Los niños de Morelia / La escena - LJA Aguascalientes
22/11/2024

Un total de 456 niños llegaron a nuestro país el 7 de junio de 1937. Todos procedían de España, la cual había sido golpeada por la Guerra Civil (1936-1939), bajo la dictadura de Francisco Franco. En el periodo de Lázaro Cárdenas, el gobierno apoyó a esos padres republicanos y estos menores iban a retornar con ellos pasando unos cuantos meses, pero esto no fue así, ya que la guerra se extendió y los infantes tuvieron que permanecer en Morelia varios años.

El dramaturgo Víctor Hugo Rascón Banda recuperó esta historia y en su versatilidad como escritor mezcló documental con ficción, lo cual dio como resultado uno de los escritos más hermosos bajo la óptica de los niños, en un país lejano a sus costumbres, que se convirtió también en su patria.

Los niños de Morelia fue estrenada en el 2016, ganadora de la Muestra Estatal de Teatro y con mención honorífica en la Muestra Regional, premiada por el Grupo Informativo A Escena A.C. por sus logros como mejor montaje universitario por parte de la Universidad Autónoma de Aguascalientes (UAA). En entrevista con la directora, Sandra Rosales, con motivo de su temporada en La Mestiza, esto fue lo que nos comentó:

“El montaje se hizo hace tres años; la reposición consistió en hacerlo distinto al de la Muestra Estatal. Partimos del mismo texto, se agregaron escenas que no se habían considerado y el tratamiento escénico también varió y todo por el interés del grupo de seguir experimentando en el trabajo, de seguir haciendo el proceso de investigación y ahondar mucho más en el tema de Los niños de Morelia. Pasamos por un proceso de documentación y experimentación y el montaje anterior fue un proceso académico.”, señaló Rosales.

En este momento los muchachos ya son egresados de la carrera de actuación y con madurez en el escenario: “Así es, ellos ya tienen experiencia por el montaje anterior, estuvimos en varios festivales de teatro, Guanajuato, Querétaro, Zacatecas y ya adquirieron tablas.”

El espacio es simbólico, su arquitectura denota esas casonas de los años treinta: “La Mestiza es significativo para el proyecto, hay una connotación muy particular con la obra, de apropiarse de espacios, de significarlos y dialogar con ellos; es también una propuesta que tenemos para el montaje, de hecho tenemos este montaje aquí y otra versión en el salón Las Águilas que está atrás del patio. Son dos versiones y gracias a la oportunidad que tuvimos de entrar al proceso de experimentación nos permitió entrar a este proceso y abordarlo entre dos perspectivas: en cuanto al espacio y el tratamiento escénico también.”

La iconografía es básica, apoyada por la cuestión hemerográfica que sustenta el trabajo de investigación: “El trabajo con objetos sí se inició desde el proceso anterior y es parte de la asignatura y se tuvo la oportunidad de hacer una selección mucho más completa que con el montaje anterior; eran proyecciones de algunos registros hemerográficos que se tenían y en este caso nos dimos a la tarea de hacer las impresiones, toda una selección e, incluso, contratar algunas personas que tenían fotografías que no circulan en la red. Aquí en Aguascalientes hay cinco Niños de Morelia, y estamos en la tarea de contactarlos y tener otras anécdotas qué contar y que el montaje se siga renovando.”

¿La temporada seguirá en esta u otra casona, o habrá otros espacios alternativos? “Tenemos varias ideas, de hecho pensamos que el proyecto se pueda hacer como una experiencia para teatro de calle, puede ser en cualquier espacio siempre que exista gente a quién contárselo, incluso, improvisar espacios. Lo que necesitan son sólo sus maletas y ya, es un reto que tenemos para la siguiente etapa, que podamos estar en cualquier espacio.”

Asimismo, platicamos también con parte del reparto de la puesta en escena: Cinthia Arenas, Érika López y Érick.


