantes en la adquisición de conocimiento y, por tanto, para la justificación de la información obtenida a partir de factores externos. De este modo, se sostenía cierto tipo de individualismo. Éste se ocupa del análisis y determinación de los criterios epistémicos que deben considerarse en la definición y obtención del conocimiento, tomando en cuenta únicamente las capacidades internas al individuo. Así, la propuesta de algunos epistemólogos sociales es que el individualismo epistemológico es falso y que debemos de optar por un anti individualismo.
En la actualidad existen dos debates al interior de la epistemología del testimonio. El primero de ellos se pregunta si el testimonio es una fuente básica o derivada de conocimiento. En otras palabras, si la justificación de un oyente, en un intercambio de información, se reduce a la memoria, percepción o procesos inferenciales, o si se da prima facie dado el carácter independiente del testimonio como fuente de conocimiento. El segundo debate surge a partir de la suposición de que el conocimiento, vía testimonio, se transmite. Con esto, quienes son partidarios de la tesis de la transmisión, quieren decir que un testimonio transmite conocimiento a partir de las creencias que posee un hablante. Es decir: es necesario y suficiente que un hablante crea la afirmación que constituye su testimonio, para que un oyente pueda obtener conocimiento testimonial. En contraposición, la tesis de la generación argumenta que no es necesario ni suficiente que un hablante crea la afirmación que constituye el testimonio en cuestión para que un oyente posea conocimiento testimonial. En este sentido, el oyente es responsable de la información que recibe.
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