El Kremlin, Moscú, Federación Rusa. 2 de noviembre de 2018. El mandatario Vladimir Putin recibe a su huésped: el presidente de los Consejos de Estado de Cuba, Miguel Díaz-Canel Bermúdez, y comenta: “Esta es la primera vez que usted visita un país que no está en su región y la primera visita a la Federación Rusa como jefe de Estado” y agrega: “Por favor haga llegar mis mejores deseos y saludos al camarada Raúl Castro”. El hombre cuya sonrisa asemeja la de un tigre siberiano finaliza: “Las relaciones entre Rusia y Cuba se han desarrollado por décadas, y desde su comienzo, han tenido una naturaleza estratégica especial”.
El novato líder caribeño comenta: “Preservaremos el legado recibido del comandante Fidel Castro Ruz y del general del Ejército Raúl Castro Ruz”. Añade Díaz-Canel: “Su visita a Cuba hace cuatro años fue una piedra miliar y un nuevo paso en el desarrollo de las relaciones bilaterales”.
La escena arriba mencionada sirve como prolegómeno al presente artículo, el cual pretende reseñar las relaciones entre Cuba y la Unión Soviética/Rusia y explicar por qué Miguel Díaz-Canel busca untarse “la grasa del oso”.
Las relaciones entre Cuba y la Unión Soviética datan del año 1943, cuando Iósif Stalin designó a Maksim Litvínov como embajador en La Habana. En 1952, sin embargo, el dictador Fulgencio Batista rompió relaciones con Moscú. En enero de 1959, al triunfo de la Revolución, el liderazgo soviético desconocía quién era Fidel Castro Ruz y qué pretendía hacer.
Por lo anterior, en febrero de 1960, el vicepresidente del Consejo de Ministros, Anastas Mikoyan visitó La Habana para entrevistarse con Castro Ruz. Mikoyan presentó un informe favorable al líder soviético, Nikita Jruschov, quien decidió restablecer, el 7 de mayo, las relaciones diplomáticas. A continuación, el ministro de Defensa, Raúl Castro Ruz, firmó contratos para la obtención de armas pesadas y decenas de pilotos cubanos partieron hacia Checoslovaquia para entrenarse en el manejo de los cazas a reacción.
En julio de 1960, los Estados Unidos, como represalia al anuncio cubano de sólo procesar petróleo bruto soviético, anunciaron el fin de las compras de azúcar. Para proteger a su novel aliado, Jruschov ordena comprar todo el azúcar que la Unión Americana niega adquirir. Intoxicado por el triunfalismo, Che Guevara proclama: “Cuba es una isla gloriosa en el centro del Caribe, defendida por los cohetes de la más grande potencia militar de la historia”1.
En enero de 1961, el presidente estadounidense Dwight D. Eisenhower rompió relaciones diplomáticas con Cuba. En abril de ese año, John F. Kennedy aprobó la invasión de Cuba por tropas de la Brigada 2506 -compuesta por elementos anticastristas. En Bahía de Cochinos, la Brigada 2506 fue derrotada por los castristas. Espoleado por el éxtasis de la victoria, Che Guevara dirá: “Playa Girón, la primera derrota del imperialismo en América Latina y en escala mundial”.
Para evitar una invasión estadounidense, esquivar los intentos de asesinato de la CIA, y punzado por el embargo comercial, Fidel apoyó la iniciativa soviética de colocar misiles de alcance medio en Cuba. En el estío de 1962, Raúl Castro Ruz y Ernesto Che Guevara visitaron la URSS para acordar el envío de los proyectiles soviéticos. Finalmente, 20 mil soldados soviéticos fueron enviados a proteger el despliegue balístico.
Fue el clímax del romance cubano-soviético: los cubanos bautizaban a sus hijos con nombres rusos -era especialmente popular el nombre Yuri, en honor a Yuri Gagarin, el primer ser humano en viajar al cosmos-; las películas soviéticas eran gustadas; y se formaban largas filas para ver el espectáculo del Circo de Moscú.
Los cubanos, sin embargo, percibían dos cosas en sus aliados: los soldados soviéticos, a diferencia de sus contrapartes estadounidenses, no eran despóticos; y despedían un olor particular -una mezcla de vapores de gasolina nocivos, cigarrillos baratos, botas de cuero, y olor corporal. A este tufo, los avispados caribeños le dieron el sobrenombre de “la grasa del oso”2.
Los Estados Unidos descubrieron la presencia de los cohetes soviéticos y se desató la llamada Crisis de los Misiles -13 días, del 16 al 28 de octubre de 1962- durante el cual el mundo estuvo al borde del Armagedón. Para fortuna de la raza humana, Kennedy y Jruschov lograron una salida negociada al trance.
En 1967, la Unión Soviética inauguró la base de inteligencia electrónica en Lourdes. Esta instalación permitía a los soviéticos monitorear las comunicaciones telefónicas en el Hemisferio Occidental. Por ello, el puesto militar llegó a tener hasta 3 mil elementos. Asimismo, durante la década de 1970, la alianza cubano-soviética se fortaleció en los campos de batalla de África.
Sin embargo, en 1991 desapareció la Unión Soviética y Cuba quedó “sola en medio de un mar de capitalismo” (Fidel Castro Ruz dixit). En 2000, Vladimir Putin visitó la isla, pero la visita no fue muy exitosa por el tema de la deuda con la Unión Soviética. Al año siguiente, Putin decidió cerrar la base de Lourdes.
No obstante, las cosas cambiaron a partir de que Rusia, como consecuencia de la guerra con Georgia, entró en confrontación con los Estados Unidos: en diciembre de 2008, una flotilla rusa arribó a Cuba. Luego, en julio de 2014, Vladimir Putin visitó Cuba y condonó la deuda del país caribeño con la extinta Unión Soviética.
El restablecimiento de relaciones diplomáticas con los Estados Unidos, no obstante, el dialéctico Fidel y el pragmático Raúl acordaron una cosa: Rusia, “pueblo hermano”, podía ser el seguro geopolítico en caso de que el sucesor de Barack Obama fuera un anticastrista. Tal y como ocurrió con la llegada de Donald Trump.
La visita de Díaz-Canel a Rusia se da en el contexto de dos acontecimientos: la Asamblea General de las Naciones Unidas votó contra el bloqueo comercial, económico, y financiero de Estados Unidos contra Cuba; y el discurso del asesor de Seguridad Nacional, John Bolton, quien denominó a Cuba, Nicaragua, y Venezuela como “la troika de la tiranía”. Esto con el fin de obtener el voto de la población cubana en la Florida, la cual ha sido tradicionalmente anticastrista.
Por lo arriba mencionado, Díaz-Canel, quien se reunió con la élite del mundo empresarial y político de Rusia, tiene motivos de sobra para continuar untándose “la grasa del oso” ruso.
Aide-Mémoire. Mañana, hoy 7 de noviembre de 2018, sabremos, en parte, el destino político de Donald Trump.
- Kalfon, Pierre. Che: Ernesto Guevara, una leyenda de nuestro siglo. Plaza & Janés, Barcelona, 1997, p. 316-318
- Dobbs, Michael. One Minute to Midnight: Kennedy, Khrushchev, and Castro on the Brink of Nuclear War. Vintage, Books, New York, 2008, p. 161-162