Estimado lector, este día hablaremos de las decisiones que ha tomado el presidente electo Andrés Manuel, de por qué no debemos sorprendernos, pero también, de cómo parece que la clase política en su conjunto se ha rendido ante esta situación.
Con asombro para algunos, y para otros viendo lo inevitable, una consulta hecha a modo, donde no hubo el rigor que debería, y con una instalación de casillas en lugares propios para que lo que se deseaba y prometió (recordar que siempre dijo Andrés que cancelaría el NAICM) y con poco más de un millón de votos, el 70% de los votos fue para que el aeropuerto de Texcoco se abandonara y se cambiara a Santa Lucía.
Andrés Manuel y su equipo han dicho que esa decisión está tomada, que es lo correcto, que varias “fuentes” lo han apoyado y que varios “estudios” dan la viabilidad correcta a la creación de estos aeropuertos sobre Texcoco.
Lo que sucede es que se le olvidó que ya lleva un avance importante el aeropuerto de Texcoco. También, que muchos de los contratistas que están trabajando allí pusieron su capital y esperaban que este trabajo de 6 años fuera ya un paliativo para muchos de ellos. Pero eso no importo. Es de reconocer que quiso sobre todo que su palabra fuera honrada (de campaña) por lo tanto, un hecho consumado fue “puesto” a consideración del pueblo para “corroborar” lo que él ya había decidido.
Pero también, esta decisión es un golpe al Ejército. Sin decir mucho, Andrés sabe que la forma de quitarlo del poder pudiera ser por medio de un golpe de estado si toca fibras sensibles del Ejército. Se ha ido con cuidado al respecto, y aunque ya quitó el Estado Mayor Presidencial, también es cierto que ha tratado de respetar a esa institución. Pero hacer la ampliación en Santa Lucía es quitarle uno de sus baluartes al ejército, quizá recordando los tiempos contra el comunismo-socialismo y como derrocaron a Salvador Allende en Chile y bombardearon el palacio de la Moneda, desmantelará la base aérea más cercana a la Ciudad de México, y la más grande del país.
Esto quiere decir, sin lugar a duda, que los cambios que pretende hacer todavía serán más radicales. La invitación a Maduro no es tan complicada, lo que es complicado es como varios diputados quieren y reciben con brazos abiertos a Maduro (entre ellos el anarquista de Noroña, individuo de baja calaña).
Andrés se quiere realizar como presidente conciliador, por un lado, tener contentos a los vecinos del Norte, pero dando a saber que somos independientes, y también coquetear con los contrarios a los estadounidenses. Esa política exterior ya la vivimos, durante el gobierno de Luis Echeverría, el mismo que acuñó el término Tercer Mundo para aquellos que no iban a estar en el progresismo capitalista, ni en la regresión socialista. Así, Andrés emulando gobiernos que ya fueron sobrepasados, en tiempos que ya no son acordes a lo vivido en los setentas, quiere ser el Echeverría moderno.
No me preocupa mucho el asunto del aeropuerto, eso ya sabíamos que iba a pasar, es más, quizá en el proceso alguien le dice (llámese Carlos Slim) que se lo deje a la iniciativa privada y que no gaste en cosas que no le competen, que se los deje a ellos. Lo preocupante es que quiere hacer todas las grandes decisiones del país a través de consultas, y para ello, quiere reformar (y con la mayoría que tiene lo puede hacer) la constitución de México y darles ya un fundamento legal a sus consultas, referéndums y demás.
El nivel de movilización político que tiene en estos momentos Andrés Manuel es importante, todo lo que en estos momentos quiera hacer por medio de referéndums o consultas se le aprobara, ya sea por la buena o por la mala, y el dice que quiere que la constitución regrese a lo que se tenía en 1917, hace más de un siglo, en donde ni México, ni el mundo tiene las mismas características y condiciones.
Andrés es retrógrada, no porque sea su naturaleza, sino porque tiene una edad que no le permite adaptarse a lo que se debe hacer. Por un lado, celebro sus ganas de acabar la corrupción, pero después de ver las votaciones de su consulta totalmente amañado sé que no podrá, ni tendrá el empeño de acabar con la corrupción.
El primer asalto lo ganó Andrés, lo perdió la mayoría del país y la modernidad que deseamos. Necesitamos ponernos las pilas, porque sino, en el segundo asalto estaremos en knockout.
Hace algunos meses, si hubiera leído tu columna, hubiera pensado que estabas exagerando. Hoy, sin embargo, no suena tan descabellado e inclusive, sonaría como un presagio de lo que viene. Mucho, mucho cuidado con las señales que se empiezan a mostrar. Estamos ante la instauración de un nuevo régimen en el país.