La música, fundamental para dar esa ambientación de una historia que es parte de México, ¿en qué te basaste para estas piezas? “El mismo libreto de la obra menciona algunas piezas musicales, como Ay Carmela, y están también algunos cantos de la revolución española, como Barricadas. Son temas que se trabajan con alguna variación al momento de la obra, para que no suenen siempre igual. La música da mucho apoyo a esta historia, al mensaje que queremos transmitir.” comentó Érick.

Cinthia, esta historia retrata un momento tan importante para México y España. “Es muy raro porque cuando comienzas a ver las fotografías, a trabajar en la obra, te sientes identificada, sientes el dolor de estos niños que quedaron completamente solos, es difícil describir la sensación, es una realidad que no muchos conocemos, por ejemplo, en Morelia, Michoacán, donde se vivió esta historia, tienen esculturas y un museo dedicado a Los niños de Morelia”. “Sí”, comenta Érika: “¡Son muchas emociones! Para empezar, mi personaje se muere; es encarnar a un niño muerto y no puedo describir la sensación, el conocer su historia, la de los demás niños, cómo terminaron, te hace pensar mucho en cómo eres y qué estás haciendo ahora en el presente para que no sigan sucediendo cosas así, por ejemplo, con los niños que están cruzando la frontera, la situación ahora no es tan diferente de lo que fue esto.”

Chicos, ¿cómo fue trabajar con Sandra Rosales, la directora, porque entre todo logran, incluso, el acento español en los diálogos, ya no digamos la ambientación, el vestuario, la música?

Érick: “La obra se trabajó cuando los integrantes de la compañía todavía estudiaban la licenciatura en la Universidad Autónoma; en aquel entonces quien apoyaba en la música era el maestro Javier Zúñiga, yo me integré cuando la obra fue premiada en la Muestra Estatal de Teatro 2016 y representaron a Aguascalientes en la etapa regional. Por causas de fuerza mayor, el maestro Zúñiga ya no pudo estar. Hace algunos meses estos chicos se titularon y decidieron montar nuevamente este trabajo y aquí estamos.”

Cinthia: “Trabajar con Sandra Rosales es bien intenso, nosotros investigamos para la obra pero no sé de dónde ella obtiene más cosas, más información, y nutre más este trabajo; es algo genial porque a pesar de que tenemos herramientas como el internet ella sale con algo más que desconocíamos. En cuanto a la construcción de mi personaje, me basé en videos sobre experimentos con niños españoles, de ahí tomé el acento, los movimientos, las miradas, esos videos me fueron de mucha ayuda, y para lograr el acento revisé algunos tutoriales para saber cómo hablan en España, cómo hacen con la “d” y la “z”, etcétera. En pocas palabras, el trabajo con la maestra es intenso, no puedes dejar de lado lo que haces durante la semana, aunque tengas descanso, porque tienes que llegar con todo calientito, y en eso la maestra siempre te mantiene en ese momento, en que tienes que estar concentrado, tienes que saber por qué estás contando esta historia. También mi experiencia con la maestra Sandra es muy intensa, pero también muy rica, estamos en una constante evolución porque nunca una función es igual a la pasada o a la que viene, siempre es diferente; hay veces que unos minutos antes de entrar a escena hay cambios y lo damos todo. ¡Es como vivir un laboratorio!”

Érika: “Otra cosa es que en esta obra conectamos mucho con lo que está pasando con los niños en la frontera, imagina cuántos niños están separados de sus padres, algunos sí regresaron con ellos, otros ya no los encuentran porque van como ilegales, entonces ellos siguen en esos centros; lo relacionamos mucho con esa situación y es una de las bases por las que queríamos contar esta historia que ojalá nunca se repitiera.”

Al cierre de la entrevista, la obra se encuentra casi en la parte final de esta temporada, así que amable lector, no se la pierda los días 25, 26 y 27 de octubre, Restaurante La Mestiza Yucateca, barrio del Encino, a las 21:00 horas. Adolescentes y adultos.

 


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