Si Zaratustra habló, por qué Chaplin en El gran dictador no lo haría.
Así habló Zaratustra, podría decir que es como la primera banda sonora de una obra no musical; un año después de la patente del cinematógrafo de los hermanos Louis y Auguste Lumiére Richard Strauss se inspira en la obra del mismo nombre de Friedrich Nietzsche y estrena una de las piezas musicales más reconocidas en el mundo, tal vez el culpable de tan osada difusión mediática fue el maestro Kubrick (oriundo de la Gran Manzana por cierto) al usarla en la clásica 2001 Odisea del Espacio de 1968.
En 1940 Charles Chaplin escribe, dirige y actúa la película El gran dictador, de ella hoy quiero rescatar el discurso con que cierra esta obra de arte. El dictador está frente a varios micrófonos listo para dar una ultima epístola, se le nota conmovido, tal vez arrepentido, pero decidido a hablar con toda franqueza. “Lo siento. Pero… yo no quiero ser emperador. Ese no es mi oficio, sino ayudar a todos si fuera posible. Blancos o negros. Judíos o gentiles. Tenemos que ayudarnos los unos a los otros; los seres humanos somos así.” Convencido que actuó mal, el dictador reflexiona y se da cuenta que lo suyo lo suyo nunca fue el ostentar el cargo de dictador; un personaje con tal envestidura, por su naturaleza no ayuda al prójimo, no ve por los demás, siempre velará por él y su círculo político más allegado; ¿será que en poco tiempo tendremos un dictador? Sigo el con discurso del personaje de Chaplin. “Queremos hacer felices a los demás, no hacernos desgraciados. No queremos odiar ni despreciar a nadie. En este mundo hay sitio para todos y la buena tierra es rica y puede alimentar a todos los seres.” ¿Usted cree que en estos momentos y los que se avecinan tendremos esa premisa? Se me hace que Chaplin se inspiró en Emiliano Zapata para dejar claro que la tierra es de quien las trabaja y con el producto del esfuerzo se puede dar de comer a todas las clases sociales, incluso a los fifís y a los chairos por igual. “El camino de la vida puede ser libre y hermoso, pero lo hemos perdido. La codicia ha envenenado las armas, ha levantado barreras de odio, nos ha empujado hacia las miserias y las matanzas.” La codicia ha envenenado las armas, la frase que explica el porqué de las cosas, el no compartir la visión de nación ha orillado por lo menos en México una serie de conflictos de poder, que revientan e impactan en la vida de cada uno de nosotros, el comparativo con relación al índice de asesinatos de los últimos doce años apuntan a un incremento considerable, dejando a Felipe Calderón en el segundo escaño de los sexenios más violentos de la historia moderna de esta nación. Por otro lado, el odio sembrado día a día y con todo ahínco por los diferentes grupos de poder han fracturado a la sociedad y debilitado el tejido social, divide y vencerás dicen por ahí, estrategia que Andrés Manuel pareciera alimentar sin empacho.
“Hemos progresado muy deprisa, pero nos hemos encarcelado a nosotros mismos. El maquinismo, que crea abundancia, nos deja en la necesidad. Nuestro conocimiento nos ha hecho cínicos. Nuestra inteligencia, duros y secos. Pensamos demasiado, sentimos muy poco. Más que máquinas necesitamos más humanidad. Más que inteligencia, tener bondad y dulzura.” ¿De ahí vendrá la idea de sosegar al país, abrazos no balazos? La duda surge cuando la contradicción invade la lenta retórica del presidente electo, un día amanece con ganas de que las fuerzas armadas cambien de nombre y patrullen las calles, aunque no pueda justificar el cambio de opinión ante los reporteros y periodistas.
Seguimos “Sin estas cualidades la vida será violenta, se perderá todo. Los aviones y la radio nos hacen sentir más cercanos. La verdadera naturaleza de estos inventos exige bondad humana, exige la hermandad universal que nos una a todos nosotros.
Ahora mismo, mi voz llega a millones de seres en todo el mundo, millones de hombres desesperados, mujeres y niños, víctimas de un sistema que hace torturar a los hombres y encarcelar a gente inocente. A los que puedan oírme, les digo: no desesperen. La desdicha que padecemos no es más que la pasajera codicia y la amargura de hombres que temen seguir en el camino del progreso humano.”
De 1940 a 2018 con la variable de la evolución de los medios tecnológicos, la voz del dictador hace eco en las personas más débiles, menos informadas, la necesidad y la desesperación detona la creación de espejismos, la última palabra la tiene el pueblo dijo Andrés Manuel y con esa frase se echó a la bolsa a medio mundo (literal), pero en realidad la estrategia dictatorial amenaza la ruta a seguir para salir del hoyo.
“El odio pasará y caerán los dictadores, y el poder que se le quitó al pueblo se le reintegrará al pueblo, y, así, mientras el hombre exista, la libertad no perecerá.” bueno, eso sólo pasa en las películas…
“Soldados: no se entreguen a esos que en realidad los desprecian, los esclavizan, reglamentan sus vidas y les dicen qué hacer, qué decir y qué sentir. Les barren el cerebro, los ceban, los tratan como a ganado y como carne de cañón. No se entreguen a estos individuos inhumanos, hombres máquina, con cerebros y corazones de máquina. Ustedes no son ganado, no son máquinas, son hombres. Llevan el amor de la humanidad en sus corazones no el odio. Sólo los que no aman odian, los inhumanos”. Me llega a la mente ese grito de los manifestantes a los cuerpos policiacos y militares donde les recuerdan que son hermanos y mexicanos, pero y qué pasa cuando es al revés, cuando la sociedad influenciada por una fuerza “extraña” arremete contra los uniformados y les quita la vida. ¿Quién mató al comendador? Es como sí la sociedad al herir o matar a un uniformado estuvieran dañando a la persona que representa el poder.
“En nombre de la democracia, utilicemos ese poder actuando todos unidos. Luchemos por un mundo nuevo, digno y noble que garantice a los hombres un trabajo, a la juventud un futuro y a la vejez seguridad. Pero bajo la promesa de esas cosas, las fieras subieron al poder. Pero mintieron; nunca han cumplido su promesa ni nunca la cumplirán. Los dictadores son libres, solo ellos, pero esclavizan al pueblo. En nombre de la democracia, debemos unirnos todos.”
Así habló Chaplin, so pretexto de ser un Hitler arrepentido en aquel filme de 1940; ahora casi a 80 años de distancia nos encontramos con un panorama similar. A partir del primero de diciembre caminaremos en la dirección correcta o nos arrepentiremos de todos nuestros pecados.
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